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Mario Lubetkin: ‘Reducción del hambre en la región son señales positivas y esperanzadoras’
- 20/08/2024 00:00
- 19/08/2024 20:06
En entrevista con este medio, el subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, desgranó los resultados del último informe del Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en el Mundo (SOFI 2024) de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El documento arroja que en América Latina el hambre se redujo 6.2% en 2023, es decir que en los dos últimos años cuatro millones y medio de personas han dejado de pasar hambre, con respecto a la tasa de la última evaluación. Hoy la hambruna arropa a 41 millones de personas en la región, de los más de 750 millones que sufren el flagelo en el mundo. También advirtió que en la fase previa y posterior del covid-19 hubo una aceleración del 30% de los niveles del hambre, y eso no se recuperó. “Se está recuperando la economía en general, pero el escenario del hambre no se ha recuperado”, dijo Lubetkin, quien este lunes, después de esta entrevista, tenía previsto reunirse con autoridades panameñas. Otro número duro que también marca tendencia en el informe es que el tema desnutrición va enlazado con obesidad; y en el escenario de obesidad, en el informe de SOFI del 2023 (que corresponde al 2022) daba que el 25% de la población de la región era obesa, y en el de 2024 (correspondiente al 2023) se elevó a 29%. “Ese es un número tremendo”, afirmó Lubetkin para quien “la seguridad alimentaria es un desafío socioeconómico”.
El informe de SOFI 2024 lo lanzamos en julio, en Río de Janeiro (Brasil), antes de que comenzara la reunión del G-20. Es la primera vez que lo hacemos allí, siempre lo hacíamos en Nueva York antes de la Asamblea General de Naciones Unidas. Fue una decisión emblemática, porque la idea era lanzarlo antes de la reunión del grupo más poderoso del mundo desde el punto de vista de la política y de la economía, el G-20.
Los números del informe de este año siguen marcando una señal alarmante. Siguen sobre una mala estabilidad de 700 - 730 millones de personas que siguen en el mundo en un escenario de hambre y diría más de 2,400 millones de personas que no se alimentan bien; y eso significa más del 28% de la población del mundo. De la misma forma, los niveles de hambre representan cerca del 8% de la población del mundo. Las cifras (de hambre) que se vienen desarrollando a lo largo de estos años, ya dan una señal de que las cosas no están bien. Es verdad que hay empujes en alguna realidades más que en otras, pero una parte de Asia y África siguen siendo un factor muy fuerte que tienden a tener la atención de la opinión pública y sobre todo de la gobernabilidad sobre ese tema. Eso es a nivel global.
A nivel de América Latina y el Caribe yo diría que hay señales positivas, esperanzadoras, pero para nada nos puede tener satisfechos en relación a dónde están yendo los esfuerzos de combatir el hambre y la malnutrición de América Latina. Te subrayo este aspecto: para nosotros no se puede despegar hambre y malnutrición, o lucha contra la mala malnutrición por el aspecto fundamental, el desafío. Es parte de la evolución del pensamiento en todos nosotros de que hay que garantizar la comida, hay que garantizar los tres platos por día, pero hay que garantizar que coman bien, y no solamente que coman, sino el problema se plantea, y vuelve a plantearse, en otra dimensión (...) por eso hablamos de seguridad alimentaria y seguridad nutricional como parte de una misma estrategia. Los números del 2024, el informe de julio, pero que también se expresaron en el informe de julio del 2023, es de que la única región que redujo los niveles de hambre fue América Latina y el Caribe. La única región del mundo. Y, si lo llevamos al acumulado en estos últimos dos años, estamos hablando de que tres o cuatro millones y medio de personas dejaron de pasar hambre. Sin menospreciar el hecho de que tenemos que estar felices de que cuatro millones y medio de personas empezaron a comer, los niveles de hambre en la región son de 41 millones y está claro de que no podemos tener ninguna felicidad, tenemos que tener esperanza. Ese es el espíritu que creo que tenemos que tener (...), con un escenario de malnutrición o sea que la gente no se alimenta bien, muy superior a los 140 millones de personas. Y esos porcentajes no son muy diferentes a los globales. No estamos hablando de cambio de tendencia, porque para que haya una tendencia tienen que pasar varios años consolidados en una misma línea. Lo que decimos es que hay señales positivas y hay que destacarlas, pero sin agigantarlas, porque (...) cuando hay alguna buena noticia hay que decirla, pero dimensionándola en su justo aspecto, estamos esperanzadores, pero no podemos estar ni satisfecho y ni bajar los niveles de preocupación.
