Nacho Quintana en la cita esperada

Actualizado
  • 08/02/2023 00:00
Creado
  • 08/02/2023 00:00
El entrenador de la Selección Femenina afronta una oportunidad de oro para hacer crecer al fútbol panameño y dar un salto cualitativo en su carrera profesional. El compromiso en Nueva Zelanda se presenta como el trampolín
“Clasificar al mundial no es el final de nada, sería el principio de todo. El principio de lo que viene para el fútbol femenino, para la Federación y para mí como entrenador”, sostiene el técnico nacional.

Las integrantes de la Selección Femenina de Panamá y su cuerpo técnico, están ya en territorio neozelandés procurando desplegar el plan de preparación y adaptación que les permita llegar a plenitud de sus capacidades al encuentro que el próximo 19 de febrero, las enfrentará a Papúa Nueva Guinea en Auckland.

De superar la barrera de este primer peaje ante las papú neoguineanas, irían cuatro días después, el 23 de febrero, ante la vencedora del juego entre China Taipei y Paraguay, por el boleto clasificatorio a la Copa Mundial Femenina Australia y Nueva Zelanda 2023, la cual se celebrará del 20 de julio al 20 de agosto del presente año, en nueve ciudades de los dos países anfitriones.

A la expedición panameña antes de partir se le percibió que entre su equipaje abundaba la motivación y el optimismo. La figura líder y gestora del grupo ha sido su entrenador, el técnico mexicano Ignacio 'Nacho' Quintana, quien ha liderado desde el 2020 un proceso que fue quemando etapas, mostrando el año pasado en Monterrey, México, un nivel de juego prometedor. La presencia de Panamá en el repechaje (Play-off Tournament) es un reconocimiento al trabajo de todos los involucrados.

La semana pasada, horas antes de emprender el viaje desde Panamá, en un recorrido que incluía una parada deportiva en Chile para proseguir días después hacia Nueva Zelanda, Nacho Quintana le robó un espacio a su agenda para permitirnos esbozar un retrato de su trabajo y cómo vive este momento fundamental en su carrera.

El convencimiento como herramienta

Amable con la prensa y los medios de comunicación, a Quintana se le aprecia dirigir los entrenamientos sin estridencias, pero qué tipo de liderazgo es el suyo cuando lo ejerce a lo interno del plantel, lejos de los ojos públicos: ¿se inclina por el liderazgo blando o se inclina por el de una rígida exigencia? Afirma que: “mi filosofía la baso en convencer a la jugadora en que es lo mejor para ella, con esa prudencia en cuándo ser exigente y cuándo ser un poco más suave; que ellas mismas vean la ventaja de comportarse de ciertas formas.

Siempre les digo que hay que saber cómo, cuándo y dónde estás. Si estamos en un vestidor hay un comportamiento que es para nosotros, si estamos con alguien más donde hay prensa, debe haber otro comportamiento.

Me he basado en mi vida, hasta con mis seres queridos, en convencerlos de qué es lo mejor para ello(a)s. No tengo reglamento, ni siquiera interno, les pido simplemente valores, respeto, puntualidad, cosas básicas que las van a poder aplicar en su vida, no solo en el fútbol. Creo que lo han entendido bien, que se han sentido cómodas, es un concepto de calidad de vida. Culturalmente nos ha costado un poco, pero han visto las ventajas. Les decía, hay pocas cosas gratis en la vida: el respeto y la puntualidad son dos, a nadie le cuesta llegar temprano. Ellas mismas se exigen qué es lo más importante”.

El control de las emociones

¿Cuándo Quintana se disgusta? Es una indagación que se hace obligatoria porque no lo exterioriza regularmente. Él lo señala en la parte deportiva: “cuando pierdo porque no me gusta perder. Reconozco que tengo que ir mejorando porque el manejo de las emociones no lo controla uno al cien por ciento, las situaciones de juego a veces son muy variadas. Yo al igual que ellas, trabajo en mi persona, sé que no tengo todas las respuestas, me equivoco, también tengo a mi cuerpo técnico que me ayuda, estoy rodeado de excelentes profesionales”.

El fútbol es una competencia y tiene que haber un ganador, entiende que el manejo del éxito y la frustración son clave:

“Nosotros incluimos sesiones psicológicas en el entrenamiento en el día a día, trabajamos mucho la tolerancia a la frustración. En el fútbol el exitoso es uno solo, el campeón del mundo. Todo lo demás es fracaso, si no eres campeón del mundo, todos queremos ganar, si entendemos eso y entendemos que sólo gana uno, va a ser mejor gestionar alcanzar ese podio único. Está en nosotros trabajar para alcanzarlo.

He tenido relaciones con jugadoras que cuando las llamo todos somos amigos, luego esa relación se convierte en amor-odio porque no las llamé y termina por cambiar la relación.

Hay jugadoras que lo han tomado muy bien, cuando no están, trabajan por estar, las que se sobreponen y no lo ven como algo personal. A mí me toca tomar las decisiones futbolísticas y el estar en una lista no es el éxito, el éxito está en ganar un partido, en quedar campeón, en que seas mejor que ayer y eso depende de ellas, nosotros somos guías”.

