Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
La difícil tarea de exaltar los nombres de nuestras estrellas
- 01/08/2022 00:00
- 01/08/2022 00:00
El catedrático propuso un proyecto en su clase de maestría, en la escuela de educación física de una imaginaria universidad.
Consistía en mostrar una serie de fotos de atletas nacionales a sus estudiantes, todos de escuelas primarias. Al día siguiente harían lo mismo con otros grupos, pero con imágenes de deportistas internacionales.
En una especie de pareo, los nombres de los atletas serían colocados al lado de las fotos, sin un orden determinado, y los estudiantes los identificarían escribiendo sus nombres en un papel.
Las fotos locales fueron, entre otros, de Davis Peralta y Pedro 'Mago' Rivas (básquet), Roberto Durán y Luis Concepción (boxeo), y de Lloyd LaBeach, Diva Bishop y Florencio Aguilar (atletismo).
Asimismo, Mariano Rivera y Carlos Lee (béisbol), Eileen Coparropa (natación), Carolena Carsten (taekwondo), Rommel Fernández, Julio César Dely y Román Torres (fútbol).
En tanto que las fotografías de los foráneos fueron de Cristiano Ronaldo, Roberto Carlos y Lionel Messi (fútbol), Michael Jordan y Lebron James (baloncesto), Ian Thorpe (natación) y Serena Williams (tenis).
Igualmente, de los velocistas Carl Lewis y Usain Bolt, Tom Brady y Joe Montana (NFL), y de Carlos Correa y Aaron Judge (béisbol).
Todas las imágenes fueron escogidas al azar por los docentes, lo que podría significar que se repitieran los nombres o que fueran escogidas verdaderas leyendas de lado y lado, como ocurrió.
Al finalizar la prueba, catedrático y estudiantes descubrieron muchos más aciertos entre los atletas foráneos, como era de esperarse, y una situación muy curiosa que resultó algo jocosa, entre los locales.
Román Torres fue el único, entre todos, que fue mostrado en dos fotos diferentes y, curiosamente, solo fue reconocido por uno de los grupos, y la razón fue muy sencilla.
En una foto lucía la melena de cuando fue al mundial Rusia 2018 y en la otra, una más reciente sin la abundante caballera.
Hay razones innumerables que podrían esgrimirse, para justificar el hecho de que los estudiantes identifiquen o asocien mucho más rápido un nombre con un rostro de un atleta foráneo, que el de uno del patio.
Una de ellas y la principal, sentimos, es el hecho de que aquí no existe bibliografía o material educativo al respecto, siendo los medios impresos, otrora, y hoy los digitales, los que los mantienen presentes.
No obstante, comparado con el 'bombardeo' que nuestros propios noticiarios deportivos, principalmente de la televisión, hacen de las figuras foráneas, el esfuerzo es inmensamente inferior.
Otra es que pululan en nuestros medios las propagandas, vallas y panfletos publicitarios temas sobre atletas exitosos extranjeros, debido al asocio de estos con marcas reconocidas internacionalmente.
Una razón más es que nuestros éxitos, por más trascendentales que sean, son materia de conversación, discusión o análisis por un tiempo muy corto, si lo comparamos, por ejemplo, con el clásico entre el Barcelona y el Real Madrid, aunque fuera un partido de temporada.
Al final, todo tiene que ver con la falta de interés existente para darles a nuestras glorias el lugar que se merecen y que, colateralmente, serviría para cimentar el orgullo y sentido de pertenencia en nuestra juventud.
En esa dirección estaba el escritor y poeta Roberto Luzcando, cuando en la década pasada escribió una poesía para exaltar la conquista de Irving Saladino, quien obtuvo el oro en el salto de longitud en las Olimpiadas de Beijing 2008.
En mi opinión, Luzcando no solo buscaba festejar el logro obtenido a través de las letras, sino entrelazar estas dos manifestaciones culturales para hacer un llamado de atención sobre lo valioso del acontecimiento.
“Saladino es la senda de la patria joven, poeta de la altura que, en olímpico salto, escribiste en dorado la palabra Istmo en páginas mundiales de orgullo y esperanza, de este pueblo fogoso que ante nada se rinde; a cada panameño tu gloria va”.
Es apenas un extracto del referido poema que, en definitiva, trasluce lo que ya mencionamos, cuando hablamos del sentido de pertenencia y el sentimiento de orgullo.
Tampoco se quedan atrás las reflexiones del profesor Arturo Ureña Ramos en 'Mi nombre es Panamá', donde ensalza el nombre de decenas de panameños, demostrando el porqué sentirnos orgullosos de nacer en este pequeño terruño centroamericano.
Y, entre otros, menciona a una serie de deportistas como Roberto Durán, Julio Dely, el propio Saladino, Rommel Fernández, Mariano Rivera y Román Torres.
Luego entonces, si tenemos un historial riquísimo en materia deportiva, ¿por qué acudimos a atletas foráneos para referirnos al baloncesto, al fútbol o al boxeo, inclusive?
¿A quién le toca la tarea de aleccionar a nuestros hijos al respecto? ¿A nosotros, a las escuelas o a las instituciones deportivas estatales?
“En los centros educativos, el tiempo no es suficiente para contar una historia completa. Tenemos 80 minutos a la semana con los estudiantes, y eso abarca los tradicionales ejercicios físicos y la enseñanza de un deporte específico”, detalló el educador físico Elmer Delgado.
“Lo que hacemos es que cuando estamos dando la clase sobre el baloncesto, ponemos una investigación sobre los jugadores que le hayan dado reconocimiento a la provincia o al país”, explicó.
“Pero, no es una historia completa sobre ellos, porque la idea es que los identifiquen y conozcan en qué disciplina se desenvolvieron”, matizó.
Delgado señaló que no es fácil tratar el asunto, porque igual sucede sobre la historia de un deporte determinado en Panamá, ya que existe muy poco material bibliográfico al respecto.
“A los docentes nos toca proporcionar en muchas ocasiones esta información y, como no es fácil obtenerla, muchos prefieren referirse a atletas extranjeros porque de ellos sí hay abundante información”, aseveró.
Esta es otra de las realidades de nuestro deporte, que tiene historia, personajes y riqueza, pero cuya bibliografía es escasa, casi inexistente, como también lo son los sitios para encontrarlos.