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- 04/03/2022 07:14
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Rusia, cada vez más aislada a nivel internacional por la invasión de Ucrania, mira a su principal aliado, China, ante las sanciones impuestas por Estados Unidos o la Unión Europea (UE). La pregunta ahora es si Pekín quiere -y si puede- dar el apoyo necesario para apuntalar la economía rusa.
En los últimos días, China ha seguido navegando por una ambigüedad en la que se niega a condenar la invasión rusa de Ucrania y acusa a EE.UU. y la OTAN de haber avivado el fuego del conflicto.
Los portavoces oficiales se limitan a recitar la postura oficial; preguntados, por ejemplo, si China seguirá comprando gas ruso, la respuesta es que ambos países mantendrán su “cooperación comercial normal”.
Según datos oficiales publicados por la Administración de Aduanas de China, en 2021 los intercambios con Rusia ascendieron a la cifra récord de casi 147.000 millones de dólares, con un saldo comercial favorable a Moscú de 11.757 millones.
Estas cifras se traducen en un aumento del comercio bilateral de un 35,8 % en comparación con 2020, siguiendo así la tendencia de los intercambios entre China y el mundo, que avanzó un 30 %.
Las compras chinas de combustibles rusos aumentaron en 2021 debido al gran repunte del consumo energético en el país asiático por una reactivación industrial pospandémica que, unida a una escasez de suministro eléctrico, provocó políticas de racionamiento en algunos importantes polos manufactureros del país o incluso apagones en provincias colindantes precisamente con Rusia.
De hecho, en el marco de esa crisis energética, China aumentó notablemente sus importaciones energéticas del exterior, convirtiéndose, por ejemplo, en el mayor comprador de gas natural licuado (GNL) por primera vez en la historia.
Concretamente, en 2021 el país asiático importó desde Rusia un total de 2.779 millones de dólares de GNL (+61,7 % interanual), 1.510 millones de dólares de gas natural en estado gaseoso (+137,4 %) y 40.295 millones de dólares de crudo (+45,5 %), según cálculos efectuados por Efe basándose en datos aduaneros chinos.
A principios de febrero el presidente ruso, Vladímir Putin, se reunió en Pekín con su homólogo local, Xi Jinping, con quien acordó, entre otros asuntos, aumentar en 10.000 millones de metros cúbicos anuales el suministro de gas a China.
Asimismo, China autorizó más importaciones de productos agrícolas y alimentarios rusos, aprobando en 2021 la carne de vacuno y, hace una semana, la de trigo proveniente de todas las regiones del país vecino, aunque en este último caso la prensa oficial se apresuró a aclarar que se trataba de un acuerdo cerrado con anterioridad y no de una medida de apoyo a Moscú en el marco de la guerra en Ucrania.
En líneas generales, el acuerdo a nivel comercial entre Xi y Putin contemplaba seguir impulsando los intercambios bilaterales hasta unos 250.000 millones de dólares anuales.
"NI SIQUIERA CHINA PUEDE EVITAR LA RECESIÓN EN RUSIA"
Ahora bien, ¿está Pekín dispuesto a redoblar su apuesta convirtiéndose en el principal apoyo económico de Rusia, teniendo en cuenta que esto podría lastrar sus propios intercambios con Occidente?
La economista jefe para Asia-Pacífico de Natixis, Alicia García-Herrero, asegura a Efe que, "sin duda", China quiere reforzar su apoyo económico, pero "cumpliendo las sanciones en lo absolutamente necesario", ya que bancos o petroleras temen posibles sanciones secundarias "mucho más duras".
A este respecto, Julian Evans-Pritchard, analista de la consultora Capital Economics, apunta que "la mayoría de empresas chinas optarán por cumplir con las sanciones estadounidenses antes de arriesgarse a ser sancionadas".
Además, China no podría "monopolizar" las exportaciones a Rusia por el mero hecho de que no produce todo lo que el país vecino necesita importar, algo a lo que habría que sumar el desplome del rublo, que lastrará la capacidad de Moscú de comprar del extranjero.
"China tiene espacio limitado (para ayudar a Rusia), y cada vez menor. Creo que una recesión de doble dígito en Rusia es absolutamente imposible de evitar, ni siquiera gracias a China", pronostica García-Herrero.
¿UNA ALTERNATIVA CHINA A SWIFT?
En las últimas semanas, también se ha hablado de la posibilidad de que Pekín eche un capote a Rusia con su sistema de pagos internacionales CIPS ante la exclusión de numerosos bancos rusos del estándar SWIFT.
El portal de noticias económicas Caixin apunta que SWIFT y CIPS no son rivales sino herramientas complementarias: el sistema chino es la infraestructura encargada del flujo de fondos, mientras que SWIFT es una plataforma de transmisión de mensajes que contienen la información de estas transacciones.
CIPS apenas cuenta con instituciones financieras extranjeras entre sus afiliados y, de hecho, Natixis recuerda que todavía depende de SWIFT: "se está trabajando en el desarrollo de un sistema de mensajería alternativo, pero todavía no está totalmente operativo".
Además, CIPS se podría enfrentar a una "reacción reguladora" de Occidente si da cobijo a las entidades excluidas de SWIFT por las sanciones o si directamente no compartiese los datos de las transacciones.
Otra opción, indica García-Herrero, es el uso del yuan digital -la divisa electrónica que desarrolla el banco central chino-, que permitiría operaciones transfronterizas sin SWIFT, pero, aparte de que no hay ningún acuerdo entre China y Rusia al respecto, no se trataría de una "opción óptima" para Moscú debido a que lastraría todavía más la demanda del rublo.
En su opinión, la única opción que ofrecería un respiro temporal a Rusia sería la línea de permuta de divisas (‘swap’) entre ambos países, mediante la cual Moscú controla el equivalente en yuanes a unos 90.000 millones de dólares en el banco central chino.
Sin embargo, la moneda china solo se utiliza en un 2 % de las transacciones globales y, aunque Rusia tiene un superávit comercial frente a China, esas citadas reservas podrían agotarse cuando Moscú opte por aumentar sus importaciones desde el país asiático para sustituir las de la UE, su principal socio comercial, apunta.