Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
Maduro apunta a elecciones legislativas y envía un mensaje con indultos
- 05/09/2020 00:00
- 05/09/2020 00:00
Esta semana hemos sido testigos de un hecho sin precedentes en la política venezolana: el régimen de Nicolás Maduro ha emitido un decreto de indulto a favor de 110 presos políticos; unos con sentencias firmes y otros no, ya que los mismos permanecían recluidos en los calabozos de los diversos cuerpos de seguridad del Estado; todo con la intención de lavarse la cara y buscar la tan ansiada legitimidad ante la sociedad internacional, con el fin de alcanzar la perpetuidad, sobre todo frente a la Unión Europea.
Esto también muestra el deseo de encontrar una solución negociada, pacífica y electoral a la crisis en Venezuela, para desmarcarse del método puesto sobre la mesa desde Estados Unidos, de sanciones individuales, de elevación de la presión y del aislamiento internacional de un régimen, con clara intención de favorecer la narrativa de la candidatura Demócrata de Joe Biden, en perjuicio del presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump.
Todo esto no es otra cosa que aplicar efectivamente la máxima de la guerra de “divide y vencerás”, donde se busca acrecentar los conflictos, las diferencias y las tensiones entre las agendas particulares, y la necesidad cada vez más clara de una unidad de propósito y de acción y una alternativa democrática que –alrededor de la figura de Juan Guaidó– había decidido no acudir a las elecciones del 6 de diciembre de 2020.
Toda esta estrategia, le brinda un beneficio adicional al régimen de Maduro, que no es otro que la ejecución de una maniobra de distracción de la opinión pública frente a los conflictos dentro del llamado 'Gran Polo Patriótico' con organizaciones como 'Patria Para Todos', 'Movimiento Tupamaro', Partido Comunista Venezolano, entre otros.
Ahora bien, todo lo sucedido en Venezuela es un panorama que nos hace palpable lo que tanto vemos en las aulas de clase de carreras como ciencias políticas y relaciones internacionales, en términos de estrategia.
Al régimen de Nicolás Maduro le es completamente vital lavarse la cara y recuperar un poco de legitimidad internacional, mostrando un proceso electoral plural –en apariencia, porque en realidad coaccionaría a los candidatos a partir de su libertad por vía del indulto–. De lo contrario, continuaría su desgaste hacia una muerte política, sumada al agravamiento de la pandemia, lo cual dejaría claro que las sanciones impuestas por Donald Trump desde Estados Unidos, en conjunción con otros actores, han sido efectivas para debilitar al régimen venezolano.
. El régimen es consciente de que no hay nada más valioso y sensible para un preso injustamente encarcelado que su libertad, razón por la que trata de jugar con las mentes de quienes estaban tras las rejas.
El riesgo latente es que, dado que el régimen de Maduro sigue manteniendo el control territorial y del ejercicio de la violencia en Venezuela, simplemente los excarcelados se constituyan en “fichas de cambio”, que de no participar en las elecciones del 6 de diciembre de 2020, podrían volver a prisión.
Eso sin tomar en consideración elementos más técnicos y jurídicos, como por ejemplo que, conceptualmente no es lo mismo un “sobreseimiento” que es un pronunciamiento jurisdiccional que pone fin al proceso, extingue la acción y pasa en autoridad de cosa juzgada, por lo que no existe ningún delito y por ende no hay sentencia firme, por lo que el acusado queda liberado de todo hecho a un “indulto”, que es una concesión graciosa de “perdón” del presidente de la República ante la pena establecida por sentencia firme a un condenado.
Un ejemplo de esta diferencia entre las figuras de sobreseimiento e indulto se halla en que a Hugo Chávez le fue sobreseída su causa por el golpe de Estado de 1992, en tiempos del gobierno de Rafael Caldera II (1995-1999), no así indultado, porque de lo contrario, no habría podido concurrir como candidato a las elecciones de 1998, que ganaría a la postre.
Por consiguiente, estamos en presencia del juego macabro de un régimen acorralado que se encuentra en medio de una problemática existencial, para el que el fin justifica los medios, y donde el objetivo no se encuentra dentro de Venezuela.
Además, se trata de un sistema que tiene el control de las variables y actores, jugando a la distracción, cuyo talón de Aquiles es el escenario internacional, que le presiona y le quita margen de acción, por lo cual es imperativo cambiar las percepciones, en búsqueda de legitimidad.