La Ciudad de Saber conmemoró su vigésimo quinto aniversario de fundación con una siembra de banderas en el área de Clayton.
- 12/06/2022 00:00
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Hoy la Federación de Rusia celebra su principal fiesta nacional – el Día de Rusia. Hace exactamente 32 años se aprobó la Declaración de la Soberanía Estatal de la Federación de Rusia que dio inicio a la etapa contemporánea de la historia de nuestro país. Para todos los ciudadanos de Rusia este importante aniversario simboliza la perseverancia de las tradiciones y valores rusos que nuestros ancestros han logrado preservar, superando las innumerables perturbaciones y tragedias que sobrevivieron a través de los siglos. La fecha transcendental que marcamos el día de hoy nos sirve para volver a resaltar la inmensa riqueza natural de nuestra Patria, su enorme y diverso patrimonio cultural, las inestimables contribuciones de muchas generaciones de científicos rusos al desarrollo tecnológico de la humanidad.
En las últimas tres décadas Rusia ha recorrido un largo trayecto. Tras la abrupta desintegración de la URSS, el suceso que el PresidenteVladímir Putin llamó “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”, nuestro país atravesó un desafortunado período de precariedad económica, inestabilidad política y falta de seguridad pública. Frente a estos desafíos históricos el pueblo multinacional de Rusia logró harmonizar sus esfuerzos con vistas a construir una Patria prospera y fuerte. Así nuestro país potenció una impresionante recuperación que le convirtió en una dinámica economía de mercado con un sistema político sólido y equilibrado. De este modo, la Federación de Rusia ha reivindicado su posición natural de un gran actor euroasiático que aboga por un sistema internacional democrático y equitativo que se asiente sobre los firmes cimientos del Derecho Internacional estipulados en la Carta de la ONU.
No es casualidad, entonces, que nuestra lucha por la multipolaridad que emprendimos junto con las potencias emergentes de Asia, África y Latinoamérica provocó resistencia feroz por parte del así llamado “Occidente colectivo” que busca mantener su hegemonía global cueste lo que cueste. Esta actitud irresponsable que niega a las naciones soberanas su derecho legítimo a determinar independientemente su propio destino constituye la causa fundamental de la crisis actual en torno a Ucrania. Al ampliar sistemáticamente la OTAN hacia el este, instalar su infraestructura militar en la proximidad inmediata de las fronteras rusas y cultivar el nacionalismo ucraniano agresivo que ha sido perpetrando un genocidio abierto contra la población rusoparlante en los últimos ocho años, los Estados Unidos y sus aliados violaron flagrantemente el principio de indivisibilidad de la defensa en el continente europeo, creando una amenaza directa y aguda que es completamente incompatible con la seguridad nacional de la Federación de Rusia a largo plazo.
En el contexto de la operación militar especial que Rusia está realizando en Ucrania y las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, las potencias occidentales están librando una guerra de información antirrusa sin precedentes. Esta ridícula histeria mediática acompañada del aluvión de sanciones económicas más extenso de la historia humana tiene por objetivo borrar todos los logros que Rusia ha cristalizado en las pasadas décadas, convirtiéndola en un país secundario, un paria absoluto en la comunidad internacional. Al mismo tiempo, los nuevos suministros de armas de largo alcance al régimen kievita por parte de los países euroatlánticos vuelven a resaltar su indiferencia total hacia el destino de la población civil de Ucrania que Washington sigue utilizando como una moneda de cambio en su ofensiva híbrida contra nuestro país.
En la última ronda de acusaciones absurdas, se plantea culpar a Rusia de supuestamente haber provocado una crisis alimentaria global por impedir la salida de graneleros de los puertos ucranianos. De hecho, la propia ONU reconoce que los problemas que está viviendo ahora el sector alimentario no fueron engendrados por el conflicto bélico actual, sino que surgieron hace más de dos años con el inicio de la pandemia del COVID-19. Más aún, cabe resaltar que la subida de un 50% que experimentaron los precios de la comida en 2019-2022 fue causada, en gran medida, por las políticas fiscales y energéticas insensatas del Occidente. En cuanto a la libre navegación de la marina mercante en el mar Negro y el mar de Azov, es evidente que las minas instaladas por Ucrania representan el mayor obstáculo al respecto. Rusia está comprometida con facilitar el paso seguro de los graneleros, pero no podrá completar esta tarea antes de que se desminen las áreas marítimas que permanecen bajo el control ucraniano.
Mientras tanto, lo que realmente debería preocupar a los analistas internacionales son las sanciones que los Estados Unidos y la Unión Europea impusieron contra Rusia en el sector logístico, rompiendo así las cadenas de suministro del grano y fertilizantes rusos. Estas medidas ilegítimas restringen el acceso de los consumidores al 15% de las exportaciones de trigo y el 25% de las exportaciones de abonos a nivel mundial. La indecisión de las potencias occidentales ante la necesidad urgente de levantar dichas restricciones arbitrarias evidencia lo poco que les importa el bienestar de los amplios sectores populares de los países en desarrollo que resultan las principales víctimas de la presente crisis alimentaria y energética.
Me es grato resaltar que bajo toda esa enorme presión Rusia no se ha quedado sola. Contamos con el firme apoyo de nuestros socios en Asia, África y Latinoamérica, así como una parte importante de los círculos políticos, sociales y académicos del mundo entero que no están dispuestos a tolerar el enfoque autoritario y unilateral que Washington profesa en las relaciones internacionales, ni sacrificar su bienestar y seguridad económica a favor de los intereses de la industria militar occidental. Rusia siempre está abierta a entablar el diálogo y fomentar la cooperación mutuamente beneficiosa con cualquier Estado que comparta nuestra visión de un mundo multipolar guiado por el principio de igualdad soberana de las naciones.
En este sentido, me permito referirme a los avances que ha experimentado la relación ruso-panameña en los últimos años. En 2021 nuestro comercio bilateral aumentó en más de un 50%, gozando del creciente interés y dinamismo por parte de los sectores empresariales de ambos países. El mismo año con el apoyo de la extensa comunidad de los egresados panameños de las universidades rusas y soviéticas, nuestras naciones elevaron su cooperación educativa a otro nivel, incrementando el número de becas que nuestro Gobierno ofrece anualmente a los estudiantes panameños de 4 a 20. También realizamos varios acercamientos políticos importantes, inclusive las visitas a Panamá de las delegaciones del Ministerio de la Industria y Comercio de Rusia y del Fondo de Innovaciones “Skolkovo”, así como una conversación entre nuestros Cancilleres en el marco de la semana de alto nivel del 76º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. No cabe duda que Rusia y Panamá seguirán profundizando y dinamizando su interacción fructífera en diversas esferas en aras del beneficio mutuo de nuestros pueblos.
En la coyuntura geopolítica actual, Rusia afronta una serie de desafíos existenciales. No obstante, estamos seguros de que el Estado ruso, su sistema económico, nuestra gran cultura, valores y tradiciones se mantendrán y superarán todas las dificultades con éxito y dignidad, como ya lo lograron hacer reiteradas veces a través de su larga historia. Junto con nuestros amigos en la palestra internacional, seguiremos apostando por un orden mundial multipolar que favorezca el progreso, bienestar y desarrollo sostenible de todo nuestro planeta en un ámbito de respeto, igualdad y beneficio mutuo.
¡Feliz Día de Rusia!