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- 21/12/2019 00:00
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Este miércoles la Cámara de Representantes de Estados Unidos dio luz verde al juicio político —impeachment— contra Donald Trump, una amenaza largamente anunciada por el Partido Demócrata, que cuenta con mayoría en el hemiciclo y que hasta ahora ha demostrado su disposición de ir hasta las últimas consecuencias del proceso.
Acusado de abuso de poder y obstrucción del Congreso, ambos cargos están ligados a las presiones que Trump habría ejercido sobre el Gobierno de Ucrania para investigar al que se considera su principal rival en los comicios de 2020, el exvicepresidente Joe Biden.
La jugada de los demócratas se presenta complicada y arriesgada, un juicio fallido o la incapacidad de convencer al electorado de que el presidente es capaz de cometer esos delitos, hace de esta estrategia un arma de doble filo que podría consolidar la reelección del magnate inmobiliario.
Pensada en principio como una medida para evitar una deriva autoritaria del jefe de la Casa Blanca, la primera enmienda de la Constitución estadounidense concede a la Cámara Baja Cámara del Congreso el poder para iniciar juicios contra altos cargos públicos, incluido el presidente del país. Cumplida esta fase, el impeachment pasa al Cámara Alta, donde comienzan los problemas para los demócratas.
El primer gran obstáculo es conseguir los votos en el Senado, en manos de los republicanos.
De los 100 escaños de la Cámara Alta, el partido de Trump cuenta con 53 frente a los 47 escaños demócratas. Estos últimos necesitan dos tercios de los votos, es decir, conseguir que por lo menos 20 republicanos cambien de bando, un escenario muy improbable en las circunstancias actuales.
De hecho, mientras el Partido Republicano se mostró monolítico en la pasada votación contra el impeachment, los demócratas tuvieron tres representantes que rompieron la disciplina del partido y no respaldaron la iniciativa.
Así las cosas, el juicio político se disputará ante todo en el terreno mediático y de percepción del electorado, quienes podrían persuadir a los senadores republicanos de retirar su apoyo a Trump si sienten que la defensa de este pone en peligro su futuro electoral.
De allí que, aunque el propio presidente admitiera las llamadas en las que “presionó” a un gobierno extranjero para beneficiarse; testigos confirmaron cómo el mandatario condicionó ayuda federal a los ucranianos para investigar a Biden; o que Trump prohibiera a sus asesores testificar; el principal problema de los demócratas es la opinión pública.
Frente a esto, la Casa Blanca lo tiene claro al desdeñar el impeachment como “un circo” y presentar la estrategia demócrata como campaña injusta contra el mandatario.
“Fui enjuiciado políticamente anoche sin un solo voto republicano con la continuación de los demócratas que no hacen nada en la mayor Caza de Brujas de la Historia de EEUU”, fustigó Trump este jueves desde cuenta de Twitter.
El líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, se expresó en la misma sintonía: “seamos claros: el voto de ayer (miércoles) de la Cámara (Baja) no fue un juicio neutral. Fue el final predeterminado de una cruzada partidista”.
El fracaso del informe Mueller, que confirmó que Rusia “influyó” a favor de Trump en 2016 pero evitó acusarlo de delitos graves que dieran pie a un juicio en su contra, fue asumido por el mandatario como una victoria política y reforzó la versión de un presidente “perseguido” por el establishment; un antecedente que juega a su favor en la lucha por la opinión pública.
En un país cada vez más polarizado, la apuesta demócrata podría buscar reproducir un escenario similar al que enfrentó Richard Nixon (1969-1974), que a medida que avanzaba el juicio y surgían más pruebas en su contra, paulatinamente perdió los apoyos que lo empujaron a renunciar para evitar su destitución.
Sin embargo, Trump no es Nixon ni tampoco el escándalo con Ucrania ha tomando la misma fuerza que Watergate.
A menos de un año para las elecciones y luego de meses de estar en la palestra el tema del juicio, la estrategia demócrata no parece estar surtiendo efecto.
De acuerdo con los datos de la web especializada en sondeos electorales Five Thirty Eight, a pesar de que el rechazo a Trump ronda el 52%, se mantiene firme su respaldo en un 43%, perdiendo solo dos puntos desde que inició su mandato.
El avance del impeachment tampoco parece cambiar mucho las posiciones como lo esperaban los detractores de Trump.
La encuesta de la firma SSRS y la cadena CNN refleja que para finales de noviembre el 85% de los encuestados mantenía una posición clara, a favor o en contra del juicio. El 15% restante, que podría verse persuadida por el asunto, simplemente no mostró interés en tema.
Aún peor, entre los votantes republicanos un 90% se mostró favorable al mandatario y tan solo el 10% consideró la opción de la destitución, según una encuesta de la firma Axios publicada este mes.