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Los subsidios, tema de debate en las economías latinoamericanas
- 23/01/2024 00:00
- 03/01/2024 14:54
Mientras que otros países de la región buscan ajustar subsidios e impulsar el desarrollo económico, Panamá mantiene diversos subsidios, con un monto que supera los $1,800 millones, este 2024
El Gobierno del presidente Laurentino Cortizo ha invertido más de $11,390 millones en subsidios a hogares, empresas y Caja del Seguro Social (CSS), durante toda su gestión. Una tendencia que, aunque pareciera ir disminuyendo, tras el anuncio de la exclusión de programas como el Vale Digital el subsidio al combustible, sigue muy presente.
El presupuesto General del Estado, para la vigencia fiscal 2024, apunta a que el nacional prevé destinar $1,894 millones, a este apartado, sin toma en consideración posibles incrementos que puedan surgir a lo largo del año.
“El concepto de subsidios no debe implicar un asistencialismo”, pondera economista y profesor, Felipe Argote, quien explica a este medio que los subsidios buscan que haya mayor demanda. “La idea es que las personas suban su productividad y poder adquisitivo para estimular a la economía”, dijo.
Según Argote, la idea es contribuir a la formación de las personas, con el propósito de aumentar su nivel de vida. “El problema es que eso no se da en Panamá, en donde las autoridades tienen una concepción obsoleta de la economía y se distribuye mal la riqueza en la población”.
En 2019, el país destinó $1,695 millones en subsidios; en 2020 la cifra fue de $2,818 millones; para 2021 se usaron 2,817.6 millones; en 2022 la cantidad fue de 2,586. Mientras que, el 2023 cerró con $2456 millones, los cuales se dividieron en 27 programas de asistencia social.
Entre esos se encuentran las becas y auxilios económicos que maneja el Instituto para la Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos (Ifarhu), las cuales han generado polémica por la forma en que son distribuidas y que, para este 2024, contarán con un presupuesto de $526.6 millones.
Otro apartado que también genera opiniones mixtas es el programa Panamá Solidario, que ha invertido $1.856,3 millones en bolsas de comida y vale digital, según los datos de junio de 2022.
A esto hay que sumarle el subsidio destinado a los partidos políticos, los cuales han recibido más de $57 millones, entre 2019 y 2023. Para este 2024, el Tribunal Electoral confirmó que los colectivos políticos recibirán $50,6 millones, para hacer propaganda electoral y gastos de campaña.
En total, entre los cinco años de gobierno del presidente Cortizo, las agrupaciones políticas recibirán $108 millones, para su desarrollo.
Tras la polémica que estos subsidios han despertado en la sociedad, Argote considera que, aunque es necesario establecer un mejor modelo económico en el país, esto solo tendrá éxito si se logra combatir la corrupción que se cierne sobre la manera en que son distribuidas las ayudas del Estado. “Hemos eliminado la fiscalización sobre estos y otros programas dándole rienda suela a los actos de corrupción”, valoró.
Uno de los apartados que no suele mencionarse al hablar de los subsidios estatales son aquellos destinados a las empresas, como el Certificado de Fomento a Agroexportaciones (Cefa), el subsidio a la Tasa de Interés (Feci), el Certificado con Poder Cancelatorio (CPC), los Micro Créditos, las capacitaciones a empresas, el programa de capital semilla, las exoneraciones fiscales y otros incentivos que otorga la Dirección General de Ingresos (DGI).
Entre 2019 y 2023 estos subsidios superaron la cifra de los $530 millones y seguirán estando presentes en el presupuesto de 2024.
Argote indicó que, aunque la idea de estos subsidios es incentivos el crecimiento y desarrollo económico del país, generan una distorsión en la cadena de productividad que termina afectando a los consumidores. “Si una empresa que es ineficiente recibe un subsidio nunca va a necesitar ser eficiente, porque el día que mejore su eficiencia va a perder el incentivo”, alegó.
No son pocas las naciones latinoamericanas que han planteado una reducción en los subsidios estatales para desarrollar de forma distinta sus economías.
A finales de 2023, el gobierno cubano anunció su Plan de Estabilización Macroeconómica, el cual, según el primer ministro de Cuba, Manuel Marrero, se debe a que el país posee una “economía de guerra”, la cual no puede permitirse continuar con el “derroche” de ciertos subsidios.
Es por esto que Cuba anunció que iba a terminar con el subsidio universal de los productos subvencionados, a través de la cartilla de racionamiento. Una medida que estaba vigente desde hace más de 61 años.
El ministro de economía, Alejandro Gil, dijo en cadena nacional que era momento de cuestionarse hasta qué punto es factible mantener los subsidios en toda la población “cuando no todos están en la misma situación de solvencia económica”.
Cuba pasará a tener un sistema de precios, en los alimentos, que se adapte a los ingresos que posee cada persona.
A esto se agrega el cambio de la tasa de cambio oficial con respecto al dólar y otras medidas que, según el presidente Miguel Díaz-Canel, buscan “corregir un conjunto de distorsiones” en la economía insular.
Otro caso conocido es el de Argentina, en donde el presidente Javier Milei, ha desarrollado una medidas de profundo ajuste fiscal, para intentar contrarrestar el elevado nivel de déficit que posee esa nación.
En su primer día de gobierno, Milei anunció una reducción del 34% en el tamaño del Estado, producto de la eliminación de nueve ministerios y decenas de secretarías y subsecretarias. También notificaron que iban a eliminar la pauta estatal, con el objetivo de ahorrarse $34 millones de pesos anuales.
Sobre los subsidios, el Ejecutivo anunció un recorte de 35% en los subsidios a la energía y el transporte, así como la devaluación del peso argentino cercano al 54%.
“Esto lo hacemos para que los sectores productivos tengan incentivos adecuados para aumentar su producción”, justificó el ministro de Economía, Nicolás Caputo, en cadena nacional.
Estas medidas están siendo replicadas, en diferentes escalas, por naciones como Chile, Uruguay o Costa Rica, las cuales abogan por una reconfiguración de sus estrategias económicas.
“Es necesario que aprendamos a ver hacia adelante y que tomemos ejemplo de las estrategias que están implementando los países del primer mundo, porque tenemos todo el potencial para llegar a ser uno”, concluyó Argote.