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- 14/04/2022 16:20
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Los fantasmas europeos del Barcelona reaparecieron este jueves también en la Liga Europa con una derrota sorprendente ante el Eintracht Fráncfort (2-3), que acabó con el sueño azulgrana de levantar la segunda competición europea, puso fin a quince encuentros sin conocer la derrota y sonrojó a un Camp Nou repleto de aficionados alemanes.
Decía Xavi en la previa que al Barça siempre se le exige ganar y jugar bien. En un Camp Nou menos azulgrana de lo habitual su equipo no cumplió ninguna de las dos premisas y su progresión ascendente quedó frenada en seco en los cuartos de final de la segunda competición europea.
Las pesadillas vividas en el último lustro en la 'Champions' contra el Liverpool, el Bayern Múnich, el Juventus, el Roma y el Paris Saint-Germain se repitieron contra el noveno clasificado de la Bundesliga, que maniató con un fútbol físico al equipo de Xavi.
Firmó el Barça uno de los peores partidos desde la llegada del técnico egarense al banquillo. Filip Kostic, en dos ocasiones, y el colombiano Santos Borré firmaron la condena, que pudo ser incluso más dura, a pesar del arreón final del Barça con los goles de Busquets y Memphis Depay.
El duelo ya empezó mal para el Barcelona en la previa. Una 'marea' de seguidores alemanes, más allá de los 5.000 que compraron entradas en Alemania, tiñieron de blanco las gradas del Camp Nou, que parecía un campo neutral.
A ello se sumó la baja de Gerard Piqué y la suplencia de Frenkie de Jong, enfermo. 'Gavi' ocupó la posición del neerlandés y Óscar Mingueza, un suplente habitual, se situó en el lateral derecho.
El partido siguió por los mismos lares en el minuto tres, cuando Eric García cometió un inocente penalti por un agarrón a Lindstrom. Cuarta pena máxima en contra en los últimos dos partidos, un regalo que el serbio Filip Kostic no desperdició con un lanzamiento preciso con el que engañó a Ter Stegen (0-1, min.4).
Le tocaba remar al Barça. Y lo hizo explotando el talento de Dembélé en la derecha y la magia de Pedri en la medular. De sus botas llegaron las mejores ocasiones en el primer tiempo del equipo local, de Aubameyang con un testarazo forzado y de Araujo a balón parado.
El Barça mandaba con el balón pero le faltaba pegada y clarividencia en los últimos metros, un escenario que no preocupaba a Oliver Glasner. El técnico alemán copió el libreto que tan bien le fue en la ida y buscó los errores de los azulgranas para encontrar sus opciones al contraataque.
Los encontró a partir de la media del partido, cuando Knauff pareció un puñal por la derecha con un disparo mordido que paró Ter Stegen, que pocos minutos después (min.36) no pudo rechazar el trallazo desde fuera del área con la diestra que se inventó Santos Borré.
El gol del colombiano llegó tras una pérdida de balón entre Busquets y Dembélé. Culminó la transición con un golazo que dejaba muy tocado al Barcelona, que pudo irse al descanso con un correctivo mayor, pero ni Knauff ni Jakic aprovecharon las concesiones del equipo azulgrana.
Las malas noticias para los azulgranas no cesaron. Antes del descanso, Pedri se dirigió al vestuario aquejado de unas molestias musculares.
De Jong entró en su lugar en la reanudación. Con el neerlandés en el césped el juego del Barcelona aumentó en dinamismo. El Eintracht notó el desgaste físico del primer tiempo y el Barça encontró más espacio en la banda de Dembélé. El francés centró un balón franco para Aubameyang que no llegó a rematr por poco. No tuvo su mejor noche el gabonés, que tampoco estuvo certero en otra ocasión que parecía clara.
El equipo alemán, consciente de sus limitaciones, lo basó todo al contraataque. Y en estas, Lindstrom estuvo a punto de sentenciar la eliminatoria, pero Ter Stegen se enfundó el traje de portero de balonmano para evitarlo.
El Barça, desnortado y sin continuidad en su juego, seguía sin derribar el muro alemán. Xavi intentó revolucionar el encuentro dando entrada a Adama Traoré y a Sergiño Dest. Pero el Eintracht siguió con su plan: ahogaba a los extremos y taponaba la sala de máquinas, con un Busquets desparecido, a la espera de dar otro picotazo.
Este llegó en el minuto 67 en una jugada trenzada de los alemanes en la que Sergiño Dest dejó recibir a Kostic con espacio en la banda izquierda, que con la diestra cruzó el balón para sentenciar la eliminatoria.
El Barça no se reveló. No tiró ni de épica ni de orgullo para discutir la fiesta alemana en los últimos veinte minutos. Sólo Busquets, al que le anularon un tanto por fuera de juego, despertó a sus compañeros, pero el milagro no llegó en los nueve minutos de tiempo añadido. Tras el penalti transformado por Memphis, el árbitro pito el final del partido.
Enloquecía la afición alemana. El Eintracht lo mereció y lo celebró a lo grande. Al Barça sólo le queda un milagro en la Liga si no quiere acabar el curso en blanco.