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- 30/01/2020 00:00
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Uno de los grandes retos en los sistemas educativos superiores es el desarrollo, actualización y continuidad de un equipo docente en salud, el cual dentro de su funcionamiento ocupa ciertas exigencias particulares, que por lo delicado del mismo requiere una comprensión no solo académica sino funcional del sistema de salud en el cual se desarrolla sus competencias prácticas.
El factor docente por mucho es el determinante en el desarrollo eficiente del funcionamiento de las carreras, comprendiendo que el conocimiento no es solo la necesidad única del estudiante, sino también la aplicación práctica de las competencias que el futuro profesional requiere.
En ese sentido se debe destacar el compromiso docente de los profesionales de salud, comprendiendo que la retribución económica no es rentable, en contraste con otros ingresos que pueden devengar como clínicas o consultas privadas, más aún en aquellas áreas de las especialidades y subespecialidades.
Por consiguiente se debe reconocer que existe un compromiso moral y ético del profesional de salud, ya que a pesar de esta condición su cumplimiento tiende a ser muy alto, y sobre todo en las exigencias de atención clínica médica de los profesionales en formación, conllevando un desgaste emocional y mental, pero cumpliendo con aquellas necesidades que todo futuro profesional de salud debe alcanzar, comprendiendo que muy probablemente esas manos serán las que nos atenderán en la enfermedad.
El reto no solo conlleva analizar y comprender las demandas docentes, como sus horarios, disposiciones, requerimientos y necesidades académicas, sino también las de los centros receptores, que dentro de los marcos de cooperación, forma parte fundamental del desarrollo del estudiante, que por sus características de espacios exigen y demandan un acompañamiento personalizado del docente en las prácticas universitarias, provocando un encausamiento de procesos para el funcionamiento, que son buenos y necesarios, pero que en la políticas públicas encarece las ofertas académicas, las cuales sufren por la carga económica que esto conlleva y que es transferido en parte al sufrido estudiante que sueña con ser un profesional de salud.
Dentro de todo esto existe un factor fundamental y es la mística, esa causa y motivación, que genera un motivo, pero que en contexto de percepción profesional, aquellos, quienes sufrieron en alcanzar sus títulos de profesionales de salud, tienden a relacionar que su éxito es directamente vinculado a las dificultades y contrariedades que padecieron en su formación. Y que por el contrario de no repetirlos, los imitan causan un espectro de intimidación en el alumno.
Pero no todo es así, en mayor proporción existe una creciente corriente docente, humanista, con sentido de solidaridad y empatía, son aquellos los que hacen la diferencia, esos que se identifican con las necesidades del estudiante, no solo cognitivas, sino emocionales y hasta sociales.
Esos son los que se identifican como ejemplares, aquellos que son dignos del reconocimiento del alumno, que al culminar su carrera universitaria, y en el desarrollo de su profesión, guardan el más digno respeto y admiración por esas actitudes profesionales de los docentes que estimularon no solo el crecimiento profesional, sino el desarrollo personal de individuo con el sentido social que esta sociedad demanda. Al final del camino a través de esos conocimientos que se siembran y desarrollan en estos nuevos profesionales, los docentes en el área de salud multiplican su voluntad de salvar vidas mediante aquellas manos y saberes del ser humano, el cual nunca podremos determinar el infinito impacto en la salud de nuestra sociedad que ayudamos a mejorar.