Más de 190 países consiguieron este martes adoptar el primer tratado global sobre pandemias de la historia en el marco de negociaciones en la Organización...
- 01/05/2014 02:00
Jaime llega todos los días desde hace 25 años al puesto donde vende revistas, caramelos y muestras de perfume para llevar el sustento a su familia en un barrio pobre de ciudad de Panamá, la capital de los rascacielos más altos de Latinoamérica.
En muebles desvencijados de madera y tapetes desgastados, Jaime Jiménez, de 54 años, comparte una estancia húmeda con otros buhoneros en un paso elevado que conecta su barrio de Viejo Veranillo con la Universidad de Panamá y un hospital, por donde miles pasan a diario.
‘En Panamá hay riqueza, lo que pasa es que está mal compartida. Los más ricos se quieren quedar con todo y no darle nada al pobre, y los políticos sólo piensan en su progreso’, asegura Jaime.
Con un boom inmobiliario sin precedentes, obras faraónicas como la ampliación del Canal y el primer metro de Centroamérica, paseos marítimos, bancos y casinos, Panamá es llamado por el presidente Ricardo Martinelli el ‘Dubai de las Américas’, en referencia al fastuoso emirato árabe.
El gobierno asegura que hay pleno empleo y que programas sociales permitieron bajar en cinco años la pobreza del 33% al 26% de los 3.5 millones de habitantes. Pero más de un tercio del trabajo es informal, miles no tienen agua potable ni vivienda digna o no acceden a servicios de salud, educación o transporte.
Ese es el país de contrastes que recibirá el gobierno que los panameños elegirán el domingo. Frente al puesto de Jaime, otro con películas y discos pirateados atrae a los transeúntes. En uno de ellos se lleva la superproducción ‘El Arca de Noé’ por dos dólares. ‘Es algo ilegal, pero no perjudica a nadie, prefiero hacer esto a estar robando’, dice el vendedor, mientras un olor a sopa llega desde la fonda de enfrente. -Nadie come obras -Martinelli dice haber invertido unos 15,000 millones de dólares en obras públicas, lo que propició un crecimiento promedio anual del 8.5%, en su gobierno de cinco años.
COMIDA Y SALARIO
‘Es verdad que Martinelli ha hecho muchas obras, pero nadie come eso. Si nos quiere ayudar, que baje mejor el costo de la comida y suba el salario’, opina Roberto Bowen, un guardia de seguridad del humilde barrio El Chorrillo. A su espalda se ve la entrada del Canal, el recién inaugurado estadio Maracaná, un nuevo paseo marítimo y el futuro museo de la biodiversidad diseñado por el arquitecto canadiense Frank Gehry.
‘Estas obras a mí no me sirven para nada, falta más para que el pueblo esté satisfecho. La gente que a mí me ayuda es ésta, porque a la de plata no le interesamos nosotros’, dice Luis Valdés, señalando a los autos que aborda gritando ‘mi amigo’, para lavar el parabrisas por un puñado de monedas.
Pese a tener los ingresos de una vía interoceánica por donde pasa el 5% del comercio marítimo mundial, Panamá es, según Cepal, el sexto país más desigual de América Latina. ‘Hay un problema serio de distribución de riqueza y acceso a infraestructuras básicas.
Mucha gente está en la dura (situación difícil) como para decir que estamos en el ‘Dubai de las Américas’.
CRECIMIENTO PARA RICOS
‘El crecimiento económico ha beneficiado a una élite. Los millonarios son más millonarios, pero a costa del sufrimiento de los de abajo’, comentó el analista Jaime Porcell.
Tras doce horas de trabajo, Jaime regresa a su casa de madera pintada de verde, donde vive con su familia de 10 miembros, la mayoría niños. A su barrio, de casas enrejadas donde ondean banderas de partidos políticos, muchos no se atreven a entrar por la delincuencia. Dos bisnietas salen, comiendo mangos, a recibirlo descalzas entre piezas rotas de azulejos y agua estancada.