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CSS: la verdad debajo del tapete (parte II)
- 23/03/2022 00:00
- 23/03/2022 00:00
La segunda y tercera parte de la propuesta sobre las pensiones del economista Ernesto Bazán sobre el futuro de las pensiones en Panamá, que como era de esperar coincide en lo fundamental con las ideas que anteriormente han presentado representantes del capital financiero local, está guiada, por medio de un modelo de pilares, a consolidar un sistema de cuentas individuales.
El análisis se inicia con una imprecisión histórica cuando insinúa que los sectores financieros que impulsaron la Ley No. 51 del 27 de diciembre de 2005 reconocían la problemática que la misma implicaba para quienes quedaban en el subsistema exclusivo de beneficio definido. De hecho, quienes participamos en aquel entonces en el debate desde las posiciones de los sectores sociales, no solo advertimos del inconveniente de eliminar el modelo solidario. También señalamos que pasar al nuevo sistema con cuentas individuales iba a crear un costo de transición que no estaban reconociendo. Obviamente los representantes del sector financiero, en su apuro por introducir las cuentas individuales, hicieron caso omiso de ese costo de transición.
En la propuesta de Bazán, quienes quedarían en el sistema solidario, el cual estaría destinado a desaparecer, recibirían un “bono de reconocimiento”, el que se haría efectivo en su momento de jubilación. No queda claro del escrito si el mismo es suficiente o no para que se respeten las reglas de pensión del subsistema de beneficio definido sin cambiar los parámetros. También se podría tratar del reconocimiento de una cierta cantidad de dinero para que el asegurado adquiera a su costo una renta vitalicia.
Lo que sí está claro es que se pretende que estos bonos se financien con deuda pública interna, dando lugar a un negocio lucrativo para el capital financiero local. Peor aún, en un país en el que prácticamente solo la clase media y los trabajadores pagan impuestos, serían estos sectores los que cargarían con el costo de la transición.
El economista Bazán insiste en la necesaria sostenibilidad y estabilidad fiscal, olvidando dos elementos centrales, como son la existencia de un modelo tributario regresivo, que significa que Panamá es el segundo país con la segunda más baja carga tributaria en América Latina, así como una enorme evasión fiscal por parte del sector empresarial del país, la cual llegó en 2019 a $6,699.1 millones (10,0% del PIB). Es evidente que la lucha contra la corrupción y la evasión fiscal son fundamentales para sostener un modelo solidario de pensiones.
El elemento más llamativo de la propuesta de Bazán es, sin embargo, su defensa de las cuentas individuales como sistema óptimo para el conjunto de los asegurados. La realidad del funcionamiento de las mismas niega tal suposición.
De acuerdo con los datos existentes, una persona que se retira en Chile dentro el modelo de las cuentas individuales con 25 a 33 años de cotización recibe, si es hombre, una pensión de 25,0% del promedio de sus últimos años de salario; si es mujer este porcentaje se reduce al 19,0%. En México la tasa de reemplazo general de las pensiones basada en cuentas individuales llega a solo 26,0% y en República Dominicana, a 27,0%. Se trata de un negocio que beneficia a las administradoras de fondos de pensión y a los seguros, pero no a los asegurados.
Si bien se propone un pilar de “pensiones complementarias” con una base no contributiva, lo cierto es que las mismas no están pensadas para asegurar una vida digna en el momento del retiro. Siguen siendo 120 a los 65 con un nuevo nombre.
Es importante que los panameños insistamos en un modelo solidario que ayude a corregir la alta concentración de ingresos existentes en el país.