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Annabell Quintero: ’El cambio es el verdadero reto de la moda’
- 25/03/2024 10:58
- 21/03/2024 14:42
Los días de Annabell Quintero pasan entre telas, hilos y texturas, las paredes de su ‘atelier’ no solo resguardan sus diseños, también la pasión, el amor y la experiencia que compone cada fibra de su trabajo, lo que es incuestionable cada vez que habla de su labor.
En este mismo espacio, la diseñadora de modas conversó con ‘Mía’ sobre su trayectoria en la industria textil panameña, su día a día en el ‘atelier’ así como su último desfile de modas, ‘Reencuentro’, en el cual tuvo la oportunidad de reconectar con una parte de su pasado y a la vez decir presente en la siempre cambiante escena fashionista del país.
Comienzo hace 30 años haciendo cosas para mí y luego para mis hijos. En ese entonces pertenecía a una asociación ecuatoriana de aquí y siempre me preguntaban quién me hacía la ropa, y a mí me daba pena decir que yo misma la hacía. Panamá tiene una influencia estadounidense, así que realmente no necesitan costureras y comprar ropa hecha es muy normal.
Mi madre, [en Ecuador] toda la vida nos cosió porque éramos tres hermanos, pero lo hacía para ir los domingos a la misa. Era religioso ir con vestiditos nuevos y con un detalle en la cabeza. La veía a ella, pero nunca pensé que sería diseñadora. Lo que pasa es que cuando llegué a Panamá saqué esa parte creativa que estaba dentro de mí y ha sido la mejor decisión de mi vida.
Poco a poco la gente me fue conociendo, y un día una amiga me dijo: ‘¿Por qué no hacemos un desfile de modas?’, porque en la Asociación de Damas Ecuatorianas había una modista de Ecuador que ayudaba en un centro de salud en Colón y la causa me llamó la atención. Así hicimos un desfile de modas en el Club Interamericano de Mujeres con 150 personas.
Tengo diez años de haber participado en mi último ‘Fashion Week’ y esta fue mi oportunidad de que la gente supiera que sigo activa en el diseño. Pensé y dije que esta colección la llamaría ‘Reencuentro’; llamé a todas las chicas que han sido Miss Panamá para modelar, gracias a Dios y a la Virgen todas aceptaron, dijeron: ‘Sí, te vamos a apoyar’. [Al encontrarnos todas] fue maravilloso porque cada niña que en su momento fue miss, hizo su mundo cada una por su lado porque llegaban, se abrazaban y más que verlas en mis vestidos era sentir que se guardaban cariño después de tantos años. Fue una experiencia lindísima, es lo que yo hago y me hace feliz, pero lo más bello fue ver que ellas se veían lindas, y la disponibilidad para apoyarme; me siento muy bendecida de tenerlas en mi vida.
Cuando tengo una pasarela siento como una bilirrubina que me conecta y no me apago, siento que sigo efervescente porque es que me encanta y no hay nada más lindo que hacer lo que uno le gusta. Es como cuando tú tienes un vestido preferido y te lo pones 10 veces, te dices: ‘Ay, a mí no me importa. Yo me siento bien’, es lo mismo.
Vengo a mirar todas las telas, juego con ellas, pienso en una clienta y así se me va el día. Aquí puedo entrar a las 8:00 a.m. e irme a las 10:00 p.m., pero siempre estoy creando. Soy una persona social, pero no me gusta ir a todos los eventos, prefiero estar en mi ‘atelier’ que en otro lado. Disfruto más esto.
Desafíos hay todos los días. La primera vez que me invitaron a un desfile de modas con todos aquellos diseñadores que eran lo máximo en Panamá, estando en la pasarela con ellos... yo me sentía como una hormiga. Todos mis vestidos los llevé en bolsas de basura porque me daban pena, pero después cuando sentí los aplausos y vi el positivismo de la gente que me apoyaba, me dije que no valía la pena seguir pensando así. Hay cosas que sí se te quedan e indiscutiblemente son un desafío, al menos en la moda, porque cambia constantemente, cada tres o seis meses. Vivimos en constantes cambios y ese es el verdadero reto.