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- 09/02/2022 06:32
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Los colores han invadido con fuerza y alegría más de 1.000 casas del Cerro de San Cristóbal, la colina tutelar de Lima, al crear el mural urbano más grande de Latinoamérica, unir a sus vecinos y dar esperanza de un cambio positivo a una de las zonas más humildes de la capital peruana.
A partir de este martes, desde varios rincones del centro histórico de la ciudad se puede admirar una monumental y colorida representación de un telar andino que lleva la característica chacana (cruz andina prehispánica) pintado en las fachadas de las casas del barrio de Leticia, ubicado en el Cerro de San Cristóbal y convertido en un enorme lienzo de 320.000 metros cuadrados.
"Creo que la experiencia que comparte cada vecino es lo que le da sentido a todo, que nos digan que antes todo era gris y estaba sucio y que ahora quieren abrir las ventanas, o que el camino de vuelta a casa del trabajo es más lindo, hace que el esfuerzo no haya sido en vano", explicó a Efe Carla Magán, artista e ideóloga de esta obra.
El barrio de Leticia se ubica a tan solo unos minutos caminando del centro de Lima y es una de las tantas áreas informales de la capital del país en las que no hay carreteras ni accesos para vehículos y las casas se construyeron desde la llegada masiva de migrantes, hace décadas, de otras regiones del país.
"Ahora las autoridades están tomando conciencia de lo importante que son los cerros, están olvidados ya que crecieron de forma abrupta sin ningún tipo de planificación técnica y estos proyectos sirven para tomar conciencia de estas comunidades muy cerca del centro", añadió a Efe Daniel Manrique, un vecino del barrio que ha sido otro de los propulsores del proyecto.
Ahora, mientras las ancianas bajan con cuidado las empinadas escaleras del cerro, los niños juegan y corren en las calles amarillas, turquesas o rosas y frente a fachadas relucientes que se lucen en lo que hace apenas un año era un barrio muy difícil.
"Chakanas multicolor" es el nombre de este proyecto impulsado por Arcoiris, de la empresa de pinturas Qroma, que ha dejado más de mil casas, muros, rocas, el colegio y cada detalle del barrio lleno de color y esperanza de que los visitantes lleguen a reavivar la zona.
El proyecto ha sido un fin en sí mismo, ya que se concretó con el esfuerzo de un grupo de hombres y mujeres del barrio que unió a todos los vecinos, quienes han dejado sus casas como lienzos y han aprendido nuevas técnicas de pintura.
"Una de las cosas que queríamos erradicar como estigma era el tema de sentirse avergonzado de vivir en un barrio como este, conocido por la delincuencia, las drogas o la violencia. Los chicos nunca decían que eran del Cerro de San Cristóbal, pero ahora como está visibilizado en prensa, en fotos o sus propios amigos, orgullosamente dicen, yo soy del cerro de colores", dijo Magán.
Percy, un vecino del barrio que formó parte del equipo que pintó durante diez meses esta gran obra, agregó que se siente "feliz de vivir" en el San Cristóbal, ya que "ahora el barrio está más bonito y limpio y resalta desde toda la ciudad".
"Los turistas son bienvenidos", afirmó a Efe antes de asegurar que hay mayor seguridad, mientras que, desde una casa amarilla y naranja, Margarita comentó lo "lindo que está el barrio y su hogar", aunque dijo que la delincuencia sigue en la zona más alta del cerro.
"Lima antes de la conquista estaba ocupada por pueblos milenarios y en esta época queremos resaltar nuestra identidad ancestral", explicó Manrique, quien lideró el equipo de pintura para el que usaron colores muy llamativos, propios de la cultura andina.
Además de las fachadas, que forman el manto con las líneas romboides de las chacanas, la intervención artística cuenta con murales hechos por 14 artistas que suponen un homenaje y recuerdo de la cultura ancestral y guiños al barrio para visitantes y vecinos.
En el Cerro San Cristóbal es muy característica la figura de los cargadores de agua, personas que por unos soles subían a cuestas toda la colina para llevar agua a quien lo pidiera, un oficio que sigue en la actualidad y que se ve retratado en las fachadas.
La comunidad de artistas y promotores del proyecto espera que además de convertirse en un punto turístico, este gran mural sea un elemento de cambio y réplica para que en otras zonas se presenten más oportunidades y mejore la calidad de vida de sus vecinos.
"Queremos impulsar la transformación y el cambio de espacios públicos, y lo entendemos no necesariamente desde un punto de vista asistencialista de simplemente donar pintura, nuestro rol va más allá, tenemos que trabajar e interactuar con la comunidad y diseñarlos juntos", declaró a Efe el presidente ejecutivo de la empresa Qroma, Rodrigo Mejía.
Con orgullo y emoción, Magán concluyó que "nunca antes" se ha hecho algo similar en Perú, pero ahora cree que "poco a poco" se irá "mejorando la identidad propia" de su comunidad.