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- 23/04/2016 02:00
- 23/04/2016 02:00
Unas de mis aventuras inolvidables en Panamá la cual incluyo subir Volcán Barú (aunque es de dificultad mucho más alta), fue el ascenso a Cerro Marta ubicado en el Parque Nacional Omar Torrijos.
Un lugar mágico, su bosque con una riqueza natural maravillosa y la vista preciosa de las montañas.
La experiencia fue muy exigente en aspectos tanto físico como mental; dijeron antes del trip que era de alta dificultad, pero pensé que estaba preparada para esta caminata ya que todos los fines de semana iba de gira con mi grupo de senderismo, así que no me preocupé y decidí ir.
Pues vaya sorpresa que me llevé, al empezar el sendero hacia el Parque Nacional era todo bajando y me decía a mí misma ‘Para regresar hay que subir todo esto?'; ya me estaba auto limitando mentalmente a que no lo iba a lograr.
Horas después, estaba tan agotada era un cansancio que jamás había sentido, las piernas ya no daban; no estaba ni a la mitad de alcanzar la cima.
Descansaba lo más que podía, mis compañeros de grupo me ayudaron y uno de ellos hasta me llevó la mochila, el guía siempre a mi lado me decía ‘vamos que tú puedes!' era la última del grupo.
Cuando se está cerca de la cima, el sendero son prácticamente escalones y mis piernas estaban al límite.
De pronto, cayó un torrencial aguacero que fue para mí una bendición después de tan sofocante caminata y más subiendo estos escalones en medio del bosque, fue hermoso!
Trababa de no pensar en nada, me detuve y cerré los ojos sintiendo la lluvia, escuchando como bajaba el agua por aquel sendero escalonado. Ese momento de casi soledad fue mágico.
A lo lejos escuchaba las voces de mis compañeros que ya estaban en la cima, el guía me decía vamos que estas cerca, falta poco!
Seguía lloviendo a cantaros y al ver a mis compañeros no lo podía creer y comencé a llorar, pero creo que nadie se dio cuenta porque estaba empapada de lluvia al igual que todos.
Lloraba porque lo había logrado.
El regreso fue otra experiencia, ya que si para subir era cansancio, para bajar era dolor en los muslos, un dolor espantoso.
Inicié el descenso, pasando por los mismos escalones, el cruce de dos ríos crecidos por la fuerte lluvia y los mismos desniveles de subidas y bajadas que ahora en el regreso eran lo contrario.
En uno de estos puntos no pude más por el dolor en los muslos, había aguantado todo lo que pude. Tanto los guías como los compañeros del grupo me ayudaron en todo momento y se turnaron para estar siempre uno de ellos a mi lado.
Esta experiencia de tantas en los senderos panameños, me demostró lo vulnerables que podemos ser en cualquier momento, tengamos la preparación o los ánimos para realizar cualquier cosa en la vida.
Con el apoyo de las personas que están a nuestro lado y también con la fuerza que nos sale de donde sea podemos alcanzar muchos sueños no importa lo grande o pequeños que sean y nos enseña a estar más preparados para las futuras cimas o metas que queramos alcanzar.
Recuerdo que me decían si no pudiste en Cerro Marta, no podrás subir el Volcán Barú. Pues no fue así, en El Barú me fue genial!!
Sera que a Marta le caí mal y al chico Barú le gusté? Pues como sea.
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