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- 04/09/2020 00:00
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La Universidad de Estambul fue fundada en 1846. Sin embargo, lo que se conoce como madrasa (el nombre que se da en la cultura árabe a cualquier tipo de escuela sea religiosa o secular) data del año en que se conquistó Constantinopla en 1453, por Mehmet II, por eso se le considera precursora de esta institución de educación superior. Al momento de su fundación, se conocía la Universidad de Estambul como Darülfünun (Casa de las múltiples ciencias) aunque esta evolucionaría con el tiempo a lo que es ese centro de estudios.
Otros registros ubican la apertura de la madrasa en el año 1470. A partir de su instalación, tanto iglesias como monasterios tenían el propósito de formar una biblioteca. Los libros provenientes de las diferentes madrasas, incluyendo los que aportaba la mezquita Fatih y la de Hagia Sophia (localizada en la madrasa de Zeyrek) fueron los que cimentaron lo que podría considerarse la primera colección de libros de la Universidad de Estambul.
En 1845 se proclamó lo que se conoce como Tanzimat, (su significado en turco es “regulación y organización”, que define el período entre 1839 y 1876 en el que en el seno del imperio otomano se ejecutó una política de renovación a todos los niveles, en un intento de modernizar el imperio ante la presión de las potencias occidentales, a la par que procuró modernizar el aparato político, económico, burocrático y social que habían regido en la Sublime Puerta –como se referían al gobierno del Imperio otomano, en particular en el contexto diplomático– en los siglos anteriores), que buscaba la modernización de la educación y la capacitación en el campo de los negocios. El Ministerio de Educación del consejo provisional propuso establecer una Darülfünun (universidad al estilo europeo) en Estambul, lo que se hizo posible bajo el mandato del sultán Abdülmecid, en 1865, en una mansión que posteriormente fue pasto de un incendio, por lo que la colección de la biblioteca quedó destruida.
Se establecieron algunas regulaciones para prevenir otro desastre y, aunque la biblioteca fue abierta en 1870, volvió a cerrarse en 1873.
A partir de la declaración de la república, en octubre de 1923, se decretó una ley que unificaba todas las escuelas, madrasas, bibliotecas, y se adscribieron al Ministerio de Educación. El edificio dedicado a las mujeres (Medresse-t-ul Kuzat) se usaría, a partir de entonces, como biblioteca. Los nuevos titulares de esta entidad del Estado insistían en centralizar todos los libros que estaban en las diferentes madrasas. Allí se transfirieron las obras propiedad del sultán Abdülhamid II, un apasionado por la fotografía, que estaban en el palacio Yildiz, lo que aportó muchos manuscritos que son invaluables, al igual que los libros de la primera mujer poeta mística del mundo turco Adile Sultan. La biblioteca se inauguró formalmente en la nueva república en noviembre de 1924. Diez años después, bajo la “ley de textos impresos e imágenes” la biblioteca de esta universidad se elevó de categoría a Biblioteca Nacional.
En el año 1981 se mudó a su actual localización, lo que le permitió agregar un siglo de colecciones antiguas, impresas en varias lenguas, llevándola a ostentar el nivel de ser la más antigua y completa biblioteca hoy. Al año siguiente fue elevada a Departamento de Documentación, lo que le ha permitido trabajar con institutos y centros de investigación.
En vista de que está adscrita a la Universidad de Estambul, la biblioteca cuenta con un acervo invaluable y emplea las mejores prácticas de protección y digitalización.
Si bien los inicios de la universidad datan de la conquista del sultán Mehmet, hoy la Universidad de Estambul es una de las diez mejores universidades de Europa. En los siglos anteriores la entidad educativa ha hecho toda una miríada de cambios que eran adelantados a su tiempo, siendo pioneros en el campo científico. Una de las bases en la que se sustenta es el alto nivel educativo e investigativo en ciencia y tecnología, y finalmente decidió abrir un acceso a sus archivos en forma digital, para preservar sus fuentes, pero que alcance a una gran cantidad de estudiosos.
Estos accesos están apegados al International Open Archives Initiative Standards y provee una compilación a largo plazo y preservación de los trabajos académicos. De esta manera, los usuarios pueden extender la visibilidad de sus documentos a otros miembros de la universidad, de acuerdo con estándares internacionales.
Además de los interesantes libros que conforman esta biblioteca de la Universidad de Estambul, enmarcada en un estilo otomano regiamente conservado, hay salones donde se exhiben diferentes ejemplares del libro sagrado de los musulmanes, el Corán, así como porcelanas valiosas de épocas antiguas, algunas provenientes de los famosos harenes con que acostumbraban rodearse los sultanes en sus momentos.
Vale la pena destacar las avanzadas técnicas de restauración y preservación que tiene esta institución, que además está dirigida por mujeres, y en la que las más estrictas normas son observadas. Nos tocó revisar un libro antiguo con guantes especiales y estar en salones que resguardaban tesoros, a muy bajas temperaturas para la mejor conservación.
Es importante mencionar que la carrera de bibliotecólogo está contemplada en las facultades de letras, por lo que los que laboran en esa institución son graduados con conocimiento de lo que tienen entre manos: la memoria histórica de un país con tanta historia cultural y tradiciones como lo es Turquía.
En el espacio dedicado al rescate de documentos que casi se desvanecen con las manos, vimos la forma en que prácticamente replican un libro sobre un papel importado de Japón, finísimo, y cómo lo tratan en unas máquinas restauradoras que, aunque de patente alemana, son fabricadas en Turquía.
La biblioteca también tiene espacios para presentaciones de libros, celebración de eventos relacionados a la historia y la cultura, y hermosos mobiliarios que preservan los valiosos archivos que allí reposan.
Haría falta un acercamiento de esta importante biblioteca con la nuestra que, aunque fundada en 1942 bajo el nombre de Ernesto J. Castillero, su primer director, y ubicada en el parque recreativo Omar, fue objeto de una reingeniería en 1996 que le permitió sobrevivir, ya que se hallaba en estado precario. Ahora se rige bajo una fundación, establecida en la fecha señalada y después de la evaluación de un comité ad hoc que sugirió esa figura. Correspondió al expresidente Ernesto Pérez Balladares otorgarle el capital semilla y establecerla como una fundación sin fines de lucro, para liderar la reestructuración y modernización de la Biblioteca Nacional y su sistema de bibliotecas públicas.