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Unas semifinales ante Estados Unidos en un ambiente peculiar

- 12/03/2025 00:00
- 11/03/2025 17:05
Las selecciones de Panamá y de Estados Unidos se preparan para enfrentarse en una semifinal de la Liga de Naciones de la Concacaf con unas particularidades que le dan a la competición un clima mediático, diferente al de sus anteriores duelos. Es el arranque del año competitivo internacional del fútbol programado en territorio estadounidense, y a la disputa del título de la Liga de Naciones de la Concacaf en marzo, le siguen luego en junio la Copa Oro y el primer Mundial de Clubes con 32 participantes. A los tres torneos los estadounidenses los reciben con las expectativas de que propicien un ambiente positivo, que ponga al fin el fútbol como plato destacado en la mesa de la conversación deportiva, enfocados en la Copa Mundial 2026.
Aunque se quiera dentro de la lógica ideal, separar deporte y política, no se debe disociar el uno del otro porque está demostrado, a través de la historia, que se han relacionado para bien o para mal. Las actuales tensiones políticas de la administración Trump con países de la región ya se reflejaron en el deporte el mes pasado, en el ambiente crispado y tenso entre canadienses y estadounidenses, cuando sus selecciones se enfrentaron en la final del Torneo Cuatro Naciones de hockey sobre hielo.
La final en Boston con la victoria de Canadá en la prórroga 3-2 hizo sentirse a los canadienses orgullosos y contestatarios a las pretensiones estadounidenses de anexarles como el estado 51. El Estados Unidos versus Panamá no está exento de contagiarse de la atmósfera política, por la reclamación estadounidense de volver a poseer el Canal. El nombre de Panamá aparece en estos días en las noticias y, ahora, en los segmentos deportivos relacionados con el partido, no dejará de provocar algún comentario suspicaz conectado con la política.
En el país de la NFL, la MLB, la NBA y la NHL, Donald Trump se ha convertido en el presidente más futbolero de su historia o, si se quiere, en el que más ha entendido el impacto de este deporte como fenómeno global y ha pujado para que lo que genera empresarialmente, pase por las cajas registradoras norteamericanas.
Experto y sagaz en la puesta en escena de cada intervención suya en los medios de comunicación, en particular derivada de su experiencia televisiva, sabe además que los eventos deportivos generan un foco público de singular audiencia. La prueba más reciente de ello fue su presencia el mes pasado en el Super Bowl LIX.
En el carro del fútbol se subió en 2018 cuando, durante su primer mandato, peleó y obtuvo para Estados Unidos la sede de la Copa Mundial de Fútbol 2026, en una maniobra que involucró como coanfitriones a México y Canadá, con la particularidad de que 75 % del torneo se celebrara en territorio estadounidense. Trump ha lucido en la decoración de la Oficina Oval una réplica del trofeo de la Copa Mundo y el 7 de marzo firmó junto con Gianni Infantino, presidente de la FIFA, una orden ejecutiva que establece un grupo de trabajo de la Casa Blanca para atender el mundial y sus requerimientos.
Trump tiene en Infantino un amigo íntimo; asistió como invitado especial a su toma de posesión, y las competiciones de este año se le ofrecen de ventanas con enseñanzas de cara al Mundial 2026. Aunque la ganancia solo le será plena si la selección estadounidense o los clubes de la MLS (entre ellos Seattle Sounders e Inter Miami) le acompañan, demostrando crecimiento con resultados favorables, en un país acostumbrado a presentarse como ganador en los deportes que compite.
Seguramente estará pendiente del resultado entre Estados Unidos y Panamá opinando en las redes sociales. No sería tampoco extraño que, si el equipo dirigido por Mauricio Pochettino supera las semifinales (como esperan), Trump se haga presente en la final contra Canadá o México con toda la carga mediática que significaría ello.
En los dos últimos partidos oficiales los panameños han demostrado capacidad para responderles a los estadounidenses: el empate 1-1 en las semifinales de la Copa Oro 2023, con un triunfo canalero 5-4 en la definición en la tanda de penales, y la victoria 2-1 en la fase de grupos en la Copa América 2024, rompieron los pronósticos. Ambos resultados contribuyeron a marcar la finalización de cada etapa para los entrenadores norteamericanos que la dirigían entonces (Callaghan y Berhalter). En la memoria de los panameños está fresco el recuerdo de cuando Panamá se interpuso en la clasificación de Estados Unidos para el 2018; quedaron ausentes de un mundial en un periodo en el que Trump ejercía su primer mandato.
