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La sede del Mundial sobrepasa las predicciones
- 11/10/2023 00:00
- 11/10/2023 00:00
A todos, menos a los miembros de la FIFA, sorprendió la semana pasada el anuncio del organismo rector del fútbol de conceder la sede de la Copa Mundial 2030 a España, Portugal y Marruecos, no porque fuera una elección que carecía de atributos o era improbable su concesión, sino porque sobrepasó cualquier predicción al sumársele al combo países del continente americano, nada menos que a 6.000 millas de distancia.
Al extenderse el mundial en materia geográfica para 2030, al sumar tres partidos inaugurales a la otra orilla del mar, la FIFA rompió el límite de lo impensado con Uruguay, Argentina y Paraguay de anfitriones para los partidos de apertura.
Tal vez una de las frases que reflejó el desconcierto fue, por su enorme sarcasmo, la de Marco Rose entrenador del club alemán RB Leipzig, quien dijo, “vueltas y más vueltas de tuerca, ocurrencia especial aquí, algo diferente allá, y acabaremos jugando en el Everest, cuando alguien haga un campo allí y quiera explotarlo”.
Ubicados en la actualidad, el otorgamiento a España, Portugal y Marruecos 2030 era la decisión que correspondía. La demanda que impone un mundial con 48 participantes en infraestructura deportiva, logística, oferta hotelera, servicios, etc., se hace más asumible en sedes tripartitas con economías estables; los tres países en mención llenan a plenitud los requisitos.
Representan a dos federaciones unidas para realizarlo, España y Portugal por la UEFA (Unión de Federaciones Europeas de Fútbol) y a Marruecos por la CAF (Confederación Africana de Fútbol), dándole visibilidad a Marruecos que había intentado durante 30 años obtener la sede del mundial sin alcanzarla; la última en 2018, siendo superada por la propuesta de la Concacaf para 2026.
Al agregar a Uruguay, Argentina y Paraguay, la FIFA buscó reconocer la gestión desarrollada por la Conmebol en sus esfuerzos para sostener la candidatura Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay 2030, dándoles un pequeño mordisco del enorme pastel que significa ser sede plena de la Copa Mundial de Fútbol.
La campaña del mundial 2030 en tierra sudamericana había partido teniendo como propiciador a Uruguay desde 2016, cimentando sus aspiraciones con el argumento histórico válido y afectivo de la celebración del centenario de la Copa Mundo, a la cual los charrúas dieron vida al acogerla en su primera versión en 1930. La asumieron entonces como un proyecto de país, destinando ingentes recursos económicos para su realización, construyeron el emblemático estadio Centenario para 80.000 espectadores en un año, cumplieron con creces y se coronaron como los primeros campeones.
A esta nueva aspiración se había unido Argentina, luego Chile y por último Paraguay como países coanfitriones, fortaleciendo con ello la propuesta. Dos figuras emblemáticas del fútbol sudamericano y mundial se mostraron como caras visibles respaldando la petición, el uruguayo Luis Suárez y el argentino Lionel Messi. La conquista de la última Copa Mundo por la Selección Argentina dio más impulso para reclamar una nueva oportunidad a la región.
Sin embargo, dos circunstancias le restaban algo de probabilidad: la primera que la Copa Mundo México/ Canadá/ Estados Unidos 2026 será en el mismo continente, aunque los organizadores sean de otra Confederación (Concacaf) y estén ubicados en el norte. Segundo, que tan solo hace ocho años ya Brasil por Sudamérica fue sede en 2014. El argumento del llamado principio de “rotación de la Copa” no ayudaba del todo.
A ello habría que sumarle que, en la actualidad, la región pasa por momentos acuciantes que no le permiten mostrar estabilidad política y social; a los países proponentes se les ve hoy en perspectiva con la necesidad de atender otras prioridades que las de asumir los costos de un torneo de esta magnitud.
Así que al conceder tres partidos inaugurales se podría desglosar a priori, que a Uruguay se le otorgó para valorarle en el centenario su incidencia en la vida de la Copa, a Argentina por su protagonismo presente como campeón mundial, a Paraguay porque el presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), Alejandro Domínguez, es paraguayo, tiene poder y allí queda la sede de la Conmebol.
Chile ha sido la única de las cuatro proponentes que han dejado por fuera y sin caramelo; ausente de los dos últimos mundiales, no ha tenido peso en la FIFA y se ha quedado huérfana de quien la defienda. Por deducción, el mundial de 2030 clasificará por primera vez automáticamente a seis países, pues aparte de España, Portugal y Marruecos agrega a Uruguay, Argentina y Paraguay.
