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- 09/08/2023 00:00
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En la eterna dualidad emocional del deporte, alegría o tristeza, hay en el fútbol momentos puntuales: autogol y ejecución de penales que dejan en jugadoras y jugadores un rastro perenne con repercusión universal, sobre todo si acontecen de manera trascendental en una Copa Mundo.
La huella será amarga si se es protagonista directo y si se está del lado del perdedor; será placentera y memorable si contribuyó a definir el triunfo en el vencedor. Entre el autogol y el penal hay enormes distancias, aunque sus consecuencias puedan ser las mismas, propiciar un resultado favorable o desfavorable.
Para protegerse de un autogol no hay manuales ni tratados ni se entrena cómo evitarlos, porque esencialmente el trabajo defensivo está concebido para cerrarle al rival el camino al gol, no para visualizar un accidente fortuito que facilita su consecución.
A menudo los entrenadores y psicólogos de un plantel trabajan muchos aspectos, gestionando positivismo o cómo salir de un momento de crisis, pero no per se sobre el autogol porque no se parte en la planificación desde la carga negativa que representa su incidencia.
Del penal es todo lo contrario, hay sobre este una extensa literatura deportiva, investigación estadística y psicológica, preparación deportiva, en la cual se involucra a todos los miembros de un plantel o equipo.
Durante la presente Copa Mundo Femenina Australia y Nueva Zelanda 2023 se llevan consignados ocho autogoles, faltando por disputarse la fase de cuartos de final, semifinal y final. La cifra es idéntica a la registrada hace cuatro años en el mundial disputado en Francia 2019. Hay que resaltar que los franceses tuvieron 52 partidos y la presente versión incluye 64 juegos. En comparación con la Copa Mundo masculina de Qatar 2022, en esta se reflejaron solo dos autogoles en 64 partidos.
El primer autogol del presente mundial se lo adjudicó la tica Valeria del Campo, quien con su acción abrió la cuenta de la victoria de España 3-0 sobre Costa Rica. Y Marruecos lleva el récord al marcarse dos autogoles en su debut, en el que cayeron 6-0 frente Alemania; Hanane Ait El Haj y Yasmin Mrabel perforaron su portería. “Cosa más grande la vida” solía decir Trespatines, porque al final del grupo H, Alemania fue la eliminada y Marruecos avanzó a octavos de final.
A ellas se le debe sumar el de Megan Connolly de Irlanda, en la derrota 1-2 ante Canadá, como el de Alicia Barker de Filipinas contra Noruega en la victoria nórdica 6-0, en una lista en la que uno de los autogoles resonantes, por sus consecuencias finales, es el de la italiana Benedetta Orsi en la definición del grupo G frente a Sudáfrica.
Italia ganaba 1-0 y Orsi realizó, con espacio y tiempo para tomar otra decisión, una cesión del balón hacia su portera con el tino que regaló el empate 1-1 a las sudafricanas. Sudáfrica ganaría 3-2 eliminando a las italianas; para Orsi e Italia quedaría grabado como un momento amargo de su participación.
Aunque entrados en la fase de octavos de final que concluyó ayer, la española Laia Codina dejó una desconcertante “perla” en la apertura de los octavos ante Suiza, para mostrarla como el tipo de autoconfianza que nunca se debe asumir. Con el partido 1-0 a favor de España y con una apuesta in extremis de su entrenador Jorge Vilda, al introducir cinco cambios en su equipo titular buscando salir de la crisis que les había ocasionado Japón, derrotándoles 4-0 en el cierre del grupo C, Codina sin ninguna presión para forzarle un error, devolvió desde la media cancha un balón largo con tal fuerza y efecto hacia su portera que concedió el empate 1-1 a Suiza. Para su fortuna, España encontraría rápidamente el buen camino hasta establecer un definitivo 5-1 a favor. El hecho quedó maquillado por la victoria ibérica.
En la misma jornada, seguidamente Noruega como con un efecto virus de contagio, inauguró ante Japón el marcador con el último autogol que se lleva registrado. Ingrid Syrstad trató de controlar un balón a media altura y este le rebotó en el pie yéndose al fondo de la portería. Noruega fue a buscar el empate y lo consiguió, sin embargo las Nadeshiko Japan impondrían en el segundo tiempo su eficacia y velocidad para ganar 3-1.
