Panamá se topa con el techo

Actualizado
  • 27/03/2024 00:00
Creado
  • 26/03/2024 20:24
La Liga de Naciones evidenció que a Panamá le falta recorrido y nivel para posicionarse como un rival competitivo que amenace con cuestionar el ‘statu quo’ de las selecciones dominantes de la Concacaf

La Selección de Panamá quedó frenada en el impulso por mejorar su recorrido en la Liga de Naciones. Llegó a esta versión 2023-24, en su segunda participación consecutiva en la fase final del torneo, tras un año en el que emitió destellos positivos para augurar unas calificaciones por encima de las obtenidas en la anterior incursión. No ha sido así, no avanzó repitiendo el cuarto lugar en la clasificación general.

Se despidió sin romper la sequía de goles que le dejan en los cuatro partidos, los dos del año pasado y los dos de este, con cero anotaciones en 360 minutos de juego. Los delanteros expusieron una liviandad reiterativa al desaprovechar las oportunidades de anotar.

Recibió 4 goles en contra, uno más que en la anterior (3), dejando la sensación de vulnerabilidad defensiva por la mayor cantidad de ocasiones de gol que le crearon sus rivales. Se le puede criticar colectivamente e individualmente. A esos puntos de vista que cuestionen la actuación no se les debe subestimar, sin antes ponerlos en la balanza para sopesar la validez; pero sería injusto si la narrativa alimenta un ambiente con un panorama que tienda a desalentar a la afición de cara a los compromisos que pronto se deben asumir: eliminatorias para el Mundial 2026 y Copa América Conmebol USA 2024.

Desconociendo además las oportunidades como las dificultades que representa cada torneo, para un equipo al que todavía no se le puede dar por acabado ni en el rodaje, ni por haber dicho su última palabra.

Por encima de las desconexiones que tuvo, la Selección no desentonó del todo, mantuvo la idea táctica de juego que les ha inculcado en su proceso el cuerpo técnico dirigido por Thomas Christiansen. Desde esta óptica se puede decir que la selección no ha retrocedido, se frenó al no producir las ideas novedosas requeridas en el campo de juego para superar a unos contrincantes que le esperaban; conociendo sus virtudes y a la caza de sacar provecho de sus defectos.

La frase que hizo corrillo entre los técnicos “Panamá es una de las selecciones que mayor ha crecido en Concacaf en los últimos años”, si bien expresaba un reconocimiento reflejó igualmente que llegaban avisados y dispuestos a anularle el “factor” de equipo sorpresa. Un elemento con el que se podían “arropar” y hacer daño al menospreciarles como rival con méritos.

La Selección de Panamá se topó con el techo, demostrándose que no tiene aún capacidad de superarse para competirle principalmente a México, y en menor medida a Jamaica. Christiansen tiene ahora que rebobinar en esta parte de la película y adicionar al libreto apuntes novedosos para el próximo discurso técnico.

No se le puede reprochar el haber dejado fuera a algún jugador que haya mostrado merecimientos para vestir la camiseta nacional, los ha convocado a todos en su ciclo; sin embargo, el momento pareciera aconsejable para intentar incorporar variantes en el ataque sumando algún nombre joven, porque pareciera que Díaz, Fajardo y Waterman necesitan una mano alternativa en estas instancias en las que el gol con la selección les ha dado la espalda.

Orlando Mosquera, quien en la disputa por el tercer puesto de la Liga de Naciones 2022-23 se hizo con la titularidad en la portería, hoy no aparece tan indiscutible en ese puesto como el año pasado. Tal vez un nuevo pulso de relevo con Luis Mejía beneficie competitivamente a ambos porteros en el rendimiento.

La calidad, el talento, la técnica y el aporte de Adalberto Carrasquilla son incuestionables, pero por el desgaste que implican sus desplazamientos, se le debería concebir un mejor respaldo defensivo a sus espaldas, porque cuando no atina con un pase en la línea en la que se mueve, abre una vía expedita para el contraataque del rival.

Estos son retazos de apreciaciones que circulan en el ambiente, como también la inquietud de por qué no dosificar esa preponderancia por asumir el protagonismo permanente en la dinámica del juego, que le permite al rival aprovecharse del desgaste que implica al no traducirse en gol. Permite que cuando le quitan el balón, le lleguen a la portería panameña con posibilidades de anotar más claras sobre las que gesta el conjunto canalero.

Un planteamiento loable, sin lugar a dudas, inspirado en el método europeo de los conceptos adquiridos en su paso por el Barcelona, aunque dada la adaptación y la formación del jugador panameño, se convierte en ocasiones en un bumerán.

Materia prima, el gran desafío

Hay que manejar con sumo cuidado las expectativas, principalmente cuando se es un equipo en la búsqueda de plasmar un reconocimiento que quede grabado con un logro internacional concreto; al no ser una selección en la región acostumbrada al protagonismo y a superar instancias decisivas como lo están México y Estados Unidos, no es figura obligada por historia futbolística o intereses económicos del entorno deportivo a responder por estas expectativas. Lo suyo sigue estando en el propósito de continuar escalando peldaños.

La limitación al no contar con una plantilla que posea una lista larga de jugadores disponibles ante cada requerimiento, con un nivel de preparación y alta competición en sus respectivos clubes etc., hacen que la tarea tenga un mayor grado de dificultad. Es esencial ante esta necesidad de proveerse de nueva materia prima para avanzar. En un ámbito deportivo como el panameño, con opciones limitadas, el reto es aún mayor.

De ahí que los ojos estén puestos en escudriñar qué nuevos jugadores puedan destacarse para incorporarles a la Selección Mayor. Una parte de las expectativas está en los frutos que pueda aportar la gestión de Jorge Dely Valdés, aunque funge como asistente de la dirección técnica el enfoque gira en su función de entrenador principal de la Selección Sub-20 y la Sub-23, categoría con la que ganó el año pasado el Torneo Maurice Revello en Francia.

El lógico sentimiento de frustración de sentir que no se pudo apear del camino a México en un momento que se le percibía vulnerable, ni dar un paso adelante en competencias que le han guiñado el ojo, como la Copa Oro o la Liga de Naciones de la Concacaf, no deben mermar el entusiasmo por alcanzar la meta trazada en la hoja de ruta: clasificar al Mundial 2026.

Un desafío al alcance para este equipo si mantiene su presente nivel, ahora con una eliminatoria más amplia de posibilidades al no participar Estados Unidos, México ni Canadá por ser los países anfitriones de la próxima Copa Mundo; aunque no por ello la eliminatoria está exenta de dificultades y exigencias, ni pueda darse por asegurada su obtención.

En junio y julio la Copa América USA 2024 será una gran vitrina para foguearse con las mejores selecciones del continente; un reto que se debe asumir con la responsabilidad de estar incluidos entre las 16 selecciones participantes del continente, ganado a pulso y con buen trabajo. La Liga de Naciones no ha permitido a los panameños romper el techo del cuarto lugar, pero no ha sentenciado que este techo sea inamovible por siempre en esta, como en otras competiciones.

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