Vale recordar, para no pecar de triunfalismos, que el debut de su actual entrenador, Mauricio Pochettino, fue en un amistoso con Panamá a la que derrotaron claramente 2-0 hace cinco meses (12 de octubre de 2024); como también que Estados Unidos aventaja ampliamente a los panameños en el recuento general estadístico de sus encuentros.
El conjunto canalero se ilusiona con convertirse en la primera selección centroamericana en llegar a una final de la Liga de Naciones, a la que no ha podido acceder en las dos versiones anteriores, al ser eliminada en la misma instancia (semifinales) por Canadá en 2023 y México en 2024.
Para Estados Unidos, quien es el dominador amplio de este torneo al haberlo ganado consecutivamente en sus tres ediciones anteriores, el no derrotar a Panamá se posará como una nube gris en su firmamento, la cual tendrían que disipar en junio con la Copa Oro, para no entrar en un mar de dudas y críticas. Pochettino y sus jugadores tienen a su favor que no disputarán eliminatorias mundialistas, lo cual pudiera redundarles en facilitar pulir el esquema y la dinámica de su juego.
Pochettino cumplirá ante Panamá su tercer partido oficial al frente del Team USA. Ganó los dos duelos anteriores ante Jamaica por los cuartos de final de la Liga de Naciones, lo cual lo han conducido a disputar esta semifinal. Lleva en total 6 partidos, al sumarle 3 amistosos ganados (Panamá, Venezuela y Costa Rica), y uno perdido ante México. El de Panamá será su desafío más exigente, al exponerle frente a la posibilidad de alcanzar su primera final, y de avanzar hacia la opción de su primer título con Estados Unidos. Necesita demostrar que las capacidades que expuso en Europa dirigiendo clubes, puede reflejarlas en la selección estadounidense.
Thomas Christiansen está asentado como seleccionador. Durante su gestión la selección se ha posicionado con reconocimientos en la Concacaf, pero para alcanzar trascendencia tiene que amarrar un logro que le valorice. La Liga de Naciones se le presenta como nueva ocasión para dejar sentado que no se ha detenido, que puede dar un paso más delante, igualmente tendrá esta oportunidad en los desafíos de la Copa Oro y sobre todo en la clasificación al mundial. De ello va a depender la continuidad de su ciclo.
El rendimiento más alto lo encuentran ambas selecciones cuando los jugadores que se desempeñan fuera del país (una de las constantes de muchas selecciones), están en plenitud de condiciones, principalmente con aquellos que juegan en Europa, el continente con los clubes de mayor inversión, mejor preparación y las ligas más competitivas. En este espacio Estados Unidos tiene una cuota de incorporación superior a Panamá, cuya mayor reserva prima en el continente americano.
Sin embargo, se espera que el juego creativo se mantenga como en los anteriores duelos, para los estadounidenses a través de los botines de Christian Pulisec, quien viene recuperando su nivel con el Milan en Italia, y de Adalberto Carrasquilla entre los panameños, cuyo rendimiento está regresando a su nivel tras un inicio de temporada irregular para los Pumas de México. A Panamá le puede pesar en contra la ausencia por lesión de jugadores clave en la labor defensiva.
Será vital entre los panameños insistir en mantener un equilibrio emocional que les evite que actitudes o expresiones verbales antes, durante y después del compromiso, rebasen el ámbito deportivo. Es aconsejable remarcarlo para no picar algún anzuelo provocativo que les distraiga o desenfoque del propósito deportivo que han ido a buscar. Dos experiencias deben servir de ejemplo para no repetirlas: las declaraciones de Machado sobre los mexicanos en las eliminatorias de 2018, y la reacción de Carrasquilla en la pasada Copa América contra Estados Unidos, provocando su expulsión en un momento en que se ganaba 2-1 y tenían un jugador de ventaja en el campo de juego.
El Sofi Stadium en Inglewood, California, recibirá el partido a disputarse el próximo 20 de marzo. En el ambiente estará el Canal como tema accesorio haciendo remembranzas de décadas pasadas, en los audífonos de algunos jugadores camino al campo de juego tal vez resonará en sus oídos Patria de Rubén Blades, estimulándoles la ilusión de llevar a Panamá por primera vez a una final de la Liga de Naciones.