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Vázquez: ‘El mejor regalo que podemos darle a nuestros hijos es trabajar en nuestra propia sanación’
- 18/07/2024 16:25
- 12/07/2024 20:28
Dicen que las buenas historias son contadas por aquellas personas con vivencias de superación, de lucha y de perseverancia y Zenia Vásquez puede ser testigo en carne y hueso de tal frase. La abogada, activista y autora del best-seller “Solo el amor es real” llegó a las instalaciones de revista MIA junto a su equipo y no bastó un segundo para que atrapara a los presentes en diferentes conversaciones y risas.
Durante su vida, la veragüense ha ejercido cargos donde previo a su participación, solo hombres tomaban la batuta. Fue jefa de gestión en aeronáutica civil, corregidora y es conocida como la primera mujer en ejercer la dirección de la Secretaria General de la Contraloría General de la República en sus 90 años de historia.
Pero a pesar de marcar todas las casillas en cuanto a cargos públicos, logros profesionales y sueños por cumplir, hay uno que abraza con gran alegría en comparación a los demás: ser madre. Vásquez compartió junto a revista MIA todo sobre ese rol materno que brinda a sus dos hijas Isabella Sofía y Sara Camila, las enseñanzas que les ha dado y lo que desea para el futuro de la niñez panameña. Además, contó sobre las lecciones que la vida le ha brindado, cómo logró superarse aun cuando las probabilidades parecían estar en su contra y los sueños que ha cumplido, convirtiéndose en un ejemplo e inspiración para millones de mujeres panameñas y de la región latinoamericana.
La primera sería “auténtica”. Siempre digo “es mejor que te odien por ser quién eres a que te amen por ser quién no”.
Me describo como una persona amorosa. Creo que dar amor es el mayor regalo que podemos ofrecer y siempre vamos a recibir esa misma energía hacia atrás. Por último, no lo digo yo pero las personas me describen como alguien resiliente.
Su transparencia. Mi madre es la persona más honesta y trabajadora que he conocido.
Mi infancia estuvo llena de experiencias traumáticas, abuso y violencia que irónicamente han formado la mujer que soy en el presente. He creado la fundación “Yo te creo” que se enfoca en la prevención de la violencia y abusos sexuales en la niñez y adolescencia.
Creo que nuestras experiencias, buenas o “malas” son experiencias valiosas, porque tu decides si te transforman o te destruyen. Mientras elijas la transformación, puedes aportar y ser un regalo para el mundo y siempre lo he escogido.
Creo que todos tenemos una chispa divina dentro. Siempre he creído que Dios está dentro de mí y dentro de todos. Incluso dentro de mis detractores, por eso también soy muy compasiva.
Y si creo que Dios está dentro de mí, entonces solo necesito eso para avanzar en la vida, por muy mal que parezcan las cosas que nos suceden. Porque hay veces en que las experiencias no son las que queremos, pero así como agradecemos lo bueno, también tenemos que agradecer lo que creemos que es malo. Agradecer bendice tu proceso, y eso es lo que he hecho a lo largo de mi vida.
Creo que Dios es amor, y por eso, solo el amor es real.
Esta es la energía sanadora más poderosa que existe en el universo. Si viviéramos de ella, no existirían las guerras, el odio, la toxicidad en las redes sociales, la toxicidad laboral o en la vida familiar.
Por eso creo que Dios es amor y solo el amor es real.
Las emociones no son buenas ni malas, son energía para actuar. De pequeña sentía mucha ira por el abuso que vivía, pero era ese sentimiento el que no me permitía rendirme. Se trata de entender que las emociones son visitas: así como llega, se tiene que ir.
Y sabes que vas avanzando en la vida cuando esas visitas duran menos tiempo, pero eso todo dependerá de ti y tu capacidad para gestionar tus emociones.
Lo número uno es cómo gestionas tus emociones. Es importante sentirlas por un momento, pero saber manejarlas y que no te frenen.
También tenemos que aplaudir el día a día y los pequeños logros que tenemos. La autoconfianza y el amor propio son importantes al igual que no subestimarte. Tenemos una creencia que ser humilde significa no aceptar cumplidos, pero se trata de aceptarlos y no elevarnos. Es importante honrar lo que somos por encima de todo y ser auténticos.
Que crean en ellas sin importar lo que los demás digan. Aunque el mundo entero, e incluso yo que soy su madre las frene, deben creer en sí mismas y sus sueños. A veces los padres tenemos miedos y para protegerlos, les cortamos las alas. Quiero que sean auténticas, que luchen por sus sueños y que no dependan de la aprobación o los aplausos de nadie para ser felices.
Antes de ser madre tenía miedo de que no lo iba a lograr porque no lo iba a hacer bien. Había leído que las personas que habían recibido mucha violencia y abuso en sus vidas tienden a repetir con sus hijos dicho ciclo. Pero mi esposo me enseñó y me probó que precisamente el mejor regalo que podemos darle a nuestros hijos es trabajar en nuestra propia sanación. En el presente creo que sigue siendo el mismo temor. Cuando mi esposo partió pensé que no iba a poder sostener la calidad de vida que mis hijas tenían.
Fue una etapa muy difícil, un proceso muy oscuro, pero ya han pasado cinco años y he podido de manera milagrosa. Por eso siempre digo, “Dios no sabe quedar mal”. Aun tengo temores, pero es importante manejar esas emociones y no dejarlas alojarse en tu interior.
Las personas. Me llena conectar con las personas como Zenia y no con un cargo. Me encanta echar cuento, conocer a quién tengo enfrente y poder ayudar. Creo que vinimos a este mundo a amar y a dejar huellas, no cicatrices.
Con un Panamá de paz y transparencia. Donde reine la meritocracia. Deseo un país donde la educación, la salud y la seguridad sea la prioridad. El cambio no solo depende del nuevo gobierno, sino de todos. El cambio inicia cuando todos aportamos algo positivo al mundo.
1. Seguridad.
2. Un sistema educativo con enseñanzas sobre emprendimiento, finanzas y demás. Los facilitadores deben ser capaces de brindar un ambiente seguro para los niños que de bienvenida a sus ideas y propuestas.
3. Que conozcan y practiquen el amor propio para evitar una adultez rota.