Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 21/11/2024 00:00
- 18/11/2024 15:16
“Aunque estoy enamorada de mi pareja, me gusta otra persona”, exclamó una amiga con cara de culpa. La infidelidad es una medusa con muchas cabezas y cada cabeza puede tener un nombre diferente. Para algunos la infidelidad puede estar dada por el coito extramatrimonial, y para otros, hacer sexting, coquetear o el simple hecho de fantasear con otro puede ser sinónimo de traición. Me pregunto si en alguna medida el sexo está sobrevalorado, si una relación es frágil si depende exclusivamente de la monogamia, condición que en términos antropológicos puede ser incluso contraria a “nuestra naturaleza”. ¿Estamos hechos para que nos guste una sola persona?
Bien sabemos que la infidelidad es una situación indeseada pero frecuente. Si lo vemos en cifras, de acuerdo con el estudio “infidelidad 2020”, el 67 % de los encuestados reconoció que cometió una infidelidad. Por cierto, dicho estudio situó a Panamá como el sexto país más infiel de Latinoamérica.
Si sabemos esto, ¿por qué valoramos a nuestra pareja en función de su comportamiento sexual? ¿Por qué anhelamos que nos sean fieles? O incluso ¿por qué hay parejas que demandan fidelidad donde no hay encuentro sexual? ¿Qué conlleva la represión sexual?
Las nuevas generaciones parece que están entendiendo lo complejo que puede ser llevar relaciones de pareja y están vislumbrando nuevas formas de configurar dichas relaciones: relaciones abiertas o relaciones poliamorosas. En las primeras hay un compromiso emocional, pero se goza de libertad sexual, mientras que en las segundas hay un vínculo afectivo entre más de dos personas.
Este tipo de relaciones puede correlacionarse con el aumento de la esperanza de vida respecto a nuestros antepasados –que además se estima seguirá aumentando-, lo que hace que se ponga sobre el tapete la longevidad que sufrirán las relaciones; no es lo mismo ser fiel en un matrimonio que dura 20 años que otro que durará 60. ¿El matrimonio mutará? ¿Las personas se unirán de una forma más libre? ¿La fidelidad pasará a un segundo plano? Posiblemente, quizás a usted, querido lector(a), o a mí nos cueste entenderlo, pero no por ello dejará de pasar. ¿Queremos un amor romántico eternamente fiel o un amor que sea capaz de mutar y sostenerse en el tiempo?
Evidentemente, una cosa es gustar y otra amar; amar requiere de tiempo y de un compromiso superior con el otro, y en ese sentido, creo que el amor es amor. Nos toca preguntarnos si nos hace más daño reconocer abiertamente que a nuestra pareja le puede gustar otra persona, o descubrir ese mismo hecho, pero de forma clandestina. No tengo una respuesta clara a esta interrogante, solo sé que alguna vez me han sido infiel, y alguna vez también lo he sido...