Si jugamos con los números, de la fase previa del covid y de la fase posterior del covid hubo caída del 30% o una aceleración del 30% de los niveles del hambre, y eso no se recuperó. O sea se está recuperando la economía en general, pero el escenario del hambre no se ha recuperado. Esos son números duros. El problema es que además de esos números también tenemos que hablar de otro par de números duros (...) porque el informe es amplio y extenso. Otros dos números duros es el hecho de que cuando hablamos de desnutrición va enlazado con el tema de obesidad; y en el escenario de obesidad, mientras que en el informe del 2023 (que corresponde al 2022) daba que el 25% de la población de América Latina era obesa, en el 2024 (correspondiente al 2023) el informe presentado ese año da el 29% de obesidad. Ese es un número tremendo.
Porque nosotros no podemos hablar de la inseguridad alimentaria y nutricional como un elemento estrícto-sénsu de un problema productivo alimentario. Si queremos hablar en serio de la seguridad tenemos que hablar del tema productivo, ambiental, económico, social, educación y salud. Si no hablamos y no incorporamos todos esos temas dentro de la seguridad alimentaria, no estamos hablando de seguridad alimentaria (...). Ahora que estoy viajando intensamente a los países, yo no solo hablo con los ministros de agricultura que son nuestra referencia, yo hablo con los ministros de Ambiente, Economía, Educación, Salud, presidentes de bancos centrales; y la gran novedad es de que antes no era normal que un representante de la FAO, a cualquier nivel, viera a otros ministros que no fueran los de agricultura, pero ahora es normal para los ministros recibirnos. Creo que hay un proceso de concientización recíproca de todos nosotros, de que esto está tomando otra dimensión; y, en verdad, es así porque tampoco era que el tema de la seguridad alimentaria, estaba tan al centro del mundo, como el cambio climático o el tema energético como lo está hoy. Sin duda estamos hablando de tres temas de definición del futuro de la humanidad. Una cosa es una humanidad con pobreza y hambre, otra cosa es una humanidad con problemas energéticos sobre todo de aspectos energéticos destructivos y no de sostenibilidad, y otra cosa es un mundo que no debe manejar de una u otra manera el escenario climático. Ahí vamos a ver los diferentes mundos de nuestros hijos, y eso va más allá de las ideologías, va más allá de los colores políticos, va más allá de los gobiernos. No se puede negar, son realidades. La capacidad está en construir soluciones que no son fáciles, porque todo esto que estamos hablando viene acumulado de hace muchísimos años. Seguridad alimentaria; el covid afectó, ¡sí!; las guerras afectan ¡sí!, en los fertilizantes, en los precios. Venimos con un escenario histórico de atraso social en el cual el tema de la pobreza no nació hoy, y el tema del hambre no nació hoy. Si uno empieza a acumular todos esos aspectos está claro (...) que nosotros no podemos pensar que en uno dos o tres años podemos, vamos a hacer un viraje y resolver el tema e ir hacia los objetivos de desarrollo de hambre cero.
