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Luis Enrique forja una España renovada y valiente
- 05/10/2022 00:00
- 05/10/2022 00:00
Su rostro a veces duro y encarador transmite la imagen de un hombre serio y curtido en grandes lides del balompié; una percepción pública que comenzó a fraguarse Luis Enrique, principalmente en su etapa de jugador aguerrido, de cuya hoja de vida deportiva abundan logros trascendentes.
Es un apasionado también por el ciclismo, deporte por el que no esconde sus amores con su práctica rutinaria, al punto que la última convocatoria la hizo junto a su asistente rodando por la carretera en donde iban mencionando los nombres de cada uno de los jugadores citados, a medida que pedaleaban.
Ha mostrado igualmente sus dotes atléticas para la maratón, disputando algunas competencias como la maratón de Florencia, Nueva York y Ámsterdam y el ironman de Frankfurt. Su conocimiento, entrega y capacidad para liderar los equipos cuya dirección asumió, llevaron a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) a ofrecerle el cargo de entrenador de la selección, cargo que asumió a mediados de 2018.
Acostumbrado a innovar con conceptos tácticos y hasta con detalles propios de sus ocurrencias, como el hecho de colocarle recientemente a los jugadores en la espalda de sus petos de entrenamiento unos pequeños walkie talkies para comunicarles desde la distancia, las indicaciones de cómo posicionarse o desarrollar su táctica de juego correctamente en la cancha, ha forjado una selección española que cuenta con un alto respeto deportivo.
Aparte del Sporting de Gijón, el club de su tierra natal y en el que debutó, jugó en los dos equipos españoles más preponderantes en Europa, el Real Madrid con el que conquistó la liga española, y el Barcelona. En la entidad catalana alcanzó la cima como mediocampista ofensivo con cuota de gol, obteniendo la Supercopa de España, la Copa del Rey en dos ocasiones, la Supercopa de Europa y la liga española en dos ocasiones.
Con la Selección de España logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y disputó tres mundiales y una Eurocopa. La imagen con la que más se le recuerda internacionalmente es la del mundial USA 94, la camiseta española manchada con sangre, el tabique fracturado, reclamando por el codazo que le propinó el defensor italiano Mauro Tassotti dentro del área (que el árbitro no vio); era un penal para España que había podido cambiar el curso del partido. Italia se impuso 2-1 en los cuartos de final. El astro brasileño Pelé incluyó a Luis Enrique, en 2004, en la lista que hizo de sus mejores 100 futbolistas del siglo XX.
Como entrenador debutó dirigiendo el Barcelona B, la filial del club catalán, con el que hizo una elogiada campaña, dando luego el salto para dirigir en la primera división, al asumir la conducción de la Roma en la liga italiana.
Al regresar a España dirigiría al R.C. Celta de Vigo, llegando posteriormente a la dirección del primer equipo del Barcelona. Con ese Barcelona en el que militaban Messi, Neymar y Luis Suárez, marcaría el pico más alto de su carrera de entrenador al lograr en 2015 el recordado segundo triplete de los catalanes: liga, Copa del Rey y Champions League. Le sumaría posteriormente los títulos de la Supercopa de Europa, Mundial de Clubes, otra Copa del Rey y una segunda liga española.
A la selección española llegaría como una apuesta firme de la Federación Española para procurar retomar el rumbo perdido después de la conquista de la Copa Mundial en Sudáfrica 2010; dos magros mundiales que le mermaron protagonismo. En Brasil 2014 fue eliminada en la primera fase y en Rusia 2018, en la que sufrió una pugna interna con la destitución del entrenador a las puertas de iniciar la Copa, llegaría hasta octavos de final.
Bajo la conducción de Luis Enrique, España ha cumplido un papel destacado siendo subcampeona de la Nations League en 2020, semifinalistas de la Euro 2020, clasificando de primera en su grupo para Catar 2022 y, en el cierre de la clasificación para la final en la Nations League que se disputará en 2023, metió a España entre las cuatro selecciones que disputarán el título, despejando cualquier duda sobre su capacidad de acierto en la elección de jugadores y el plan de juego.
