Sorprendido con detalles incorrectos de reportajes

Actualizado
  • 15/02/2015 01:00
Creado
  • 15/02/2015 01:00
Y mientras sus jefes en la cadena cotejan esas historias en disputa, su futuro es incierto.

Eso es lo que le pasa a Brian Williams por pavonearse. El locutor de NBC News a quien se sorprendió contando detalles incorrectos en sus reportajes durante la Guerra de Irak, que después condujeron a revelaciones sobre lo que quizás sean incoherencias en su cobertura de otras noticias, fue suspendido por seis meses sin goce de sueldo. Y mientras sus jefes en la cadena cotejan esas historias en disputa, su futuro es incierto.

En círculos mediáticos, el nuevo juego de salón es apostar si Williams podrá conservar su puesto, por el que, según se informa, recibe $10 millones al año. Pero ¿de qué trabajo estamos hablando?

En esencia, Williams tiene cuatro trabajos, y ése es uno de los motivos por el que tropezó.

Es el locutor del programa ‘Nightly News’ de NBC. También es el director de todo el programa, lo que significa que supervisa todo el contenido.

A veces, lo envían a cubrir noticias como reportero, para mostrar a los televidentes que aún tiene pericia como periodista. Y finalmente, Williams habitualmente aparece, supuestamente con la aprobación de sus jefes de NBC, en programas de charlas, tarde por la noche, y en otros programas, no sólo para construir su propia imagen, sino también para lo que podemos suponer que es un esfuerzo por atraer a una audiencia más amplia a las noticias de la tarde.

Parece haber funcionado. Según Nielsen Media Research, el programa ‘Nightly News’ de Williams, además de ser el número 1 en general, es también el claro ganador de los codiciados sectores de telespectadores de 18 a 49 años y de 25 a 54 años.

Pero mientras se desempeñaba como reportero, Williams comenzó a contar cuentos y exageró el peligro al que se expuso mientras volaba en un helicóptero en Irak.

Lo hizo en el aire, y después lo adornó aún más en otros programas, entre ellos el ‘Late Show with David Letterman’, de CBS. Ese hecho, presuntamente, debilitó la confianza que los espectadores depositan en un periodista, por lo que existe la inquietud de que dejarán de verlo.

Y aunque nada de eso tiene efecto alguno en la manera en que Williams lee las noticias, a los ejecutivos de la cadena aún les preocupa que haya perdido el atractivo que lo hizo tan valioso originalmente.

Es, realmente, una situación imposible. Esperamos mucho de los locutores de noticias, y algunas de esas expectativas entran en conflicto entre ellas. Se supone que los periodistas cuenten historias, pero ¿es necesario realmente recordarles que las historias que cuentan están fundadas en la verdad? Aparentemente, Williams lo necesitó.

Aun así, no seamos ingenuos. En la actualidad, cuando los consumidores de noticias y medios tienen tantas opciones, la verdad es sólo un elemento. También exigimos que las noticias sean entretenidas y exagerar detalles podría ser la manera de lograrlo.

Por supuesto, Williams es periodista y locutor de un programa de noticias de la tarde. Así es que tiene que mantener su equilibrio. No puede desear entretenernos tanto como para que sus reportajes no sean correctos.

En los últimos 40 años, los estadounidenses han sido condicionados para ver en el noticiero no sólo el aspecto de los hechos sino también el de la personalidad. Mis abuelos solían ver a Walter Cronkite en la televisión todas las noches, y no creo que les importara en lo más mínimo no poder conectarse con él o no saber nada de su vida personal. Hoy en día, eso es inaudito. Queremos saberlo todo.

Mientras tanto, no puedo decidir si el drama de Williams debe importar a los que no están en el mundo de las noticias. En parte, pienso que no debería importarles, y que ésta es la versión en el periodismo de los tejemanejes internos del mundo del béisbol.

Estoy cansado de las incesantes críticas repetidas de los blogueros, del narcisismo de la industria de las noticias, y de la interminable introspección de los periodistas y de otros que trabajan en los medios. Se trata esencialmente, de una historia menor de alguien con un evidente don para la exageración —los mexicanos le dicen ‘poner crema en el taco’— y no merece la cobertura diaria que está obteniendo.

El hecho de que este lamentable episodio despierte tanto interés nos dice menos sobre Williams que sobre la elevada opinión que tenemos de nosotros mismos y de nuestra profesión. Son dos temas sobre los cuales nunca nos cansamos de hablar.

Ya habrán oído decir que el lugar más peligroso para estar es entre un político y una cámara de televisión. Es cierto. Pero, cada vez más hoy en día, hay que tener cuidado de que no lo agarren a uno entre un periodista y un espejo.

THE WASHIGTON POST

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