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- 29/08/2018 02:00
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La primera visita de un jefe del Pentágono estadounidense a la región en los últimos cuatro años dejó claro que Washington busca contener a la República Popular China en su avance en el continente, en el que algunos países ‘están perdiendo cierto grado de soberanía por culpa de decisiones de otras naciones'.
El general James Mattis, secretario de Defensa de Estados Unidos, acaba de concluir una visita a Argentina, Brasil, Colombia y Chile. Dijo que el objetivo del recorrido de una semana era reforzar las relaciones militares de esos países con Washington y frenar la creciente influencia de Pekín en la región. ‘Estas relaciones son críticas para el hemisferio occidental, puesto que Estados Unidos se encuentra en este hemisferio y queremos hacer todo lo posible para mantenerlo como un lugar de colaboración, próspero y seguro', señaló.
‘Estados Unidos trata diariamente de ganar la confianza de ustedes. Queremos ser su socio especial',
JAMES MATTIS
SECRETARIO DE DEFENSA DE EE.UU.
El subsecretario adjunto de Defensa para Asuntos del Hemisferio Occidental, Sergio de la Peña, explicó en la víspera los alcances de su gira latinoamericana. ‘Nos preocupa que China tiene una forma de hacer negocios que no necesariamente responde de la mejor manera posible a los intereses de nuestros socios en el hemisferio', resaltó.
Esa preocupación se sustenta en el hecho de que, como también ha hecho en África, Pekín ha disparado en la última década sus inversiones hacia América Latina y también la concesión de créditos, con el objetivo de ganar peso político y diplomático. ‘Son generosos con sus préstamos, pero si no puedes pagar conseguirán a cambio algún tipo de compensación', añadió de la Peña.
Mattis, de 67 años, un general de cuatro estrellas -apodado ‘perro rabioso'- fue comandante en la primera Guerra del Golfo, en Afganistán. Durante la invasión a Irak, dirigió el Comando Conjunto de las Fuerzas de Estados Unidos y fue comandante supremo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Fue jefe del estratégico Comando Central de las Fuerzas Armas de Estados Unidos hasta su retiro en el 2013, después de 44 años de servicio.
La Casa Blanca declaró el 2018 como el ‘Año de las Américas', por lo que la gira del jefe del Pentágono buscaba sentar pie en una zona donde Estados Unidos está perdiendo influencia ante China, convertida en los últimos años en un contrapeso para su tradicional presencia en la región.
Con la Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos en mente, el viaje se enfocó, además, en fortalecer las alianzas ante nuevas amenazas de delitos complejos, como los ataques desde el ciberespacio y establecer un punto de partida para un sistema de colaboración transnacional.
Pero también estuvo en la mira la compleja situación interna de Venezuela. ‘La posición de Estados Unidos en este aspecto es muy prudente. Considera que la solución a la crisis de Venezuela debe ser liderada por Brasil y pregunta siempre cómo puede ayudar', dijo el ministro de Defensa de Brasil, Joaquim Silva e Luna.
Brasil fue la primera parada de Mattis. Allí se reunió, además de Silva e Luna, con el canciller Aloysio Nunes en Brasilia, y dio una conferencia en la Escuela Superior de Guerra en Río de Janeiro, en la que reiteró la inquietud de Washington por la inestabilidad en Venezuela y la influencia creciente de China en la región.
Estados Unidos ‘piensa en el largo plazo' en Latinoamérica. ‘Estados Unidos trata diariamente de ganar la confianza de ustedes. Queremos ser su socio especial, sobre todo cuando asoman los problemas, cuando aparecen amenazas contra su soberanía o modo de vida', dijo en su discurso.
Mattis destacó el deseo por ampliar la cooperación espacial con Brasil. El interés se centra en el posible uso de la base de lanzamientos de satélites que Brasil tiene en Alcántara, Maranhao en el noreste, que resulta ideal para Estados Unidos por su cercanía a la línea del Ecuador, lo que permite economizar hasta un 30% de combustible, llevar más carga e imprimirle mayor velocidad al cohete por la rotación de la Tierra.
Ese objetivo coincide con la preocupación de Washington por la estación de control para satélites y misiones espaciales construida por China en la Patagonia argentina y que comenzó a operar en marzo del año pasado con el objetivo, entre otros, de posibilitar que los asiáticos se planten en el lado oculto de la Luna para extraer minerales estratégicos.
