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Eficiencia de medidas de valuación económica
- 11/08/2018 02:01
Panamá clasifica entre las economías más competitivas tanto de la Región de América Latina y El Caribe (ALC) como a nivel mundial. Esta clasificación, sumada al crecimiento acelerado confirmado en el Producto Interno Bruto (PIB) reportado durante los últimos períodos, proyecta un nivel de salud financiera de la cual se esperaría la población en general gozará de prosperidad, y bienestar y calidad de vida. Sin embargo, los acontecimientos económicos sociales que se viven día a día a nivel nacional reflejan lo contrario.
Esta discrepancia, que nace entre cifras y realidad, lleva a cuestionar las medidas de valuación económica, cuestionamiento que se expresa no solo a nivel doméstico, pero también internacional. Por ejemplo, economías influyentes como Estados Unidos e Israel con uno de los mayores PIB a nivel mundial reportan una de las tasas de pobreza más elevadas (16.8% y 19.5%) entre economías avanzadas.
Por tal razón, es fundamental que las interpretaciones del PIB como de otras medidas de valuación sean realizadas con la claridad y la propiedad adecuada, de lo contrario los participantes de una economía, principalmente aquellos que no gozan de prosperidad y calidad de vida, terminan cuestionando cómo un país con acelerado crecimiento económico continúa reportando cifras negativas con respecto a áreas sensitivas como lo son la educación, salud, pobreza, entre otras.
Con relación al PIB, existen criticas sobre a qué extensión la medida es adecuada para el estudio y comparación de economías. Por ende, se pondría en duda que un acelerado crecimiento no es reflejo de superioridad e influencia económica sino se explica de manera correcta.
Para llegar a un consenso sobre qué realmente significa el PIB, es necesario considerar su definición básica y no solo interpretarla como un número positivo que entre más aumenta más favorable se considera. Primero, se debe de tener en cuenta que el concepto PIB fue desarrollado en una época donde predominaba la actividad de manufactura, para la cual el economista Simon Kuznet (1937) consideró como adecuado que una suma agregada de todos los bienes producidos por los participantes de una sociedad, desde individuos particulares, compañías y gobiernos, se debería aplicar a la valuación de desarrollo y crecimiento como reflejo de productividad.
A su introducción, el concepto como medida fue aceptado popularizándose de manera acelerada, no obstante, de la misma manera en que se populariza se elevan los cuestionamientos por parte de académicos a mediados del siglo XX sobre la exactitud y confianza que se le otorga. Para la época, ya se consideraba que el PIB no refleja valuación alguna sobre el bienestar humano y calidad de vida.
FICHA
La autora conduce el segmento ‘Su ventana financiera' en @Estrellaonline
Nombre completo: Laritza del Rosario Lezcano Navarro
Ocupación: Consultora Financiera
Resumen de su carrera: Master en Inversiones y Finanzas y Diplomado de Economía y Finanzas de la Universidad Queen Mary University of London. Licenciatura en Contabilidad, Banca y Finanzas de la Universidad Santa María La Antigua de Panamá. Experiencia laboral en auditoría comercial, análisis financiero e implementación de análisis cuantitativo.
Hoy día también se hacen llamados de atención a la vasta cantidad de actividades digitales e informales que generan un producto y que no son agregados como incidencia de su origen al PIB, lo cual conlleva a una subestimación de crecimiento en cuanto a las cifras reportadas.
Como resultado de estas inquietudes, se hace necesario el considerar otras medidas de valuación que incluyan factores que expliquen el crecimiento y desarrollo no solo desde un punto de vista de producción de bienes y servicios, sino de otros factores que juegan un papel importante en el desenvolvimiento económico.
NIVEL DE COMPETITIVIDAD
Entre los conceptos que han ganado atención en la última década con respecto a desenvolvimiento económico destaca el nivel de competitividad. El Foro Económico Mundial define competitividad como ‘el conjunto de instituciones, estándares y factores que determinan el nivel de productividad de un país'. A partir de esta definición, se podría deducir que no es posible tomar el PIB como medida absoluta e inferir que una economía es próspera a partir de esta medida, dado que se discriminan otras variables o pilares de una economía que juegan un papel importante.
Con el fin de que exista un mayor entendimiento y objetividad sobre el nivel de competitividad de una economía en particular, se puede hacer consulta al reporte del Índice Global de Competitividad elaborado por el Foro Económico Mundial a partir del año 2007. El índice considera 12 pilares que son agrupados en tres subíndices denominados requerimiento básico, mejoras a la eficiencia y claves para la innovación.
El reporte más reciente 2017-2018 abarca 137 economías. Incluye economías avanzadas y emergentes, destacando las primeras con los mejores puntajes en una escala del 1 al 7 siendo el 7 la mejor valuación.
En los dos últimos períodos que abarca el reporte (2016 -2017 & 2017-2018), Panamá se posiciona entre las 10 economías con más alto nivel de competitividad de la Región ALC y entre las 50 economías mas competitivas a nivel mundial. A pesar de mantener una posición favorable para ambos períodos, su puntaje disminuye de 4.51 (2016-2017) a 4.44 (2017-2018).
La atención y esfuerzo significativo que se otorga en Panamá en cuanto al desarrollo de infraestructura, ambiente macroeconómico y mercados financieros, se evidencia cuando el Istmo panameño reporta ser el país de la región ALC con el más alto puntaje en lo que respecta a estos tres pilares incluidos en el índice de competitividad.
Así se puede confirmar en cuanto al desarrollo de infraestructura en base a las cifras presentadas del presupuesto fiscal 2019, en el cual se destina una suma significativa de $1740. 3 millones a obras de transporte como el Metro de Panamá, Cuarto Puente sobre El Canal, Saneamiento de la Bahía, Renovación de la Ciudad de Colón, entre otras.
A pesar de ser estos tres pilares importantes para el impulso y desenvolvimiento económico, son solo un complemento. Otras variables o pilares sensitivos como la educación, instituciones, eficiencia de mercados de bienes, el mercado laboral y la innovación se han quedado rezagados. El índice de competitividad de Panamá entre el período 2008 a 2017 refleja una oscilación entre el mínimo 4.17 y máximo 4.51. Las debidas acciones con respecto a mejorar puntaje con respecto a los pilares que reportan debilidades deben ser aplicadas, de lo contrario el índice podría continuar disminuyendo.
La disminución del nivel de competitividad del país tiene un impacto negativo con respecto a la atracción de capitales y desenvolvimiento económico. Un PIB elevado no es determinante de confianza en un sistema. Lo que se busca son políticas claras, marcos bajo los cuales las instituciones se rijan sumado a una sociedad que tenga la capacidad de recibir beneficios de las actividades que se desarrollan otorgándose lugar al bienestar humano.