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- 28/10/2024 00:00
- 27/10/2024 18:53
La actividad deportiva ha dado oportunidad a lo largo de estos cien años de República, de contar con un grupo de personas que se han dado a la tarea de contarnos en forma pintoresca, formal y hasta folclórica, sobre las hazañas de cientos de atletas.
A ellos, los llamaron narradores. Hay diversos tipos, dependiendo de las circunstancias, pero en cuanto a los del deporte, aportaron su grano de arena para que éste se conociera en todos los rincones del país e inclusive hasta en el extranjero.
A mi mente surgen muchísimos nombres. Desde los legendarios Arquímedes ‘Fat’ Fernández, Tommy Cupas, Nan Botello, Demetrio Romero Wong y Tino Bethancourt, hasta llegar a los que hoy ocupan las ondas hertzianas de nuestras radios y televisoras.
Uno de ellos, y a mi parecer, uno de los más talentosos en la actualidad, es Elías González Ramos, nacido en Caño Quebrado, de La Chorrera, aunque en sus venas solo corre sangre santeña.
González y su grupo celebraron hace poco los primeros veinticinco años de ‘Deportivamente’, el programa radial que creó buscando una forma “refrescante de ver y dar a conocer la actividad deportiva”.
De Elías, conoceremos parte de su historia, ricas en anécdotas, en pasajes exitosos y otros no tanto, pero que le permitieron forjar su carácter, su disciplina y trabajar en su legado.
Elías se dejó crecer en medio de grandes luminarias del béisbol santeño, como Roberto Domínguez y Luis Durán, pero nunca para su decepción pisó la grama de un campo de pelota, por lo menos, no como jugador.
“Nunca tuve alguien que se sentara conmigo y me enseñara cómo se jugaba. Todo lo que hacía, era lo que veía, nadie me dijo cómo se debía fildear o batear”, recordó nuestro protagonista.
“Tampoco tuve la suerte de que cuando venían las ligas, en el centro del pueblo, que las organizaba Joaco Franco, alguien me inscribiera en un equipo”, matizó.
Todos sus conocimientos provenían del educador físico Enrique Alfredo López ‘Cubita’, de la primaria ‘Juana Vernaza’, para quien era importante que se aprendiera a picar balón de básquet, un saque en el voleibol, un salto en el atletismo y, por supuesto, las técnicas del béisbol.
Así fueron los primeros años de Elías, a quien los avatares de la vida lo habían llevado a ser criado por su tía Dilia González en El Jobo de Guararé. Una tía cariñosa, pero estricta; protectora, pero disciplinada, a quien toda la vida le deberá su formación personal y profesional.
“Para rematar” –contó- jugando en las callejuelas del barrio se cayó y se fracturó el brazo derecho, lo que lo alejó para siempre de los cuadros de béisbol, aunque insisto, por lo menos como jugador.
Este incidente lo hizo refugiarse en el amplio patio trasero de la casa, donde se convirtió en el mejor bateador de piedras con palo de escoba, y en el campeón con el mejor porcentaje, bateando platillos con palo de escoba.
“Hacía juegos imaginarios, donde era la estrella, mientras los niños jugaban en ligas, yo bateaba piedras en el patio de mi casa, y me convertí en el mejor bateador de platillo que había en El Jobo, porque los niños iban a jugar conmigo”, refirió.
“Así fue que me convertí en narrador, te estoy hablando que tenía entre 11 y 12 años, me entretenía de esa forma y lo disfrutaba”, señaló.
La tiendita ‘Mercadito Sandra’, de su tía Dilia, fue el epicentro, si se quiere, de lo que sería en el futuro su formación como profesional de la radio.
En esa época, principios de los años 70, los santeños vivían con mucha más efervescencia el deporte que había nacido en sus entrañas, el béisbol, ya que se habían coronado campeones infantiles y ganado el primer título en la categoría mayor.
“En el 70 fue una época muy linda porque fue cuando me enamoré del béisbol. Todo mundo llegaba a la tienda y allí no se hablaba de otra cosa que no fuera béisbol, fue algo lindo”, sostuvo.
Esa pasión le fue transmitida a Elías, como quien diría –de pitcher a cátcher- y fue así como se apoderó de la radio ‘Nivico’ de la casa, y cómodamente acostado escuchaba programas deportivos al mediodía y en la noche, y juegos de pelota los fines de semana.
“El señor de mi tía, un día le dijo que era necesario que me parara de la cama, porque en el futuro no le iba a servir, acostado al mediodía. Lo que nadie se imaginaba, ni siquiera yo, que estaba labrando mi futuro”, dijo.
Elías realizó sus estudios primarios y su primer ciclo en el barrio santeño, pero todo estuvo bien hasta que lo pusieron a trabajar en la tierra.
Fue matriculado en un ciclo básico, donde además de las materias tradicionales daban algunas de agricultura, algo con lo que no se llevaba, por lo que pidió ser cambiado de colegio.
“Le dije a mi tía que me cambiara al (Manuel María) Tejada Roca, y así lo hizo, pero me advirtió que una vez cumpliera los 18 años, tendría que trabajar para seguir estudiando”, recordó.
Fue así como un día recogió sus bártulos y emigró a la ciudad capital, a vivir con otra tía, pero a estudiar una carrera que tenía entre cejas y cejas, la de ingeniero industrial.
Elías obtuvo un préstamo en el Ifarhu, no subsidio económico, y estando en el cuarto año de la carrera de ingeniería, participó en un concurso de narradores de béisbol y obtuvo el primer lugar.
Si bien la ingeniería lo atraía, estaba consciente que no era lo suyo, por lo que consultó con un profesor y éste le recomendó matricularse en una nueva carrera, la de licenciado en técnico industrial, cuyo diploma le permitió obtener un trabajo, mientras perseguía su sueño.
Primero trabajó con el finado comunicador Eduardo Moreno, creador del concurso, después pasó a trabajar con Rubén Darío Bozzi y Ricardo Pitty, después con Iván Molino Mola y, por último, con Ricardo ‘Dicky´ Paredes.
Poco a poco, fue dejando atrás los procesos de producción y de control de calidad, propios de su profesión, para forjar su carrera de narrador en radio Musical, BB, Radio Mía, Stereo Bahía, Caracol (Radio Panamá), Omega Stereo y Boom.
Es cierto, su programa ‘Deportivamente’ lleva veinticinco años en el aire, pero su carrera ya pasa de los treinta, donde cada uno de sus empleadores y más experimentados compañeros, le fueron instruyendo sobre el negocio, y en otros, aprendió a los golpes. Nada fue otorgado gratuitamente.
Hoy, a los 63 años, Elías González Ramos reflexiona y, a pesar de que en algún momento llegó tocar la gloria y la fama, su mayor deseo es transportarse en el tiempo y volver a esos años 70, en su añorado terruño.
“Si a mí se me permitiera viajar en el tiempo, me gustaría viajar al 70, donde no había tanta tecnología, ni veías a los atletas, pero los idealizabas al escuchar las narraciones y leer de ellos (...), los veías como superhéroes”, ponderó.
“Otra cosa. Mi cédula es ocho, dice nacido en La Chorrera, pero si pudiera cambiar el número, lo cambiaría por siete”, detalló.
“Soy santeño, porque allí me crie, mis vivencias y experiencias son de allá. Lo que vas descubriendo de niño, el mundo y la disciplina que te imponen.”, concluyó.