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- 04/04/2020 00:00
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La importancia que vienen ganando en todo el mundo las marcas más famosas, con su penetración comercial en los distintos países, las ha vuelto un elemento de comercialización de especial significación en el desarrollo del comercio internacional. Se realizan negocios de marca y franquicia en productos de los más variados géneros. Este modelo de negocios hace que merezca la atención y el interés de muchos sectores económicos para visualizarlo como una alternativa de desarrollo comercial.
Siempre he dicho que es posible pasar de una empresa familiar a una familia empresaria. Pues esta es una buena oportunidad de profesionalizar tu empresa familiar: conviértela en franquicia. Así podrás colocar a tu primo en una franquicia, a tu cuñado en otra franquicia, a tu pareja en la otra franquicia, resumiendo “juntos, pero no revueltos”.
La franquicia ofrece una opción interesante frente a las estructuras verticales de una empresa familiar. En efecto, en una red franquiciada, la inversión de cada negocio está hecha por el franquiciado (empresa familiar). Desde el punto de vista del franquiciado, la creación de una red de franquicias le permite disponer rápidamente y con poco costo de una red comercial y sin invertir directamente en la propiedad de la red, pero controlándola por contrato.
Veámoslo así, la franquicia es un sistema de distribución integrado, controlado por el franquiciador (en este caso sería la empresa familiar), pero financiado por los franquiciados (miembros de la familia). Una franquicia acertada es un buen socio en el que el éxito del franquiciador y del franquiciado están indisolublemente unidos.
Una buena franquicia debe ser ante todo un éxito probado y transmisible que pueda ser reproducido por el franquiciado en su territorio. Una buena fórmula posee estas características:
1) Tiene relación con la comercialización de un producto o servicio de buena calidad.
2) La demanda para el producto o servicio es universal o, al menos, no se limita únicamente a la región de origen del franquiciador.
3) Prevé una transferencia inmediata de conocimientos y formación efectiva del franquiciado en las técnicas de comercialización y en los métodos propios de la franquicia en cuestión.
4) Establece las modalidades de una relación continua entre el franquiciador y el franquiciado, con el objeto de mejorar las condiciones de explotación de la franquicia y de intercambiar innovaciones, ideas de nuevos productos y servicios.
5) Describe explícitamente las aportaciones iniciales (formación, saber hacer) y las permanentes (soportes de mercadeo, publicidad, acciones promocionales, investigación y desarrollo, servicios diversos) del franquiciador.
6) Expresas los pagos inmediatos (derechos iniciales) y continuos (canon) que el franquiciado debe efectuar.
7) Implica al franquiciado en el proceso de definición de las orientaciones futuras de la franquicia y le hace participar en la vida de la franquicia.
8) Prevé un procedimiento de renovación, renegociación y anulación del contrato de franquicia, así como una posibilidad de rescate para el franquiciador.
Panamá ha sido un país que, a pesar de factores externos –como la crisis económica mundial de 2008–, ha sabido sostenerse y destacarse en la región por su nivel de crecimiento económico.
Esta buena posición en que se encuentra la economía panameña ha llevado a miles de nacionales a invertir en su propia empresa, al igual que a extranjeros que han optado por instalarse en el istmo. Si bien hay muchas marcas locales, las que más sobresalen son las internacionales que se promueven en el país a través de franquicias. Y es en estos modelos de negocios en los que los panameños están haciendo sus apuestas.
La franquicia permite la distribución de bienes y servicios a través de cadenas con marcas reconocidas, y ha experimentado un importante desarrollo en la última década.
Así lo demuestran las cifras de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá, que estiman que hay unas 200 franquicias internacionales establecidas en este país.