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'El Canal': ¿un diario peruano en Panamá?
- 23/04/2022 00:00
- 23/04/2022 00:00
Desatada la Guerra del Pacífico y ocupada Lima después de las derrotas en San Juan y Miraflores (1881), fue necesario recurrir a las misiones diplomáticas peruanas para seguir proveyendo de fondos al desarticulado régimen peruano que en esos críticos momentos tuvo hasta dos gobernantes al mismo tiempo mientras acontecía la presencia de una fuerza de ocupación extranjera.
Una de las plazas hacia las que miraron todos los ojos fue Panamá.
Considerada estratégica “[...] esta ciudad permitía el contacto entre las comunicaciones del Gobierno peruano con sus legaciones en Europa y Estados Unidos, y era el punto de acopio y envío de armas hacia el Callao” (Abanto, 2021).
Cupo al cónsul general peruano en Panamá, coronel Federico Larrañaga, desarrollar esa tarea quien no se limitó únicamente a establecer un centro de operaciones, sino que fundó un periódico trilingüe, “El Canal”, con el propósito de convertirlo en el portavoz de la causa peruana en Panamá, Centroamérica y México. Larrañaga era cónsul general desde 1879 y sus actividades de promoción comercial lo llevaron a familiarizarse tanto con el país como con Centroamérica; de hecho, puso a prueba esos conocimientos cuando tomó la iniciativa de buscar apoyos políticos y conseguir fondos en Venezuela, México y Centroamérica para, de un lado, mantener la lucha entre 1881 y 1883, y, de otro, lograr la subsistencia de “El Canal” que, desde su nacimiento, se enfrentó a otro diario, “La Actualidad”, de propiedad de los hermanos chilenos Castro.
El conflicto entonces no solo comprendía escenarios bélicos, sino también escenarios ideológicos y de propaganda. Y la libertad de prensa existente en el istmo permitió ese duelo intelectual. Larrañaga juzgaba como prioritario el control de las noticias de la guerra y ese fue el sesgo que imprimió a sus columnas (Carta del 14 de enero de 1881 dirigida a Nicolás de Piérola, citada por Abanto, 2021) aunque matizó sus publicaciones con despachos culturales, mercantiles o de actualidad política europea y estadounidense.
Los historiadores Guice (1982), Trillo (2015) y Abanto (2021) señalan que, gracias al aporte de cinco mil libras esterlinas conseguidas por Toribio Sanz, jefe de la legación peruana en Francia, Larrañaga pudo establecer “El Canal” alquilando un local (ubicado en lo que hoy es la exclusiva zona de Paitilla en ciudad de Panamá y que en aquella época era el puerto preferido de las embarcaciones que llegaban del Perú), contratando una imprenta, designando un editor –Don José Toribio Polo– y tomando los servicios de un antiguo redactor del diario “Le Petit Parisien”.
En abril de 1881 se unió a este emprendimiento el escritor costumbrista Ricardo Palma en calidad de articulista. No hay precisión sobre la fecha exacta de constitución legal del diario, pero en una carta fechada el 13 de abril de 1881 dirigida por Larrañaga al todavía presidente Nicolás de Piérola, se indica que todo está en orden desde marzo de ese año. De acuerdo con el historiador Yábar Acuña (2018), el primer número salió a la venta el 2 de abril de aquel año en castellano, francés e inglés.
De la gira que Larrañaga realiza por Centroamérica, la entrevista más importante la sostuvo con el presidente de Honduras, Marco Aurelio Soto, quien ya conocía del Perú por la epopeya protagonizada por Leoncio Prado cuando con un grupo de patriotas cubanos capturó la nave española “Moctezuma” en 1876 durante las luchas por la independencia de la isla. Con la misma cordialidad con que recibió y estrechó la mano de Leoncio Prado cinco años antes, Marco Aurelio Soto trató a Larrañaga ofreciéndole un apoyo que, lamentablemente, no llegó a concretarse.
De regreso en Panamá, Larrañaga evaluó comprar una segunda imprenta a “La Estrella de Panamá” (“The Panamá Star” en la época) para fortalecer su diario, pero la solicitud de dinero no pudo ser atendida por Lima (Abanto, 2021). Sin embargo, siguió trabajando hasta que escaso de recursos, sobreviene la primera crisis de “El Canal” cuando Polo es reemplazado como editor por Arturo García en 1882; la segunda tormenta acontece poco después cuando se acentúa la gravedad de la salud de Larrañaga quien, frustrado, debe cerrarlo y liquidar las existencias antes de regresar al Perú en 1883. Poco antes de morir, Larrañaga formó parte de la Asamblea Constituyente de 1884 que reconoció el tratado de Ancón firmado un año antes con Chile.
Unas breves líneas acerca de los suscriptores; una parte de ellos era comerciantes y artesanos italianos que se habían radicado en Guayaquil huyendo de la devastación a la que fue sometida la costa peruana por parte del ejército de ocupación una vez con Lima en su poder. Esos italianos se incorporaron a la Sociedad de Beneficencia Italiana Garibaldi de ese puerto ecuatoriano para apoyar a los refugiados. Añoraban volver al Perú y “El Canal” fue su forma de mantenerse conectados con su antigua patria adoptiva. Un detalle de globalización sorprendente.
La solitaria experiencia de Larrañaga demuestra no solo la importancia de la gestión de la información en tiempos de conflicto armado, sino también el carácter neurálgico que representaba Panamá para los intereses peruanos en los aciagos tiempos de una guerra cuyo resultado marcó la idiosincrasia nacional.