Imágenes de primavera

Actualizado
  • 10/01/2021 00:00
Creado
  • 10/01/2021 00:00
Si bien la traducción literal de 'shunga' le puede llevar a imaginar campos y flores, es así como se le llama al arte erótico japonés, que tiene una historia de varios siglos
'Poema de la almohada' ('Uta Makura') de Kitagawa Utamaro

Para nosotros es un placer recordar a los maestros japoneses del ukiyo-e –xilografía–, sus paisajes naturales o urbanos, retratos de artistas de teatro, mujeres hermosas o cortesanas, no obstante hay un tema que muchos trabajaron y no es justo dejar de lado; nos referimos al shunga –imágenes de primavera– nombre que se aleja bastante de su real significado.

Un poco de historia

Y entonces, ¿qué es el shunga? A pesar de que la traducción hace imaginar campos floridos, escenas bucólicas o primeros planos de coloridas flores con mariposas revoloteando a su rededor, la palabra “primavera” es utilizada como eufemismo para sexo. Shunga es pues el arte erótico japonés. Inicialmente se hacía en forma de rollos y luego con el auge del ukiyo-e en el período Edo (1603-1867), las reproducciones masivas lograron distribuirse rápidamente en todo Japón.

Kitagawa Utamaro cortesana con cliente adolescente

Los investigadores interesados en conocer su origen dan diversas versiones: en los tratados de medicina llegados de China durante el período Muromachi (1333-1573), la influencia del pintor erótico chino Zhou Fang o los Rollos shunkyu-higi-ga –doce poses sexuales dirigidas a los príncipes herederos– y de ahí su abreviación a shunga.

El arte erótico se trabajó en emakimono –rollos de imágenes– pintados a mano que relataban historias picantes de la clase dominante o los enredos de monjes con cortesanas, pero con el avance de la técnica del grabado en madera la reproducción de los dibujos se incrementó, lo cual fue música para los oídos de los editores interesados en generar ingresos y el shunga lo hizo de maravilla.

La producción fue de imágenes del tamaño de postales o tan grandes como un papel legal, como también folletines que contaban historias. Tantas fuentes produjeron más de dos mil imágenes con cientos de miles de impresiones. La acogida era tal, que muchos de los artistas considerados ahora los mejores exponentes de la xilografía, trabajaron ilustraciones eróticas, ya que rendían más ganancias que las obras cotidianas; nos referimos a personajes como Hokusai Katsushika, Utagawa Hiroshige, Tomioka Eisen, Isoda Koryusai o Yanagawa Shigenobu.

Utamaru Kitakawa serie Ehon komachibiki
El arte del 'shunga'

Para tratar de explicar la proliferación de este arte debemos referirnos a lo opuesto de las dos creencias principales: mientras que el sintoísmo no veía el sexo como pecaminoso, sino que lo abrazaba abiertamente, el confucianismo lo consideraba tabú, tanto que hasta promulgaba la separación de los sexos en actividades sociales, el puritanismo influyó en los gobernantes, pero a pesar de las múltiples prohibiciones de 1661, 1722 y 1790, que entre otras cosas abolían las representaciones de los shogun o la imposibilidad de imprimir y vender los libros sin la aprobación del gobierno local, los koshokubon –libros lascivos– evadían las reglamentaciones y se producían en grandes cantidades, incluso se trabajaba el surimono, impresión de imágenes para uso privado contratada por personas de clase alta.

Si ya el gobierno acariciaba el confucianismo, con la occidentalización del Japón en el período Meiji (1868-1912) los preceptos morales extranjeros convirtieron al shunga en algo sucio e inmoral, por lo que miles de imágenes fueron confiscadas y quemadas. Paradójicamente en Europa, pintores como Picasso o Toulouse-Lautrec se sintieron atraídos por la belleza y la osadía de dichas obras.

Desconocido

Pero, ¿qué era el arte del shunga y cómo se representaba? La imágenes tienen dos características, la primera es que las figuras se encuentran, generalmente, vestidas con hermosas y coloridas telas, la segunda es que entre los ropajes se dejan entrever y se enfatizan unos descomunales órganos sexuales femeninos y masculinos. Las parejas o individuos se encuadran en aposentos, jardines, balcones e incluso sin fondo alguno. Era la reafirmación del placer natural: relaciones heterosexuales, lésbicas, homosexuales, en grupos, con seres sobrenaturales, todas de forma explícita. Una libertad sexual que en el occidente del siglo XXI puede avergonzar al espectador.

Aparte del ocio, a estas obras se le atribuyen otros propósitos, como fuente de instrucción para las parejas recién casadas o tan increíble como suene, talismanes contra los incendios en las casas y negocios de mercaderes.

En la actualidad es posible adquirir un ukiyo-e del período Edo por menos de 20 dólares, aunque los shunga sobrevivientes pueden alcanzar los miles de dólares dependiendo de lo prístino del ejemplar y su autor. Es improbable que alguien haya vivido sin un atisbo de estas imágenes que se han hecho tan famosas.

Período Edo

En 2014 inauguró la exposición Shunga: Sexo y placer en el arte japonés el Museo Británico descrita así por su curador, Tim Clark: “El shunga es una celebración del placer de hacer el amor, preciosas imágenes que presentan la atracción mutua y el deseo sexual como algo natural y sincero”.

Debido a lo público de este medio de comunicación, las imágenes que acompañan el artículo han pasado por una curaduría por respeto a los lectores occidentales, pero los motivamos a conocer en intimidad obras como “El sueño de la esposa del pescador” de Hokusai Katsushika o la serie “Amigos de la luna, nieve y flores de las cuatro estaciones” de Utagawa Hiroshige.

El autor es catedrático de la Universidad de Panamá y doctor en comunicación audiovisual y publicidad.
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