Crisis demográfica pone en riesgo la prosperidad económica futura

Un nuevo informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) arrojó que en los últimos 60 años, las tasas de fertilidad han disminuido a la mitad en sus países miembros. Y, advirtió que la crisis demográfica actual no solo plantea el riesgo de una disminución de la población sino también graves desafíos económicos y sociales para las generaciones futuras.

El dato se desprende de la reciente edición de 2024 de “Un vistazo a la sociedad” de la Ocde, la cual muestra que la tasa total de fertilidad cayó de 3,3 hijos por mujer en 1960 a solo 1,5 hijos por mujer en 2022, en promedio en los países que forman parte del organismo.

Según el estudio, esto está significativamente por debajo del “nivel de reemplazo” de 2,1 hijos por mujer necesario para mantener constante la población en ausencia de migración. La tasa total de fertilidad es baja en Italia y España, con 1,2 hijos por mujer en 2022, y la más baja en Corea, con una estimación de 0,7 hijos por mujer en 2023.

La Ocde advirtió que las bajas tasas de fertilidad podrían provocar una disminución de la población a partir de la próxima década, y las muertes superarían a los nacimientos por primera vez en al menos medio siglo. También se prevé que el número de personas de 65 años o más por cada 100 personas en edad de trabajar se duplique de 30 en 2020 a 59 en 2060 en toda la zona de la Ocde.

La consiguiente reducción de la población activa, señaló la Ocde, podría llevar al envejecimiento de las sociedades, lo que ejercería importantes presiones sociales y económicas sobre los gobiernos, en particular para aumentar el gasto en pensiones y servicios de salud.

“El envejecimiento de la población dará lugar a presiones fiscales más fuertes a medida que aumente el gasto público (incluidos los de pensiones, servicios de salud y servicios para las personas mayores) junto con una posible disminución de los ingresos públicos a medida que se reduzca la población en edad de trabajar”, alertó.

Una segunda tendencia importante identificada en panorama de la sociedad es la paternidad tardía: la edad promedio de las mujeres que dan a luz aumentó de 28,6 años en 2000 a 30,9 años en 2022. Al comparar las mujeres nacidas en 1935 y 1975 , el porcentaje de mujeres sin hijos casi se duplica, en Estonia, Italia, Japón, Lituania, Polonia, Portugal y España.

Las decisiones personales de tener hijos están influenciadas por una variedad de factores, incluidas las presiones económicas y sociales de los padres, así como actitudes sociales cambiantes, como la desestigmatización de no tener hijos. Se necesitarán enfoques políticos multifacéticos para ayudar a las personas a tomar la decisión de tener hijos.

“Si bien los países de la Ocde están utilizando una variedad de opciones políticas para apoyar a las familias, el costo económico y la incertidumbre financiera a largo plazo de tener hijos continúan influyendo significativamente en la decisión de las personas de convertirse en padres”, Stefano Scarpetta, directora de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la Ocde.

De acuerdo con el estudio, los nacimientos se producen cada vez más a edades más tardías, con una edad promedio de 30,9 años en 2022, en comparación con 28,6 en 2000.

“Facilitar las decisiones de paternidad requiere un apoyo integral y confiable a las familias. Esto incluye viviendas enormes, políticas familiares que ayudan a conciliar la vida laboral y familiar, y coherencia con otras políticas públicas que promueven el acceso a empleos de calidad y la progresión profesional de las mujeres”, dijo.

Señaló que al dar un vistazo a la sociedad se observa que el aumento de los costos de la vivienda desde mediados de la década de 2010 ha complicado la formación de relaciones y familias a largo plazo, con un número cada vez mayor de jóvenes de entre 20 y 30 años que viven con sus padres por razones financieras. El acceso a viviendas más fácil facilitaría que los jóvenes formen familias.

“Dado el creciente número de hogares con dos ingresos, mejores políticas familiares que ayudarán a conciliar la vida laboral y familiar ayudarán a mejorar la fertilidad”, apuntó. Históricamente, agregó, las tasas de empleo más altas entre las mujeres estaban vinculadas a una baja fertilidad, mientras que ahora están correlacionadas positivamente en promedio en toda la Ocde.

En este sentido, resaltó que los países también deben considerar cómo adaptar sus estrategias políticas a un nuevo “futuro de baja fertilidad”, lo que incluye un enfoque proactivo respecto de la migración y la integración y facilitar el acceso al empleo de los grupos subrepresentados. El aumento de la productividad también ayudaría a mitigar las consecuencias económicas y fiscales de una fuerza laboral potencialmente menguante.

“Consideremos cómo cambiar las políticas para adaptarse a un 'futuro con menor fertilidad' a medida que las sociedades envejecen y las muertes pueden superar a los nacimientos en la próxima década (...). Una política de este tipo podría implicar la inmigración, apoyar vidas laborales más largas, incorporar a la fuerza laboral a más grupos subrepresentados, por ejemplo, jóvenes y mujeres, y tomar para mejorar.suproductividad”, subrayó la Ocde.