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- 23/11/2015 01:00
- 23/11/2015 01:00
Cuando éramos niños, nuestros padres nos estimulaban a ahorrar y para eso nos regalaban un ‘puerquito' (lata, frasco o alcancía) para echar los centavos o reales que sobraban de la cosita. Igualmente, cuando las cosas se nos apretaban y necesitábamos plata para comprar algo, rompíamos el puerquito sin mayores consecuencias. Claro está, esa era una forma muy pintoresca de gestionar la economía de un hogar, pero al final era muy efectiva para enseñar acerca de los atributos del ahorro y la austeridad.
Hoy día ya no somos niños y nuestras acciones tienen consecuencias. Ahora somos personas adultas y debemos comportarnos como tales, con mentalidad de ahorro y austeridad, sobre todo ahora cuando las cosas están apretadas. Y es precisamente lo que esperamos de nuestras autoridades cada vez que analizan las finanzas públicas y dan cuenta que las mismas no balancean. Es decir, nadie espera que el Gobierno actúe como niños y le meta mano al puerquito.
En ese sentido, es preocupante cuando se insinúa utilizar dineros provenientes del Canal de Panamá para cubrir déficits, desbalances, necesidades particulares o huecos financieros, especialmente si los mismos son producto de la corrupción y la negligencia. El caso del déficit actuarial de la Caja de Seguro Social (CSS), que en realidad empezó a colapsar desde 1982, cuando los militares usaban los dineros de los asegurados como caja menuda, requiere de un análisis profundo y una decisión contundente por parte del Gobierno. El experimento de Cuchungo con Monono, del Toro con Ricardito y de Mireya con Juan, significó los peores quince años que ha tenido la historia de la CSS porque ninguno hizo nada concreto para resolver el problema de fondo de esa institución. Aparentemente, el costo político era muy grande y nunca imaginaron que el costo para la salud de los asegurados iba a ser más alto.
Posteriormente, Martín y Catín (y René) en 2005 hicieron algunas modificaciones y devolvieron vida al programa de Invalidez, Vejez y Muerte, garantizando su vigencia hasta el año 2024. No obstante, las cosas no siempre salen como se planifican y hoy el programa de IVM sucumbe rápidamente y tiene fecha de expiración a finales de 2017. Y en vez de asumir el actual gobierno una posición histórica, pretende pasarle la pelota al próximo gobierno no sin antes meterle mano al puerquito y fácilmente inyectarle recursos.
La Autoridad del Canal de Panamá (ACP) es una institución que se maneja con eficiencia y es timbre de orgullo de todos los panameños. Desde que iniciamos la última fase del proceso de consolidación de la soberanía y recuperación del área canalera en 1977, hemos mostrado capacidad para manejar la vía interoceánica y administrar los dineros provenientes de esa actividad productiva, que sin duda ha sido instrumental en el desarrollo y crecimiento nacional. Por eso, hay tener mucho cuidado con lo que quieren y disponen del Canal de Panamá. Todavía no han terminado los trabajos de la ampliación ni se han inaugurado las esclusas y tampoco ha pasado el primer pospanamax, y ya quieren echarle mano al puerquito. Y lo peor es que siendo la educación el principal destino de los dineros asignados del Canal hasta ahora, el Ministerio de Educación anda manga por hombro. Ahora imagínese si comienzan a repartir esos dineros a mansalva, como si el Canal fuera un puerquito.
Sabemos que el mundo está lleno de buenas intenciones, pero desafortunadamente no bastan. Es necesario que los problemas básicos del país se analicen con profundidad, se entiendan con claridad y se resuelvan con celeridad. Tenemos años esperando una solución integral al problema de los asegurados y siempre recibimos paños tibios, curitas, gazas y torniquetes para bajar la fiebre, pero nunca nada sustancial para erradicar la enfermedad. O mejor aún, un remedio fundamental que extirpe la gangrena institucional y evite que el resto de la sociedad se pudra y corrompa. Ese es el panorama de nuestra Caja de Seguro Social, en el que por años presidentes y directores han preferido una salida fácil y no han actuado con decisión y sentido de patria.
Tal vez lo mejor sea empezar por la idea de que el puerquito no es el Canal de Panamá y entender que el déficit actuarial de la CSS se soluciona con eficiencia, productividad, organización, planificación, vocación de servicio y mucha honestidad. Meterle mano alegremente a los dineros del Canal para resolver un problema deficitario es una broma de mal gusto. ¿Por qué no ensayar primero con una mesa de trabajo integrada por abogados, economistas, financistas, médicos, ingenieros y contadores, para decidir sobre un modelo actuarial que garantice la jubilación de aquellos que trabajaron con la esperanza de, algún día, recibir su parte? ¿Por qué no pensar en aumentar la edad de jubilación y reducir el número de beneficiarios? ¿Por qué no eliminar la burocracia inoperante de la CSS antes de afectar seriamente la estructura orgánica de la ACP? El presidente Varela sería ingenuo en pensar que pasar la papa caliente al próximo gobierno sigue siendo una decisión viable; al contrario, sería una irresponsabilidad pensar en un costo político. Pero lo que sí sería una total ñamería es romper el puerquito, una salida que costará muy caro al país y que es típica de autoridades que no debieran estar allí en primer lugar y que piensan que manejar el país es un juego de chiquillos.
EMPRESARIO
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‘Ahora somos personas adultas y debemos comportarnos como tales, con mentalidad de ahorro y austeridad, sobre todo ahora cuando las cosas están apretadas'.