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- 13/08/2021 00:00
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Un diagnóstico internacional sobre inclusión financiera ubica a Panamá con el mejor desempeño en esta materia, entre un grupo de siete países analizados: Chile, Panamá, Ecuador, Bolivia, Colombia, Perú y México.
El Índice de Inclusión Financiera (IIF) Credicorp, elaborado por Ipsos, es el primer esfuerzo en la región para medir la inclusión financiera desde la demanda (los clientes), a través de 8,400 encuestas. En específico, el estudio midió el acceso, uso y calidad percibida de los servicios y productos financieros.
“Creemos que sin inclusión financiera no hay desarrollo, sin desarrollo no hay un desarrollo general para la sociedad, y sin un desarrollo general para la sociedad las posibilidades que tienen nuestras sociedades y nuestra empresa de tener sostenibilidad y habilidad a largo plazo son bajas”, señaló Enrique Pasquel, gerente de Asuntos Corporativos de Credicorp.
Destacó que bajo esa visión y el interés de aportar para aumentar la inclusión financiera en la región comenzaron por diagnosticar, ¿qué es lo que está sucediendo con la inclusión financiera?, para que tanto las entidades privadas como los gobiernos tengan una mejor información para comenzar a tomar decisiones de cómo mejorar la situación de la inclusión financiera.
El análisis concluyó que el índice inclusión financiera de Latinoamérica refleja un nivel medio bajo, con una puntuación de 38,3 sobre 100. En el grupo de países encuestados, Panamá marcó un desempeño de 52,2 puntos sobre 100, seguido por Chile con 51,6 y Ecuador con 46,9.
“Panamá es el que tiene mayor nivel de inclusión financiera, lo cual comparativamente está muy bien, con respecto al resto de los países analizados. Está ligeramente por encima del puntaje medio, mejor que estos otros países latinoamericanos, pero todavía podría avanzar bastante”, afirmó Pasquel.
Explicó que en el diagnóstico, Panamá es el sexto país en el que sus usuarios utilizaron más puntos presenciales, es decir en el sistema financiero en el último año; es el cuarto país en el que sus ciudadanos realizan más transacciones de manera presencial, y donde hay un liderazgo bien particular en el conocimiento de los productos bancarios.
Otro dato importante que encontraron en todos los países analizados y que en parte explica por qué falta inclusión financiera, es que las personas conocen poco de los productos bancarios. En la encuesta se enlistaron 14 productos financieros bastante básicos y se preguntó qué tanto los conocen o cuántos conocen, y hay países donde la gente en promedio conoce solo uno o dos, mientras que en Panamá es donde más se conocen estos productos.
De los 14 productos, en promedio en Panamá, la gente conocía nueve, pero en el resto de los países analizados solo conocían cinco, siendo los productos financieros bancarios más populares, las cuentas de ahorro, las tarjetas de crédito y las de débito.
“Panamá, si bien está encima de todos los países analizados, todavía tiene a casi la mitad de su población sin estar incluida financieramente”, enfatizó Pasquel, agregando que al ver a detalle el porqué la gente dice que no usa el sistema financiero y que no lo usa más extensivamente, las explicaciones coinciden con lo que ocurre en el resto de los países.
Al respecto, las dos principales explicaciones que dan las personas que responden la encuesta es: primero, que sus ingresos no justifican utilizar el sistema financiero, y segundo, no consideran que el sistema financiero les da alguna ventaja.
En ese sentido, Pasquel dijo que lo que se quiere lograr con este índice es que exista una agenda común entre todos los países estudiados para aumentar la inclusión financiera. La primera es una agenda educativa, porque la gente en general en Latinoamérica no está bien informada de manera amplia sobre el tipo de productos financieros que existen y las ventajas que les pueden dar.
“Hay una agenda de educación financiera bien importante que tienen que hacer tanto las instituciones privadas como el sector público. El sector público porque, sin duda, educando mejor a la gente acerca de los productos y servicios que hay en el sector financiero formal y las ventajas que les ofrecen, van a lograr un montón de cosas: que la gente transe menos en efectivo y se exponga menos a nivel de seguridad personal con transacciones cash; que tenga mayor acceso al crédito formal y que pueda manejar mejor sus riesgos financieros, y otros, para lograr inclusión financiera”, apuntó.
Un segundo punto que también es importante dentro de la agenda es la tarea de desarrollar productos o servicios que sean más accesibles a personas con ingresos bajos, en zonas donde hoy no existen, lo cual es una tarea que corresponde también al sector público y privado.
