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- 10/02/2022 00:00
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El 10 de febrero en la Federación de Rusia se celebra el Día del Diplomático. El año en curso marca el vigésimo aniversario de esta fiesta profesional que el Presidente Vladímir Putin estableció para resaltar los esfuerzos de muchas generaciones de los diplomáticos rusos en aras de la paz, seguridad y bienestar de nuestro pueblo.
El motivo por el que fue elegida esta fecha está relacionado con que el 10 de febrero de 1549 se inauguró el Posolsky Prikaz, el primer órgano diplomático central de Rusia. Este prototipo de la Cancillería actual se dedicó a asegurar condiciones externas favorables para el desarrollo político y económico del joven Estado que tan sólo empezaba a dar sus primeros pasos en el espacio euroasiático.
Desde aquel entonces la diplomacia rusa ha recorrido un largo trayecto que no solo convirtió a nuestro país en una de las principales potencias mundiales, sino que también contribuyó considerablemente al establecimiento de varios principios e instituciones fundamentales de las relaciones internacionales modernas. Permítanme citar un par de ejemplos. En 1899 y 1907 Rusia convocó las famosas Conferencias de Paz de la Haya que cristalizaron el primer intento de limitar la producción y almacenamiento de armas en Europa, sentando los cimientos del derecho internacional humanitario. Asimismo, los diplomáticos soviéticos desempeñaron un papel crucial en la construcción del orden mundial posguerra basado en la Organización de las Naciones Unidas, piedra angular de los esfuerzos internacionales para combatir el hambre, la pobreza, el cambio climático, el terrorismo y otros retos globales que la humanidad afronta en el siglo XXI.
Hoy en día el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia cuenta con una amplia red de misiones en el extranjero que incluye 146 embajadas, 91 consulados y 13 misiones ante las organizaciones internacionales. A través de este sistema los diplomáticos rusos aplican una política exterior independiente, consecutiva y transparente que busca fortalecer la seguridad e incrementar la prosperidad de nuestro país. Con este fin laboramos para establecer puntos de convergencia con todos nuestros socios en el exterior, potenciando cooperación fructífera de beneficio mutuo.
Nos complacemos en constatar que la etapa actual de la historia humana se destaca por el proceso irrevertible de democratización de la vida internacional. Se consolidan nuevos centros de poder en Asia-Pacífico, Latinoamérica y África cuyo crecimiento dinámico les brinda logros excepcionales en diferentes ámbitos. En este sentido, la diplomacia rusa se empeña en asegurar que la comunicación interestatal siga basándose en los principios universales de convivencia internacional reconocidos por cada país. Entre ellos cabe resaltar la supremacía del derecho internacional, el papel central de la ONU, la igualdad soberana de los Estados, la no intervención en los asuntos internos y el derecho de cada pueblo a elegir libremente las vías de su desarrollo.
Es lamentable que dicha tendencia objetiva se vea obstaculizada por las acciones irresponsables de ciertos países euroatlánticos liderados por Estados Unidos. En busca de mantener la ilusión de su dominio global ellos intentan sustituir las normas universales estipuladas en la Carta de la ONU por un concepto efémero de “orden basado en reglas” que socava la arquitectura establecida del sistema internacional. Al convocar coaliciones exclusivas que pretendan hablar y actuar en nombre de toda la comunidad mundial Washington se apropia del derecho a etiquetar cada Estado soberano como “democrático” o “autoritario”, “seguro” o “peligroso”, lo que traza nuevas líneas divisivas entre Naciones.
El ejemplo más reciente de estas actividades preocupantes es la inestabilidad en las fronteras occidentales de Rusia que EE.UU. y sus aliados están suscitando bajo la falsa premisa de que nuestro país se prepara para invadir Ucrania. Al ampliar la OTAN y su infraestructura militar hacia el este, enviar equipos militares ofensivos al régimen de Kíev y precipitar su integración euroatlántica, dichos países perjudican el principio de seguridad inseparable que según la Carta sobre la Seguridad Europea de 1999 impide que cualquier Estado del continente fortalezca su propia seguridad a expensas de la de otros Estados. Por lo tanto, esperamos que prevalezca el sentido común y la alianza transatlántica tome una postura constructiva sobre nuestras iniciativas de consolidar la seguridad europea, como lo hizo Washington el año pasado cuando a propuesta de Moscú se extendió el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas entre Rusia y EE.UU.
No obstante, es grato constatar que la mayoría de los países del planeta comparten nuestra visión del mundo multipolar justo y equitativo. En 2021 realizamos un flashmob mediático global “Nuestras Reglas Son la Carta de la ONU” que recibió un firme respaldo por parte de nuestros amigos en el mundo entero, así como las propias Naciones Unidas. Además, junto con nuestros socios chinos nos sumamos al recién establecido Grupo de Amigos en defensa de este documento. Más allá de la estructura de la ONU seguimos protagonizando interacción multifacética con el Grupo de los Veinte, los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái y otros foros multilaterales. En América Latina, Rusia siempre ha buscado establecer cooperación amistosa y mutuamente beneficiosa con todos los países de la región. En particular, se destaca nuestra relación con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que se desarrolla de manera sistemática en las esferas de comercio, exploración del espacio, educación y la lucha contra la pandemia del COVID-19.
El año pasado celebramos el trigésimo aniversario de las relaciones diplomáticas oficiales entre Rusia y Panamá. En este breve pero dinámico período de tan solo tres décadas los diplomáticos de ambos países alcanzaron éxitos importantes en nuestra interacción que goza del espíritu de simpatía mutua entre las dos Naciones. Se concertó una base jurídica bilateral que incluye, entre otros documentos, acuerdos intergubernamentales sobre las condiciones de supresión de los requisitos de visas, la conexión aérea y la cooperación en el campo de cultura, ciencia, educación, deporte y turismo. Nos da orgullo que en Panamá existe una amplia comunidad de egresados de las universidades rusas y soviéticas que aportan sus conocimientos para acelerar el desarrollo de su país. Estos logros inspiran nuestra labor para ofrecer a los estudiantes panameños las mejores oportunidades de obtener educación superior en la Federación de Rusia, por lo que en 2021 nuestra oferta de becas se quintuplicó de 4 a 20 cupos.
Estamos seguros de que existe gran potencial para profundizar aún más nuestra relación. Como afirmó el Presidente Vladímir Putin en diciembre de 2021, “Panamá capta la atención de empresas rusas como un centro importante logístico y financiero que ofrece oportunidades para traer mercancías, servicios y capitales para toda la región extensa de Latinoamérica”. Entonces seguiremos trabajando para dinamizar la cooperación ruso-panameña en las esferas de comercio, finanzas, inversiones, ciencia y tecnología para el beneficio mutuo de nuestros pueblos.
A través de su larga y gloriosa historia la diplomacia de Rusia siempre ha sido uno de los pilares de la defensa y promoción eficaz de los intereses vitales de nuestra Nación. Hoy Rusia se considera un garante natural de la estabilidad internacional y una voz imprescindible para afrontar cualquier problema de envergadura global. En busca de respuestas adecuadas a los desafíos globales del siglo XXI es sumamente importante actuar con anticipación, ofreciendo soluciones creativas e innovadoras para salir de puntos muertos. Es precisamente por eso que los diplomáticos rusos siguen adhiriéndose a los principios formulados por el canciller soviético Gueorgui Chicherin hace casi un siglo: “La diplomacia debe emplear un millón de instrumentos distintos pero salir adelante en vez de mantenerse paralizada en el mismo lugar; mejor ser el primero en actuar que reaccionar a lo que hacen los demás”.