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- 04/08/2022 14:01
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Los restos de los silos del puerto de Beirut, símbolo de la explosión que hace dos años causó más de 200 muertos, volvió a sufrir este jueves un colapso parcial, el segundo en cinco días, justo cuando cientos de personas acudían a la zona para conmemorar el aniversario de la tragedia.
Poco antes de las 17.00, hora local (14.00 GMT), cuando estaba previsto que tres marchas iniciadas en diferentes puntos de la ciudad confluyesen frente al puerto capitalino, donde se originó la deflagración, los enormes graneros vomitaron una nube de polvo, según pudo constatar Efe.
Algunos manifestantes se encontraban ya en el punto de reunión, la icónica Estatua del Emigrante, ubicada en los lindes del reciento portuario y desde la que se pueden ver las ruinas de los silos a unos cientos de metros de distancia.
Una fuente de seguridad destacada en la zona confirmó a Efe, bajo condición de anonimato, que la nube de polvo fue causada por el derrumbe de una parte de los silos, un símbolo de la tragedia que las familias de las víctimas piden preservar y la única estructura que quedó parcialmente en pie en la zona cero.
Las ruinas ya sufrieron otro colapso parcial el pasado domingo debido a los incendios que les afectan desde hace tres semanas por la fermentación de restos trigo almacenados allí antes de la tragedia, mientras las autoridades argumentan que el peligro de derrumbe dificulta una respuesta.
Haciendo caso omiso de la guía de actuación emitida por las autoridades ante un posible derrumbamiento total o parcial de los graneros, varios cientos de personas se quedaron en el área o continuaron marchando hacia ella para arropar a las familias de los más de 200 muertos y 6.500 heridos en el desastre.
"Mi hijo y todas las víctimas tenían derecho a vivir y a estar seguros, es nuestro derecho saber por qué materiales explosivos fueron mal manejados y almacenados en el principal puerto de la ciudad, en un área residencial", clamó la madre de uno de los fallecidos desde un palco colocado frente al puerto.
Las toneladas de nitrato de amonio que explotaron en Beirut llevaban años almacenadas en un almacén portuario sin medidas de seguridad y líderes como el presidente libanés, Michel Aoun, y el entonces primer ministro, Hasan Diab, han reconocido que sabían de su existencia antes de la tragedia.
Además, la investigación de la tragedia está suspendida desde el pasado diciembre debido a peticiones presentadas por ex altos cargos sospechosos en el caso contra el juez encargado de la investigación, cuya labor ha enfrentado obstrucciones "repetidamente", de acuerdo con diversas organizaciones por los derechos humanos.
"Estoy aquí para pedir una vez, y otra, y otra, a los Estados miembro del Consejo de Derechos Humanos que adopten una resolución para que haya una investigación independiente e imparcial dentro del marco de la ONU. Es nuestro derecho saber la verdad, saber quiénes son los responsables de este espantoso crimen", gritó la madre con la voz entrecortada.
A las 18.07 (15.07 GMT) interrumpió su discurso para que los presentes pudiesen dedicar unos segundos de silencio a las víctimas a la hora exacta a la que se produjo la explosión el 4 de agosto de 2020, a lo que siguió una sentido aplauso colectivo mientras varias ambulancias aparcadas en la zona hacían sonar sus sirenas.
Tres marchas diferentes partieron del Palacio de Justicia, el centro de la ciudad y la sede de la Brigada de Bomberos en Karantina, pero todas tenían como objetivo demandar justicia por un desastre que desplazó inicialmente a cerca de 300.000 personas y devastó barrios enteros de la capital libanesa.
Algunos de los participantes vistieron ropa blanca con manchas de pintura roja para simbolizar la sangre derramada en la tragedia, mientras que otros se expresaron a través de pancartas con lemas como "Hasta que nos volvamos a encontrar, seguiremos luchando por tener justicia" y "Necesitamos una justicia de la misma magnitud que el desastre".
Una de las manifestantes, Ritam Kersel, achacó el "100 % de la culpa" de las vidas perdidas y los hogares destruidos a "la clase dirigente" libanesa.
"Venimos aquí cada 4 de agosto para decirles que nunca olvidaremos lo que nos hicieron (...), aunque nos están poniendo obstáculos en el camino para que no lleguemos a la verdad, si mantenemos la solidaridad unos con otros y siempre mencionamos la explosión de Beirut, quizás un día conozcamos la verdad", dijo a Efe.
La joven apoya las iniciativas para pedir una pesquisa del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, pues está convencida de que el sistema judicial libanés es "una mentira".
La protesta que partió de la sede de la Brigada de Bomberos, cuyos equipos perdieron a diez miembros mientras trataban de extinguir el incendio que provocó el estallido hace dos años, incluyó un camión contraincendios, una enorme bandera libanesa manchada de rojo, una banda de música y ataúdes blancos de cartón portados a hombros.
La marcha se encontraba a unos pocos cientos de metros de la Estatua del Emigrante cuando los silos colapsaron, pero continuó impasible hacia su destino.