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- 23/11/2019 00:00
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La inversión extranjera directa (IED) mundial reportó auges a mediados del siglo XX. Período caracterizado por la tendencia de la globalización y la apertura de mercados que facilitan el ejercicio de las inversiones transfronterizas. Sin embargo, en la última década los volúmenes y flujos de IED mundial reportan tendencias a la baja y a la vez resultados heterogéneos desde la perspectiva regional.
Frente al panorama económico político mundial de hoy, no se prevén cambios positivos en cuanto a estas disminuciones y divergencias. Por lo que es perentorio el considerar el análisis de la gama de factores que influyen en las tendencias, y analizar las oportunidades en materia de fomento económico que representa la IED, primordialmente en las economías en desarrollo de regiones jóvenes como América Latina y El Caribe (ALC).
En el período 2018, las entradas de IED en el ámbito mundial reportaron una disminución del 13% con respecto al 2017, marcando un tercer año consecutivo a la baja y acentuándose las pocas probabilidades de recuperación para el próximo período 2019.
En lo que respecta a la contribución de estos resultados, el 27% se reporta en las economías desarrolladas, principalmente en Europa. Esta última sujeta a la salida de capitales por parte multinacionales estadounidenses que a raíz de las reformas tributarias deciden relocalizar sus utilidades acumuladas.
De acuerdo con las estadísticas, se estima que las reformas provocaron una disminución del 55% de la IED.
Por otro lado, también se registra una afectación por parte de las acciones de China, que, a motivación de las disputas comerciales, y los temas en materia posicionamiento en cuanto a tecnología e inquietudes en cuanto a seguridad nacional, enfría sus inversiones en Europa y Norteamérica.
En contraste, otras regiones como ALC han reportado resultados favorables que marcan heterogeneidad versus los previamente citados. De acuerdo con las cifras históricas, 2018 representó un respiro con respecto al 2017 cuando se reporta una caída del 3.6%. En este último período -2018-, los flujos de IED a la región latinoamericana incrementaron 13.2% ($184.287 millones).
Cabe resaltar que dicha mejora proviene de una cantidad mínima de países latinos, entre los cuales destacan Brasil con (48%), México (20%), Argentina (6%), Colombia (6%) y Panamá (4%).
Dato curioso es el resultado de Chile, país que sobresale en la industria de los minerales y manufactura en la región, reporta un crecimiento conservador que se mantienen por debajo de la cifra promedio de la última década en cuanto a la recepción de IED.
A pesar de que las cifras en sí transmiten optimismo, los reportes son bien claros al hacer énfasis en las fuentes que promueven los resultados favorables para ALC.
A partir del análisis de los componentes de la IED, se determina que la recuperación se debe principalmente a la reinversión de utilidades y financiamiento entre compañías, y en menor cuantía a los aportes de capital.
Es decir, que el crecimiento se promueve a partir de la presencia de los intereses de empresas extranjeras en estos mercados, más no de la inyección de capital extranjero. Acciones que se prestan para diversas interpretaciones. Porque si consideramos la reinversión de utilidades, se percibe una confianza en los mercados para continuar con las operaciones de negocio de una determinada empresa. Por otro lado, la reducción de aportes o inyección de capital fresco podría verse relacionado con la desaceleración de las economías desarrolladas y por ende la limitación de los capitales que se redirigen a la región.
Lo que marcan estos hechos se puede percibir como una tendencia a la transformación de las prácticas en materia de inversiones transfronterizas y por ende a la interpretación de su impacto en cada economía. Por lo que es perentorio que se analice la gama de factores que pueden estar incidiendo de manera significativa.
Versamos de una gama, porque a primera instancia se hace énfasis intenso en las prácticas proteccionistas, que se reconoce tienen una contribución significativa en el tema, apartando la atención a otros factores como la tecnología y su papel en la oferta de productos y servicios, la inestabilidad política y la desaceleración de los mercados internacionales.
En lo que respecta a la tecnología, esta tiene incidencia en la postura que adoptan nuevos participantes del comercio en cuanto a la inversión transfronteriza. Hoy día continúan los intereses por los sectores de manufactura y extracción de reservas de hidrocarburos y los minerales, sin embargo, la inclinación a la inversión en el sector tecnología va en aumento. Una tendencia que se atribuye a la innovación de los productos y servicios digitales que son el interés del consumidor actual y que a la vez permite a las empresas escapar de los requerimientos de inversión en activos tangibles y capital humano que representan altos costos y reducción de márgenes. Es decir, que se buscan actividades donde la integración a nuevos mercados sea menos compleja en cuanto a infraestructura.
En cuanto a la inestabilidad política, marcada por los deterioros de sistemas democráticos, la percepción de la IED se redefine al considerar que donde existe inestabilidad las facilidades de hacer negocios se ven reducidas resultado de la aplicación de lineamientos que terminan por ser ineficientes.
Sumado a las previas razones, la desaceleración al crecimiento económico también juega un papel importante en cuanto a las tendencias a la IED, simplemente porque sin crecimiento no hay mercados activos que fomenten el atractivo.
De acuerdo con las cifras de perspectiva del PIB, los crecimientos de la región son moderados. Se estima que Centroamérica continúe liderando con un 2.9%, seguido del Caribe (2.1%), México (1.0%) y América del Sur (0.2%).
Considerando las tendencias citadas y los factores en mención, cada zona geográfica está expuesta a una serie de eventos que trazan particularidades. Por lo que el volumen y el valor de la IED debe dejar de ser el factor de orientación a la captación de la inversión extranjera.
En un panorama plagado de cambios, lo que se recomienda es actuar con miras a las oportunidades que brinda la IED en cuanto a desarrollo sostenible, trabajar en favor a que exista una inclinación al establecimiento de prácticas que promuevan la IED de calidad como aquella que potencia al capital humano local por medio de la investigación, y no enfocarse en la preocupación de la simple inyección de capital o establecimiento de presencia extranjera, lo cual puede pasar al plano temporal.
La autora es asesora en materia financiera.