Integrantes de la caravana migrante en el estado de Chiapas, en el sur de México, denunciaron este jueves 21 de noviembre que las autoridades les bloquearon...
- 01/04/2016 02:00
- 01/04/2016 02:00
Como apología del miedo las salas de cine de todo el mundo exhiben ‘Londres Bajo fuego', la clásica escena donde occidente es atacado por terroristas y un grupo de hombres con pocas armas logra acabar con la amenaza.
Pero esa ficción no dista de la realidad. Así queda demostrado cuando a menos de 5 meses de los atentados de Francia se dan nuevas acciones en Bruselas que dejan entrever las fallas de los sistemas de seguridad europeos. Ciertamente la crisis siria ha provocado el éxodo de cientos de miles de refugiados a diferentes países de Europa, en estos grupos han llegado víctimas, pero informes de seguridad señalan que igualmente pueden haber entrado extremistas aprovechando la solidaridad humana.
Lo cierto es que el escenario de acciones bélicas progresivamente está cambiando. Ya no solo se da en el lejano oriente o África, Europa está siendo atacada. Las principales capitales se encuentran bajo amenaza terrorista. Con éxito se han concretado los dos recientes atentados en especial este último de Bélgica, corazón de la Unión Europea.
El yihadismo ha logrado cruzar el Mediterráneo, penetrando el centro de Europa. Colocando en punto de quiebre el espacio europeo común, ese sueño que se concretizó en febrero de 1992 con el tratado de Maastricht, donde se ponía en marcha lo que se conocería como la Unión Europea. Ese sueño que posterior a la última gran guerra de Europa buscaba crear un espacio económico, de desarrollo y cooperación; un foro donde se dejaran atrás rivalidades antiguas entre culturas distintas que compartían el mismo espacio geográfico, para juntos lograr cambios en su favor.
Hoy el terrorismo ha hecho que los dirigentes políticos y jefes militares analicen la posibilidad de acabar con el Espacio de Schengen (Tratado que permite el libre acceso y circulación por los estados miembros de la UE.), restableciendo las fronteras interestatales, intentando con esta medida tener mayor control de las personas que entran y salen de sus países, para de un modo u otro evitar nuevos atentados en Europa. Esto también ha posibilitado que los extremistas de derecha restablezcan el argumento xenófobo, el mismo que provocó la Segunda Guerra Mundial y causó tanta destrucción, muerte y desolación en Europa a mediados del siglo pasado.
Lo acontecido en Bélgica ha echado sal a las heridas abiertas el 13N en París, tanto así que el Ministro de Interior belga, Jan Jambon, reconoció las fallas de seguridad que permitieron la efectividad de los últimos atentados.
Mientras esto ocurría, Estados Unidos al otro lado del océano, cerraba una herida de 90 millas y 60 años con Cuba, quizás intentando establecer la paz con los vecinos de al lado, anticipándose a un enemigo mucho mayor, más peligroso y con el cual tendrá una guerra más larga.
Los organismos de seguridad europeos nuevamente han demostrado sus grandes debilidades al no poder anticiparse o prevenir las acciones de Estado Islámico. De nada han valido las alertas cuando frente a ellos como cualquier ciudadano europeo, los terroristas han logrado penetrar sus ‘medidas de control', haciendo estallar cinturones cargados de explosivos en su aeropuerto y estación de tren.
Pero contrario a las películas de acción no ha salido un héroe dos minutos antes y asesinado a los terroristas, ni mucho menos desactivado los artefactos explosivos, evitando que se acreciente el número de víctimas civiles de esta guerra no declarada que no tiene un escenario geográfico concreto, mucho menos actores debidamente identificados, ni objetivos específicos, más que seguir debilitando las estructuras internas de los Estados, causar el terror en la población y golpear todo lo que representa la cultura occidental.
La consecuencia de todo esto es que poco a poco el fenómeno de la securitización, merma los derechos individuales y el estado de bienestar, ese derecho que costó sangre y vidas, que hoy de manera tácita es cedido a las fuerzas estatales de seguridad por parte de los individuos, entendiendo que existe un peligro colectivo, una amenaza global donde no hay espacios ni lugares seguros; donde lo que antes eran abusos a la privacidad y a las garantías individuales, hoy son parte de las mecánicas de prevención para poder subsistir bajo los conceptos de sociedad occidental.
Esto hace que se replante la situación del gasto en defensa versus el gasto en seguridad. Con la crisis económica de 2008, la mayoría de los Estados Europeos, recortaron su gastos de defensa nacional tal como lo señala SIPRI (Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo), pero posterior a el 13 N en París, los parlamentos en el caso de Alemania, Francia y ahora Bélgica han flexibilizado, dándole prioridad a la inversión en la seguridad nacional. Según estimaciones al 2019 el gasto europeo podría alcanzar los 50,000 millones de euros; intentando con esto garantizar la estabilidad social y la política de sus sistemas de gobierno que se ven cada día más enfrentados a una realidad que antes solo vislumbraban en el cine.
ABOGADO