También hubo acciones erráticas que no se contabilizaron como autogoles, la ocurrida en el partido en que Francia derrotó a Panamá 6-3. Ganando las panameñas 1-0, Deysiré Salazar ante el acoso galo intentó con ímpetu despejar el balón rematando equivocadamente contra su propia portería.
Se le atribuyó como gol a la francesa Maëlle Lakrar porque el balón golpeado inicialmente por ella iba en dirección al arco, aunque la toma fílmica no da seguridad plena que se fuera a convertir en gol sin la participación de Salazar.
Contra el autogol no se ha encontrado antídoto, es un infortunio, dimensionarlo negativamente sumándose al eco de las redes sociales, es un acto mínimamente irresponsable. Hay que juzgar con mesura para evitar repetir el más trágico de todos en sus consecuencias, el autogol del defensa Andrés Escobar en el mundial USA 94.
El penal se introdujo en el fútbol en 1891, en su espíritu clásico, como sanción, por un desafuero en el que se incurre durante el transcurso de un juego, o a favor, como una compensación por una acción desleal del rival que perjudicó nuestro desempeño.
Pero la tanda de penales fue introducida en la Copa Mundo masculina en España 82, hace 41 años, y en la femenina desde Alemania 2011, hace 12 años, para dirimir los empates en las instancias decisivas.
Los penales están incorporados como práctica obligatoria en los entrenamientos de los equipos. La Copa Mundo Femenina Australia y Nueva Zelanda 2023 está ya en las etapas de mayor ebullición y le abrió la participación a la tanda de penales con la definición en los octavos de final de dos partidos: Suecia vs. Estados Unidos e Inglaterra vs. Nigeria. Ambos empatados a cero goles en 120 minutos de juego, clasificándose suecas e inglesas para los cuartos de final por esta vía.
Sobre cómo encarar y prepararse para la tanda de penales ha investigado y escrito recientemente para el periódico estadounidense The Washington Post el periodista Richard Sima, un interesante reportaje titulado Los futbolistas reaccionan en milésimas de segundo en los tiros penales. ¿Cómo lo hacen?
Uno de los datos interesantes del trabajo de Sima lo aporta Greg Wood, psicólogo del deporte y el ejercicio en el Instituto del Deporte de la Universidad Metropolitana de Manchester, señalando que la mayor dificultad de un portero es el poco tiempo del que dispone para reaccionar ante un balón que viaja a un promedio de 70 mph.
“El ojo humano necesita tiempo para registrar la información visual, que las áreas visuales del cerebro necesitan procesar. Esta información visual debe transmitirse a la corteza motora del cerebro, que luego le dice a los músculos cómo moverse. Sumando el tiempo de cada una de estas transmisiones biológicas, los humanos tienen un tiempo de reacción visual de unos 200 milisegundos .
Luego, la inmersión. El movimiento en sí puede tomar 500 milisegundos si el portero quiere cubrir el poste”, señala Wood.
Las probabilidades están en contra del portero, según Paulo Santiago, profesor de biomecánica de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, aproximadamente el 80% de los tiros penales se marca. El balón demora 400 milisegundos en llegar a la portería, el tiempo que se considera que tarda en parpadear el portero, por ello Wood hace énfasis en que “Los buenos porteros no adivinan, sino que intentan anticiparse en función de una serie de señales que emiten los lanzadores de penales”.
Estas señales usualmente las emite el pateador con el movimiento del torso y las piernas durante la ejecución, teniendo que decidir hacia dónde disparar, con qué fuerza y a la vez que maniobra utilizar para engañar al portero. Si dispara con mucha fuerza puede perder precisión, si lo hace más rápido para dejarle menos tiempo de reaccionar al portero, puede haber variación en la dirección hacia donde lo quiere dirigir. Si se inclina por la precisión, ello puede significar menor velocidad en la pegada.
Resaltan que uno de los aspectos que tiene que manejar el cobrador para ser efectivo es la ansiedad, porque toda la presión recae sobre él. “No hay presión sobre el portero. Si salvan uno es “un héroe”, ya que no se espera que lo salvara”, dice Wood. Para disminuir la presión y la ansiedad los jugadores emplean ejercicios como el llamado “suspiro de respiración” al que le agregan algún ritual previo.
El penal parece una acción sencilla, pero suele ser compleja tanto para quien lo ejecuta como para quien debe impedir su anotación. Se ha avanzado en descifrarle códigos, pero no todo se podrá porque al final tanto en el penal como en el autogol, hay una cita critica entre lo humano y un insensible instrumento (el balón), signada por la incertidumbre.