‘El espacio va a comenzar a ser crecientemente importante en las economías en el mundo por el flujo la información, por la observación de los parámetros del tiempo: es la nueva frontera', declaró Mattis a corresponsales en el vuelo a Brasil.
Precisamente, la siguiente etapa de su viaje fue Argentina donde el gobierno de Mauricio Macri decidió que las fuerzas armadas, además de la defensa del Estado ante amenazas externas, la lucha contra el terrorismo internacional y los ciberataques, respalden a los estamentos de seguridad en el combate al narcotráfico, el contrabando, la trata de personas, la piratería y otros crímenes transnacionales en América del Sur.
Esa iniciativa, discutida entre Mattis y el ministro de Defensa argentino Óscar Aguad, está en sintonía con las prioridades de Estados Unidos en la región.
En la reunión, Mattis se comprometió a enviar aviones de combate, un buque portaaviones con misiles antiaéreos, radares y equipamiento para la ciberdefensa, como aporte a la seguridad de la cumbre del G20 que se celebrará en Argentina a finales de noviembre y a la cual se espera asista el presidente Donald Trump.
Posteriormente en Chile, el exmarine intercambió ‘perspectivas estratégicas' con el presidente Sebastián Piñera y su ministro de Defensa Alberto Espina y firmó un acuerdo en materia de seguridad cibernética.
‘Un tema que nos interesa sobremanera es la ciberseguridad, que es algo para lo que los países de Latinoamérica no estamos bien preparados y tenemos que recuperar el tiempo perdido', dijo Piñera tras la suscripción del acuerdo. La importancia de ese documento, de cara al futuro, es reforzar la cooperación entre ambos países en el ámbito de seguridad en internet.
Por último, Mattis arribó a Colombia donde se reunió con el recién instalado presidente Iván Duque y su equipo de Gobierno. El tema central fue Venezuela que, además de generar una crisis humanitaria por la movilización masiva de migrantes, se ha convertido en un problema de seguridad nacional para Colombia.
Ambos coincidieron en la importancia de continuar el rechazo hacia la dictadura de Nicolás Maduro, de acuerdo a una declaración oficial, al igual que mantener las acciones con la comunidad internacional para el restablecimiento de la democracia en Venezuela.
‘Vamos a continuar con el propósito de fortalecer una gran coalición democrática internacional que permita avanzar en la creación de condiciones para que finalmente el pueblo venezolano pueda escoger en procesos transparentes, democráticos y libres el gobierno que deseen tener', dijo el canciller, Carlos Holmes Trujillo.
En conclusión, el jefe del Pentágono puso pie en una región donde Washington está perdiendo influencia ante Pekín, que aprovecha la aparente renuencia de Estados Unidos a jugar su papel de ancla económica y política desempeñado por más de un siglo.
La duda es si Washington realmente ha renunciado a su liderazgo en América Latina o no quiere asumirlo. Frente a ese debate hay sectores militares que aceptan que Estados Unidos puede abdicar a su hegemonía mundial pero que no debe renunciar a la hegemonía americana.
Las viajes a la región, primero del ahora exsecretario de Estado, Rex Tillerson, quien visitó Argentina, Colombia, Jamaica, México y Perú en febrero, y luego del vicepresidente Mike Pence, que en junio estuvo en Brasil, Colombia, Chile, Ecuador y Perú, permitieron promover la posición de Washington de que el imperio comunista chino se está afianzando en América Latina, empleando su poder económico para llevar la región a su órbita, a un costo muy alto. Con beneficios aparentes a corto plazo, pero dependencia a largo plazo.
El mensaje: la agresión económica de China en la región no ha sido productiva para el subcontinente, por lo que Estados Unidos debería seguir siendo el socio preferido en la región.
Washington considera que la Doctrina Monroe de 1904, que atribuía derechos unilaterales a Estados Unidos sobre América Latina, es tan relevante en la actualidad como el día en que se escribió.
Esa doctrina se asocia en Latinoamérica con la historia imperialista de Estados Unidos. Lo que está promoviendo China es el divorcio con Washington para que el subcontinente se entregue sin reservas a un nuevo imperialismo en expansión -tan opaco como contumaz- en su lucha de dominación y sus desembozadas ambiciones globales.