Al conceder a Sudamérica 3 de los 104 partidos que tendrá el mundial de 2030, se abre una serie de interrogantes que hoy parecen navegar en una zona oscura como, por ejemplo, el impacto para aquellas selecciones a las que les corresponda estar entre el 8 o 9 de junio en Montevideo, Buenos Aires o Asunción (las respectivas capitales en las que se disputarán estos partidos), las cuales deberán regresar después a Europa y seguir allí compitiendo inmediatamente.
Un desgaste deportivo y un largo viaje de regreso que puede incidir en el rendimiento y la merma en las aspiraciones de las selecciones a las que les corresponda venir, además tendrán que interrumpir su estadía en el sitio de concentración escogido para la parte larga del evento allá.
Seguramente las principales selecciones europeas buscarán eludir caer entre las asignadas o la FIFA, en un movimiento sagaz, intentará determinar que quienes viajen a Sudamérica sean tres de las selecciones clasificadas por la Concacaf, para que el desplazamiento sea cercano. Una situación que podría restarle brillo al partido inaugural a jugarse en el estadio Centenario, pues no sería lo mismo, por ejemplo, un Uruguay vs. Alemania (Francia o Inglaterra) a un Uruguay vs. Estados Unidos (México o Canadá).
Algunos lo ven como un salto al vacío que impacta también al aficionado que sigue a su selección, ya que le obliga para acompañarla, a los que no son sudamericanos, a duplicar costos viajando primero a América y regresando después a las otras sedes.
Pero hay también quienes ven en el “contentillo dado a la Conmebol”, una hábil jugada para sacarlos por largo rato de la aspiración de ser sede, pues quedan descartados de antemano para postularse hacia 2034. Ello implica que tres confederaciones de las seis que conforman la FIFA, UEFA, CAF y Conmebol quedan marginadas a optar por recibir la Copa Mundo 2034.
Favoreciendo la candidatura de Arabia Saudita 2034 por la AFC (Confederación Asiática de Fútbol), cuyos dirigentes venían trabajando diligentemente, e inmediatamente horas después con el anuncio del otorgamiento del mundial a España, Portugal y Marruecos, han lanzado su campaña con el respaldo global, manifestado de inmediato por varias federaciones, entre ellas la de Panamá.
La Fepafut a través de un tuit en X, antes Twitter, posteó en su cuenta el siguiente mensaje con una imagen alusiva, el pasado 6 de octubre: “El Comité Ejecutivo de la Federación Panameño de Fútbol ha decidido, de manera unánime, apoyar la candidatura del Reino de Arabia Saudita para ser anfitriona de la Copa Mundial de la FIFA 2034, a través de la @saudiFF y su presidente Yasser Al Misehal”.
Arabia Saudita había explorado pujar por el mundial de 2030 proponiendo una candidatura conjunta en la que mencionaron a Italia, también a Grecia, pero se dieron cuenta que el antecedente reciente de Qatar 2022 les restaba fuerza para una disputa en la que se presentaban fuertes la UEFA, CAF y Conmebol.
Dieron un paso al costado, propinaron un golpe mediático internacional de resonancia al potenciar su liga profesional invirtiendo millones de dólares, llevando a jugadores de primer nivel como Cristiano Ronaldo, Benzema, Mané etc., promocionado igualmente al país como destino deportivo y ahora ponen sobre la mesa su candidatura como sede única para 2034.
Han tomado la delantera en un momento preciso, si se cumple el deseo de la FIFA de que a mediados del próximo año se decida la sede de 2034, pues aventajan a otros países como por ejemplo China, la India o Australia para presentar con solidez una candidatura, quienes podrían ser sus retadores, al pertenecer a las dos confederaciones que lo deben realizar, ya sea por ser de la misma Asia o de Oceanía. La Concacaf está por fuera de posibilidades al tener la de 2026.
Mientras en el interior de la FIFA se mueve el pulso por 2034, en el ambiente habrá suficiente trabajo y material informativo con desenredar, entre otros temas, cómo será el calendario de la inédita copa España, Portugal y Marruecos 2030 y las pujas por cuál de ellos se quedará con el codiciado partido de la final. Para algunos periodistas, el otorgamiento de la sede del mundial se ha convertido, por lo sorpresivo en una caja de Pandora.