¡Si duda! Creo que nosotros cuando el covid nos contamos parte de la realidad. ¿En qué estábamos preocupados con el covid? Estábamos preocupados por una sola cosa, de no morir. Pero, en verdad yo creo que estábamos preocupados por dos cosas: en no morir y en comer. Hablamos de comer porque cuando nos liberaban para salir de nuestras casas e íbamos a los minimercados y a los supermercados y veíamos las góndolas llenas, había comida. Por lo tanto, el mérito de la industria alimentaria es enorme en todo esto porque no paraban las cadenas de producción. Eso nos dio un poco de serenidad. ¿Usted se imagina si la cadena se hubiera detenido, y junto a la desesperación de encontrar las mascaritas y las vacunas, además, no teníamos qué comer? Entonces, ese es un elemento clave que también que ayudó, me animaría a decirlo -y yo no tengo la prueba científica para hablar- pero creo que ha sido uno de los factores también por el cual en esta región ha ido cayendo de a poquito el tema del hambre (...). Ahí hubo inversión como nunca hubo por parte de los países para tratar de garantizar lo básico en una situación de emergencia extrema. No tenemos números, pero creo que deben haberse dado niveles de inversión sobre el tema alimentario, enormes (...).
Uno de los aspectos que hay que analizar es que ya se demostró en el informe SOFI 2023 y se volvió a demostrar en el de 2024 que la región aparece yo no diría fracturada, pero diría afectada en tres regiones dentro de una región, sobre todo se marca todavía más en el 2024. Tenemos América del Sur que hizo un impulso más fuerte: zona productiva alimenticia muy fuerte, con países muy fuertes, pongo a México también allá arriba con números de mejoras o sea de reducción del escenario del hambre. Ahí empujo mucho Brasil donde también redujo muy fuerte los niveles de hambre; o Centroamérica, nadie puede discutir que los países no están haciendo un gran esfuerzo en la lucha contra el hambre. Igual, el cambio climático afecta como pocas realidades y neutraliza esfuerzos grandes que Centroamérica está haciendo para tratar de afrontar el tema de la seguridad alimentaria. Pero si vemos en el Caribe siguen aumentando las cifras de hambre, y casualmente, ésta no es una región de producción alimenticia, por eso iba mi reflexión. No estamos hablando de cifras enormes en el Caribe, estamos hablando de diez millones de personas, más los ocho de Haití. Claro! Haití empuja dramáticamente en negativo a los promedios, pero objetivamente no estamos hablando de una región que es tan costosa, que sería imposible de resolver, al contrario, creo que son oportunidades para demostrar que es posible dentro de la región con mecanismos de solidaridad (...).
En América Latina es de $4.50 (cuatro dólares con cincuenta centavos) más o menos. Eso significa que si un ciudadano latinoamericano y caribeño quiere comer bien tiene que gastar por día $4.50 promedio, después vas a los países, cuesta menos, porque claro hay países que están peor y que te arrastran promedios regionales, hay países que está a tres y tanto. Pero si lo miras a nivel mundial, está por debajo del $3.90. Inclusive, tenemos un costo superior a África, cuando somos una región productora que podría producir teóricamente para 1,300 millones de personas. Eso es un drama y obliga a pensar y a combinar de otras maneras políticas de Estado, acciones del sector privado, una capacidad superior de innovación y desarrollo tecnológico, por lo tanto la apuesta y el apoyo de la academia, de la universidad, en este esfuerzo, y una sociedad civil que tiene también que adecuarse como lo estamos tratando de hacer todos. Todo va cambiando y transformándose y todos lo tenemos que hacer. No hay nadie que tenga la verdad única, todos tenemos que hacer un esfuerzo colectivo en esta dirección.
El sobrepeso en niños y niñas es lo que más nos preocupa. Los datos indican que en el 2012, el 7.4% (es decir) 3 millones 900 mil muchachos de menos de cinco años eran obesos, y en el 2022 ya estábamos en 8.6% (4.2 millones) y ahora este año ( estamos llegando al 9.7 a nivel regional. Para la economía de un país, la cantidad los muchachitos de cinco años que empiezan en un escenario de obesidad, imagínate lo que le cuesta al Estado, lo que le cuesta a la salud y a los pobres muchachos; entonces, se trata de tomar las medidas sobre estos temas que finalmente van a beneficiar a la economía del país y eso es lo que no se puede separar. La seguridad alimentaria es un desafío socio económico. Antes decíamos que era un tema social, pero no, va del propio desarrollo de la economía, y eso marca que cada vez más los presidentes están asumiendo el manejo de la seguridad alimentaria, porque ellos saben que por ahí va la estabilidad socioeconómica del país.