Por el lado del sector público, precisó que lo importante es tener un cambio de mentalidad sobre la regulación del sistema financiero, ya que muchas veces aún existe la concepción de que la regulación es para un sistema financiero de una gran cantidad de agencias físicas, donde lo digital no es lo primordial, y el perfil de personas bien atendidas es el de aquellas que tiene que vivir en las grandes urbes de Latinoamérica.
“Esa concepción regulatoria tiene que cambiar, el sector público y los reguladores financieros tienen que empezar a pensar que tienen que regular de tal forma que a las entidades financieras les sea mucho más fácil desarrollar más productos digitales, eso por un lado, y por otro, productos que puedan ser de más fácil acceso para la gente que tiene menos recursos y menos educación”, explicó.
Respecto a la bancarización, comentó que este es un término que se traduce en “¿cuántas personas son clientes del sistema bancario? Una primera diferencia que consideró el estudio de Credicorp es que “inclusión financiera es más que servicio bancario”, acotó.
Mientras que la segunda diferencia es que “la bancarización es una medición útil, pero es muy incompleta de la relación que tiene un país con su sistema financiero”. En la encuesta se preguntó también por seguros y uso de fondos de pensiones, mencionó.
“Justamente hicimos el índice porque nos damos cuenta de que esa concepción de bancarización era muy limitada, es útil, pero no medía con profundidad qué tanto aprovecha la gente el sistema financiero”, subrayó Pasquel.
Por su parte, el representante de Ipsos, Luis Garay, recalcó que si se revisa el índice de inclusión financiera, se estudian componentes a partir de variables vinculadas al acceso, uso y calidad recibida, pero bancarización solo hace referencia al acceso de lo podría ser inclusión, que cubre más aspectos.
Añadió que Panamá también destaca sobre los otros países en la variable confianza y es un indicador que se ha confirmado a partir de otras investigaciones efectuadas. “Claramente hay una mayor confianza hacia las instituciones financieras. Se desprende también de una buena imagen y del hecho de que por años Panamá ha tenido esa relación cercana entre el sistema bancario, el centro bancario internacional y los ciudadanos. Para la agente no es ajeno que en Panamá exista esa relación con el sistema bancario y tienden a confiar en él, con indicadores superiores a los que presentan otros países de la región”, sostuvo Garay.
Una de las principales barreras para acceder a los productos de ahorro y crédito que se encontraron en el diagnóstico están relacionadas con aspectos endógenos, como el nivel de ingresos, aunque hay también factores externos como la falta de interés de la población, que dice que no los necesita.
“Hay una cuota de educación importante que nos permita informar a la población, en esta dirección, en familiarizarse con el uso de estos productos y en sus beneficios. En el caso de Panamá, coincide con que la población considera que no necesita estos productos y que sus ingresos no son suficientes”, complementó.
En los porcentajes específicos para Panamá, Pasquel explicó que se midieron las barreras para el ahorro y para los créditos. En la primera el 57% respondió que “no le alcanza porque sus ingresos son insuficientes o variables, lo cual apunta justamente a que el sector financiero tiene que trabajar en generar productos y servicios que sean más adecuados para gente de ingresos bajos”.
En cuanto a las barreras del crédito, las respuestas fueron más partidas: el 22% respondió que no le interesa tener crédito; el 35% contestó que sus ingresos son pocos; el 21% dijo que no le gusta endeudarse. “Ahí tienes una mezcla de cosas... y te das cuenta de que hay un componente de educación fuerte, entonces, se siguen repitiendo estos dos temas: el sistema financiero necesita profundizar en productos y servicios que estén más al alcance y que se justifiquen más los niveles de ingresos de sectores socioeconómicos bajos y se necesita profundizar en la educación financiera”, matizó Pasquel.
Este año ha sido atípico. Algo que ha ocurrido es que el tema de ingresos se ha complicado para toda la gente no solo de los países estudiados, sino de todo el mundo, a raíz de los problemas de la crisis económica que la acompañaron; y como los ingresos han sufrido, “es esperable que la personas digan que en este momento sus ingresos no justifican ahorro, no justifican crédito, pero eso podría cambiar en un año más normal”, agregó Pasquel.
Otro aspecto que pudo haber impactado la pandemia en el tema de inclusión financiera es el uso de medios digitales. “La pandemia nos ha digitalizado mucho más a la fuerza. Eso tiene una derivada positiva, y es que la digitalización permite a las entidades financieras llegar a lugares y personas donde antes no llegaban y a costos muchos más baratos”, puntualizó.
Este es el primer diagnóstico sobre inclusión financiera que realiza Credicorp, un conglomerado regional de empresas financieras con presencia en Panamá a través de Banco de Crédito del Perú (BCP) y Atlantic Security Bank (ASB), con la idea de seguir desarrollándolo en los próximos años, con la inclusión de otros países.