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- 26/09/2023 14:04
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Una imagen inédita: la de un presidente de Estados Unidos en ejercicio, Joe Biden, junto a trabajadores del sector automotor en un piquete en el estado de Michigan (norte) para expresarles su apoyo y decirles que merecen una subida salarial.
La Casa Blanca lo calificó incluso de hecho “histórico”.
Con una gorra de béisbol y megáfono en mano, el demócrata se dirigió a los obreros del Sindicato de los Trabajadores del Automóvil Unidos (UAW, por sus siglas en inglés) y reconoció "los sacrificios" realizados por ellos para salvar la industria en 2008.
Por eso merecen "un aumento significativo" del sueldo, aseguró.
Biden, en campaña por su reelección en 2024, se vuelca con el sindicato que se enfrenta a los tres gigantes del sector, General Motors, Ford y Stellantis.
Los obreros esperaron al presidente con impaciencia frente a la entrada de la fábrica de Wayne, donde una decena de huelguistas hacían un piquete, entre carteles que pedían "salvar el sueño americano" y una fogata cerca de una tienda de campaña.
"Es un apoyo muy importante, pues cree en aquello por lo que peleamos. Eso me llena de orgullo", dijo a la AFP uno de los trabajadores, Patrick Smaller, de 56 años.
A él no le cabe duda de que el UAW debe apoyar al presidente en las urnas.
Biden consiguió robar protagonismo a su predecesor, Donald Trump, favorito para la nominación republicana a las presidenciales y por lo tanto su posible rival electoral.
Lo hizo adelantándose un día a Trump, quien acudirá el miércoles a Michigan para intentar convencer a los obreros de que le ayuden a reconquistar la Casa Blanca.
El republicano acusa al demócrata de haberle robado la idea para hacerse una foto. "Nada más que una mala sesión fotográfica", lo resumió el portavoz de Trump, Jason Miller.
Biden quiere demostrar que es el defensor de la clase obrera, de los sindicatos y artífice del resurgimiento de la industria estadounidense.
Pero a sus 80 años, el presidente, que suele ser objeto de críticas por su estado físico en cada uno de sus desplazamientos, es consciente de que el conflicto en esta industria clave puede costarle caro a la economía estadounidense.
Aun así estima que los empleados deben beneficiarse de las "ganancias récord" de las empresas.
"No nos implicamos en las negociaciones" entre sindicato y empresas, dijo su portavoz, Karine Jean-Pierre, consultada sobre si el mandatario tomaba partido por alguna de las partes.