La victoria 1-0 sobre Portugal le concedió, de cara a la afición y la estadística, un impulso para renovar la fe en el futuro cercano, en la escuadra española y en su conductor deportivo, que tres días antes habían recibido un aluvión de interrogantes por su derrota 2-1 ante Suiza. Ha sido además un broche de cierre positivo por ser el último encuentro en el camino a Catar 2022, antes de la divulgación de la lista definitiva de 24 o 26 jugadores por los que se tendrá que decantar.
Después de cuatro años liderando a España, con una interrupción en su gestión que lo llevó a apartarse por meses debido a circunstancias familiares, los números obtenidos hablan del buen paso de la selección en los diferentes desafíos oficiales que les ha correspondido cumplir en Europa.
A ello hay que sumarle la capacidad del entrenador asturiano para moldear un equipo ofensivo, que regularmente busca la iniciativa a través de un 4-3-3, apoyado en un cambio generacional para el que ha incorporado a un grupo de jugadores jóvenes y versátiles (Pedri, Gavi, Ferrán Torres, Unai Simón, Pau Torres, Nico Williams, Sarabia etc.), sin romper las amarras con jugadores de experiencia y recorrido exitoso (Busquets, Jordi Alva, Carvajal, Asencio, etc.), quienes le permiten mezclar frescura y nuevos bríos, con sabiduría y liderazgo en el manejo de los tramos de juego requeridos por cada partido.
Incluida en el grupo E, que conforman también las selecciones de Costa Rica, Alemania y Japón, abrirá su participación enfrentando a Costa Rica el miércoles 23 de noviembre.
En el segundo encuentro se verá con Alemania, el domingo 27 de noviembre, culminando su fase de grupos contra Japón el jueves 1 de diciembre.
El reto, aparte de superar fundamentalmente esta fase de grupos, incluye también valorar “el dolor de cabeza” que plantea la pregunta: ¿qué conviene más a España, pasar de primera o de segunda en su grupo? No es ni una respuesta ni una decisión estratégica fácil para Luis Enrique, aunque lo pueda parecer; veamos:
Si España clasifica de primera en su grupo E, en octavos de final –partido 53– se cruzaría con el segundo del grupo F que podría ser Croacia o Bélgica. Ganando este encuentro en cuartos de final –partido 58– se vería nada menos que contra Brasil, al que los pronósticos dan como favorito para salir primero en el grupo G y vencer en octavos de final al segundo del grupo H que podría ser Uruguay o Portugal.
De vencer los españoles a Brasil, en semifinales –partido 61– chocarían contra Argentina, dando por sentado que Messi y compañía pasan de primeros en su grupo (como presagian las apuestas), ganando en octavos y cuartos a sus rivales correspondientes.
Un camino con dos enormes piedras de obstáculos para llegar a disputar una segunda final mundialista. Y tal vez, hipotéticamente, sería más conveniente enfrentarlos ya en la final. Para eludirlos teóricamente deberían procurar optar por pasar de segundos en el grupo E.
En el caso que pulsaran por clasificar de segundos en su grupo E, en el trayecto sería más factible que se vieran con rivales europeos que conocen y con los que suelen confrontarse con regularidad en el viejo continente. Por ejemplo, en octavos de final –partido 55– se podrían encontrar con Bélgica. De vencerla, en cuartos de final –partido 60– estarían ante Portugal o Suiza, y en la semifinal chocarían ante Francia o Inglaterra.
Sin lugar a dudas no hay un trayecto cómodo para avanzar hasta la final del mundial y además ganar la Copa, aunque son “solo” siete partidos los que disputa el campeón, en 21 ediciones que lleva el certamen en 92 años de historia, únicamente 8 países han logrado ganarlo. España tiene hoy fútbol como para alzar la mano de candidato sin timidez, para que se le tenga en cuenta e ilusionarse con repetir la gesta de 2010.