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Lo que implica para Panamá no tener un banco central
- 22/05/2020 00:00
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Como parte del llamado 'plan del día después', el Gobierno Nacional canalizó $1,300 millones a través de la banca local –oficial y privada– para que esta los inyecte a la economía a través de préstamos, cuyas condiciones se desconocen.
Los fondos tiene su origen en operaciones que gestionó el Gobierno directamente en medio del estado de emergencia decretado por el Ejecutivo por el Covid-19. Incluyen $500 millones en una línea de crédito del Fondo Monetario Internacional para la banca privada y $800 millones (que administrará el Banco Nacional para préstamos a la micro, pequeña y mediana empresa ($150 millones), el sector agro ($150 millones) y otros préstamos ($500 millones).
El ministro de Economía y Finanzas, Héctor Alexander, justificó en una conferencia virtual la canalización de dichos fondos a través de la banca, porque “Panamá no cuenta con un banco central”.
El economista Felipe Argote expresa lo contrario. En uno de sus escritos que compartió en su blog, escribió que el argumento (de no tener un banco central) es inválido si se quiere usar como la razón para no diferir la ayuda estatal directamente a los afectados. “Al no tener emisión esto se cubre con deuda. Acaso creen que la emisión es gratis?”, cuestionó, al tiempo que criticó la estrategia porque “no contempla la demanda”, es decir, que solo se garantiza la oferta de dinero o préstamos, pero en un escenario como el actual, ¿qué empresario pediría prestado si sabe que no tendrá clientes que aseguren un retorno?
La demanda se hubiese generado si el Gobierno hubiera transferido la ayuda directamente a los cesados, los empleados con contratos suspendidos, los informales y los desempleados, porque ellos hubieran podido seguir pagando sus deudas y la economía no se detenía. Después, añade Argote, el Gobierno debía propiciar la competencia entre bancos para préstamos con mejores condiciones para los interesados, en vez de fomentar acuerdos bancarios que producen oligopolios.
El también economista y profesor Juan Jované plantea que si bien no hay un banco central, por ley es el Banco Nacional el que cumple esas funciones, con la única restricción de emitir papel moneda. Por tanto, también descarta la inexistencia de un banco central como causa para verter los fondos a través de la banca. Incluso, cuestiona los términos de la línea de crédito del FMI: “hay una condicionalidad del FMI que el Gobierno no ha aclarado”, haciendo referencia a los Derechos Especiales de Giro (DEG), que es una suerte de canasta de monedas que utiliza el FMI.
Pero, ¿qué hace un banco central y cómo nos afecta no tenerlo?
El artículo 261 de la Constitución panameña es explícito: la facultad de emitir moneda fiduciaria de curso forzoso es del Estado y no es transferible a bancos oficiales o particulares de emisión. El artículo siguiente (el 262) establece que “no podrá haber papel moneda de curso forzoso”.
La inexistencia de un banco central panameño se remonta al acuerdo monetario que firmó Panamá con Estados Unidos el 20 de junio de 1904. Los firmantes fueron el secretario de Guerra de Estados Unidos, William H. Taft, y por Panamá “aceptaron” el “acuerdo” Ricardo Arias y Eusebio A Morales, comisionados fiscales que representaron a Panamá. En ese acuerdo, Panamá adopta el patrón de oro para la moneda, dándole al balboa panameño siempre el mismo valor que el dólar estadounidense. Pero además, que Panamá solo podría emitir monedas de plata –depositando el 15% de su valor en oro en un banco estadounidense– hasta un tope de 3 millones para reemplazar el peso colombiano que aún circulaba en el país tras la separación de Colombia en 1903.
Siendo el Gobierno el único importador, y siendo el balboa –la moneda oficial panameña– nivelada permanentemente al valor del dólar estadounidense, la existencia de un banco central, que es el responsable de controlar la oferta monetaria en una economía, resultó innecesaria. Lo más cercano a un banco central en Panamá es el Banco Nacional, el banco oficial que maneja la acuñación de monedas en el plano local, maneja las cuentas oficiales y respalda algunos préstamos externos.
Para el superintendente bancario, Amauri Castillo, la adopción del dólar junto con la posición geográfica de Panamá favoreció la creación de un sector de servicios abierto y ligado al comercio internacional, que representa cerca del 78% del PIB de la economía. El principal beneficio ha sido la estabilidad y crecimiento de la economía, sostiene. Los costos, en contraparte, están asociados a las pocas herramientas de política económica que tienen los responsables de la política pública, en el caso de Panamá, solo la política fiscal, admite.
Panamá carece de instrumentos de política cambiaria y monetaria para enfrentar crisis económicas. Solo cuenta con la política fiscal.
En cuanto a la inflación, Castillo explicó que una mayor cantidad de dinero en la economía está asociada al mayor crecimiento, pero también al crecimiento de los precios. “Mas inflación deteriora el poder de compra de los agentes económicos y devalúa el tipo de cambio. Para lograr equilibrio se suben las tasas de interés, lo que reduce la cantidad de dinero y esto produce un efecto positivo sobre los precios (baja inflación) y aprecia el tipo de cambio. Pero a su vez reduce el crecimiento de la economía”.