La ruta es la educación y la tarea generar oportunidades

Actualizado
  • 13/06/2020 00:00
Creado
  • 13/06/2020 00:00
En Holanda se habla ya de las escuelas 'Steve Jobs' sin horarios, sin libros de texto ni lecciones generales para toda la clase; los alumnos utilizan tabletas con aplicaciones pedagógicas que les permiten aprender a su ritmo. Las escuelas 'Steve Jobs' han transformado el papel que desempeña el profesor, que ahora es más bien un 'coach'

En las últimas décadas, se han realizado avances significativos en distintas áreas profesionales, sin embargo, nos hemos quedado atrás en la educación y esta es una de las situaciones de exclusión más graves que puede afrontar la sociedad, ante un mundo que avanza a pasos agigantados, en especial en el área tecnológica.

En Japón, por ejemplo, un estudiante de primaria cursando el tercer grado, ya ha leído un promedio de 14 libros.

Ha sido más que evidente en estos tiempos de pandemia, lo mal preparado que está nuestro sistema educativo para afrontar una situación que no tiene luces de acabar. Este hecho pone en riesgo el futuro de toda una nación.

Sin embargo, Panamá cuenta con docentes que merecen aplausos de pie, pese a que su salario es casi invisible pero dan más de sí como profesionales y personas. Algunos hasta caminan largos trechos sin pavimento, navegan en lanchas por mar abierto, a caballo o a pie, y lo hacen con una sonrisa inspiradora porque saben que sus conocimientos impactarán positivamente la vida de otro ser humano.

La alfabetización, además de ser un derecho humano elemental, es un recurso indispensable para el ejercicio de otros derechos fundamentales. Y es la posibilidad de alcanzar democracias efectivas con economías pujantes y competitivas. Hoy, las empresas necesitan gente pensante, dispuesta a correr riesgos, analítica y sobre todo con una sed de conocimiento desmedida y con ganas de triunfar. Gente que esté dispuesta a aprender hasta la muerte. Claro, es gente que conoce su valor en el mercado.

Capacitación profesional

Las consecuencias de una fuerza laboral mal preparada, sin sueños o metas, que no conozca sus derechos, que no quiera superarse o no dure más de tres meses, ocasiona la alta rotación, la desmotivación eterna, aumenta los costos de entrenamiento y, además, no son económicamente rentables aunque ganen salario mínimo.

No hay nada más frustrante como docente, que tener que ver a muchos jóvenes con talento y recursos, desperdiciar la oportunidad de su vida al estar en una universidad privada, y no sacarle el jugo a todo. Jóvenes sin alma, sin pasión, sin un plan o visión emprendedora. Lo peor es que algunos profesores los pasan de año, dejándole el problema a otro o al sector privado.

También conozco a estudiantes de la vida, cuyos recursos no dan tan siquiera para un curso, y viven con ansias de aprender. Tal es el caso del conserje de mi edificio; el privilegio de recibir una buena educación no llegó a sus manos, pero todo libro o revista que caiga en ellas es devorada con pasión, y con él, se puede hablar de cualquier tema gracias a la lectura.

¿Qué se necesita? En mi opinión, ¡un Estado que tenga luces largas y que “obligue” mediante la educación, a buscar la excelencia!

Este alto forzoso que el Covid-19 nos ha impuesto, de hecho es un regalo y debe ser aprovechado para replantearnos como país qué debemos cambiar urgentemente en este sector y no seguir igual, una vez que pase la pandemia. Imagine un Estado que obligue a poner pruebas de ingreso en todas las universidades –tanto para alumnos como para docentes– y que de no pasarlas, deban regresar a las aulas de clase.

Referencias

Dejemos de mirar por un rato a Estados Unidos, que ellos también tienen lo suyo... veamos a Holanda, Suiza o Japón. En el país nipón, por ejemplo, un estudiante de primaria que cursa el tercer grado, ya ha leído un promedio de 14 libros.

Los niños de quinto y sexto grado leen entre 6 y 9 libros al mes. ¿Cuántos libros cree que leen nuestros alumnos por mes? Y le cuento, esos alumnos japoneses pueden ser los futuros jefes de empresas multinacionales en nuestros países, ya que Panamá por su posición geográfica está siendo observada por empresas del oriente con lupa.

En Holanda se habla ya de las escuelas 'Steve Jobs' sin horarios, sin libros de texto ni lecciones generales para toda la clase; los alumnos utilizan tabletas con aplicaciones pedagógicas que les permiten aprender a su ritmo.

Las escuelas 'Steve Jobs' han transformado el papel que desempeña el profesor; ahora es más bien un coach. La calidad de la educación depende, también, de la formación de estos nuevos referentes educativos. ¿Cómo está la tecnología en nuestras aulas de clase, tanto en colegios como en universidades? El nuevo coronavirus sacó a relucir la verdad de ello.

Hablemos de Suiza, destacado por su calidad de enseñanza, gratuita y obligatoria durante 9 años. Poseen un plan llamado 'Gymnasium' el cual es paralelo al secundario donde se imparte una enseñanza académica más exigente, orientada a la universidad. Aproximadamente entre el 20% y 30% de los jóvenes acceden al 'Gymnasium', y terminan entre los 19 o 20 años para ir a la universidad de cualquier parte del mundo.

País que no invierte en su educación, ¡no invierte en su futuro! Dejemos de establecer excusas y veamos la raíz de nuestro propio sistema educativo y cómo mejorarlo.

Si bien Panamá ha logrado ser el hub de las Américas, tener un Canal ampliado y ser una zona atractiva para negocios, con todo y su deficiencia educativa, imagina dónde estaríamos si adaptáramos los modelos japoneses, holandeses y suizos. No habría nadie en el continente que compitiera con una país realmente poderoso. Porque hay poderes que no solo son económicos.

Cierro con la frase de este gran filósofo griego, Epicteto de Frigia: “Acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusarse a uno mismo, demuestra que la educación ha comenzado”.

El autor es empresario y catedrático universitario.
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