Familia, fútbol y trabajo

Nacho nació en Ciudad de México, la capital, en el hogar formado por Guadalupe Toledo e Ignacio Quintana, del cual es el menor de cuatro hijos: “tengo dos hermanas y un hermano, están casados y con hijos. Ninguno de ellos está vinculado a este deporte, se enteran del fútbol por mí”.

De su padre heredó tanto su nombre como su pasión por el fútbol: “Desde que tenía uso razón nos juntábamos los domingos a ver los partidos y a comentarlos, jugué al fútbol también, aunque no a nivel profesional. Platicar con él fue lo que me apasionó. Era muy objetivo, ayudó a mi personalidad, no se enajenaba con la afición sino que también entendía la parte humana de los equipos”.

Se hizo hincha del club Necaxa en una década, los años noventa, en el que el equipo brilló en la liga mexicana. “Me tocó la época del Necaxa de Álex Aguinaga, Ivo Basay, Cuauhtémoc Blanco, entre otros destacados jugadores. Tengo que aceptar que cada vez veo menos partidos, no hay tiempo y uno ve el fútbol de otra forma porque ahora es nuestro trabajo. Soy un afortunado de poderme dedicar profesionalmente a mi pasión; tengo que agradecérselo a la vida por poderme dedicar a lo que más me gusta”.

La distancia de la familia es una añoranza. “Es complicado, a la familia la quiere tener uno siempre cerca, mis padres están contentos de ver mis logros, son los hinchas número uno de la selección femenina panameña, soy cercano a ellos vía telefónica, aunque como latinoamericano la familia es importante. Para cumplir mis sueños tuve que salir hace algunos años; cuando mis padres vinieron para ver el partido ante Barbados, sentí que entendieron que valió la pena el esfuerzo y el sacrificio”.

Con el estadio Rommel Fernández como escenario confesor, ríe y se suelta: “ahora tengo una mayor empatía hacia Panamá, mi pareja es de aquí y estoy cada vez más apegado al país”. Aprovechamos para intentar saber más sobre si ella es del medio deportivo y hay planes: “No es del medio, es abogada. Entrenador con abogada, carácter fuerte eh (sigue sonriendo). Lo del matrimonio ya lo veremos en algún tiempo, ¿cómo se llama? Lo podrás ver si festejamos”; cierra el tema con una carcajada.

La trampa del rival accesible

En los papeles Papúa Nueva Guinea es un rival que parece muy accesible. Un criterio que lleva implícita una trampa porque puede provocar y contagiar una excesiva confianza mirando hacia el segundo y no se llega al segundo partido sino se gana el primero; cómo evitar que no se desenfoquen es una premisa en sus planes. “Los partidos están en internet y nuestras jugadoras pudieron verlos; tampoco podemos esconderles que nosotros somos favoritos para ese partido, eso nos compromete más; el hecho de que la expectativa esté alta, de que en el papel seamos favoritos, las debe presionar un poco más.

Nos pasó aquí contra Barbados, Aruba, Belice, que en el papel siempre se hablaba de que teníamos que golear, es la misma presión que genera el entorno. Por un libro que estoy leyendo le llamo a eso “ruido”; trato de eliminarlo en mi equipo, que se enfoquen solo en lo deportivo, pero hay un ruido que no se puede eliminar y con el que hay que vivir; y para demostrar que somos mejores hay que hacerlo en la cancha, es la única forma de hacer que valga la pena”.

Gustos y entretenimiento

Revela que no lee muchos libros que tratan temas de fútbol. Su inclinación literaria se decanta hacía otra temática: “busco sobre psicología, libros que tengan que ver con alguna otra profesión, estoy leyendo Ruido , un fallo en el juicio humano de Daniel Kahneman (prestigioso psicólogo y economista israelí-estadounidense). Aborda cómo los profesionales basan su criterio en lo que puede pasar a su alrededor, cómo las emociones le ayudan o le perjudican para tomar una decisión puntual, son libros que hablan del ser humano más allá de la profesión”.

En esa misma línea comenta que está viendo una serie de Neflix que se llama Manifiesto, que habla justamente de los comportamientos humanos. “Trato de ver películas no tan comerciales, que tengan un toque de realidad, de aquello que nos puede pasar a cualquiera. Soy un enfermo de la gestión humana”.

El calendario acercándose

Con la proximidad de los partidos, Quintana en su óptica ¿ve cada fecha como el día que ya pasó o como el día que está venir? “Nosotros lo tenemos como el día menos, porque futbolísticamente se concibe así por las cargas físicas que les hacemos: menos quince, menos catorce…y así vamos, el día uno es el día del juego. Vamos restando días porque todo lo que hagamos suma, les digo: es un día más que va a tener impacto el 19 de febrero. Si algo no se para es el tiempo y el tiempo nos dice que en unos días vamos a estar escuchando el himno nacional en el estadio (North Harbour, Auckland). Estoy contento de que se acerque ese día, quiero estar allí junto a mis jugadoras y siento que el país nos va a apoyar”.

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