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Reggie Johnson: ‘estoy esperando la hora para hacer lo que tengo que hacer’
- 05/01/2020 00:00
- 05/01/2020 00:00
¿Reggie?” el saxofonista Reginald Johnson no conocía la voz que le hablaba al otro lado de la línea telefónica. “Sí, dígame, ¿quién habla?”, respondió.
“Te habla Danilo, Danilo Pérez. queremos dedicarte el Festival de Jazz este año. ¿aceptas?”.
Aunque Johnson no se esperaba esa propuesta, no demoró en contestar, “claro, cómo no...”.
“Y por allí empezamos a conversar sobre todo esto”, cuenta Reggie Johnson, nuevamente a través de la línea telefónica, pero en esta ocasión, conversando con La Estrella de Panamá.
El Panama Jazz Festival celebra este año su décimo séptima edición y la ha querido dedicar a este saxofonista que empezó su carrera a los 17 años y hoy, con 79, continua activo en la música.
“ Usted lee lo que le ponen y toca leyendo lo que sea... jazz y de todo, este homenaje es por su trayectoria. Ha tocado con todos los grandes músicos que han venido, muchos artistas”, recordó lo que Danilo Pérez le había dicho al teléfono.
Y es así. A los 17 años, ya había formado una banda, aunque antes se había dado a conocer en algunos centros de diversión y club houses en las ciudades de Panamá y Colón, como parte del dúo Reggie & Marva, con quien hacía floor shows bailando tap.
En Colón, recuerda que para el mes de junio, de Panamá salía el llamado june train, “los colonenses nos esperaban, todos bien vestidos y nosostros, los de Panamá, íbamos muy bien vestidos también, para ver quién estaba mejor, era una competencia. Yo bailé en un club que se llamaba Tropicana. Ya eso no existe, pero Colón era Colón”, dice con nostalgia de esas celebraciones de los 5 de noviembre y los carnavalitos.
“Íbamos y veníamos en tren. Después tuve una noviecita allá, y casi todos los domingos me iba para allá”, rememora.
Más adelante, Johnson pasaría del baile a la música. “Había un saxofonista que se llamaba Louis Jordan y él hizo varias películas que yo fui a ver en el Teatro Encanto, eso era en Calidonia y escuchaba sus discos en la casa. Le dije a mi mamá, a mí me gustaría tocar ese instrumento... y mi mamá habló con un señor y le compró un saxofón o que era como de tercera... (ríe) ni de segunda era. Lo agarré y empecé a darle”, recuerda.
Y también recuerda que su primer maestro era muy duro. “Me golpeaba en la cabeza así que llegó el momento en que lo 'chifeaba'. Me quedaba afuera y cuando él se iba es que llegaba a la casa”, comenta.
Al fallecer su primer maestro, un músico que le daba clases de piano a su hermana y que también tocaba la trompeta le escribió varias líneas melódicas para que tocara junto con su hermana. “Y así fue que me quedé con el saxofón. Bueno, los... porque toco el alto, el tenor, el soprano y el barítono, la flauta y lo que menos toco es el clarinete, porque no me gusta su sonido, me parece muy chilllón”, detalla. Johnson compara el sonido de un clarinete como el de “un montón de pájaros pájaros posados en un alambre” (imita el sonido con la voz).
La primera orquesta que tuvo se llamaba Ritmo Tropical.
“Yo inventé eso porque una maestra de canto me puso a tocar con ella y yo reuní gente que sabía que tocaba. Le pusimos Ritmo Tropical pero terminó siendo La Nueva Alegría”, relata. El cambio de nombre obedeció a que como era menor de edad, no podía firmar contratos y tuvo que recurrir a su amigo Chachi Macías que le puso ese nombre a la formación.
A los 18 años de edad, Johnson ya tocaba con la orquesta de los Hermanos Paz. Con ellos acompañó a grandes voces cubanas como las de Celeste Mendoza, Raúl Lara y Rolando Laserie.
Con la orquesta de Clarence Martin, con quien tocó por unos veinte años, solía presentarse en el Hotel Panamá con un show que se renovaba cada 15 días.
En el año 1964, se dio un intercambio de orquestas por el Hotel Continental. “Después de inaugurar el Hotel Continental aquí, hicimos un intercambio: nosotros fuimos para El Continental en Curacao y la orquesta de allá vino para acá. Allí también era cada 15 días un show diferente. Nos fue muy bien, tanto así que nos mandaron a buscar después”, cuenta.
En una ocasión, estando en Curacao, el propietario del hotel le comunicó a Clarence Martin que el reconocido cantante mexicano Tito Guizar había salido de Aruba y estaba en camino para cantar con la orquesta y que debían estar preparados.
“Llegó el hombre, sacó los papeles y nosotros en camerino allí leímos todo y miramos las instrucciones, no podíamos hacer más. No había tiempo de ensayar. Clarence nos pidió que fueramos muy cuidadosos 'no dañen el trabajo del otro' nos dijo. Hicimos un show de más de una hora, y Guizar dijo que nunca en su vida había trabajado con una orquesta sin ensayar. La gente se paró a aplaudirnos en Curacao. Esta es una de las mejores cosas que el saxofón me ha dado”, asegura.
Y gracias al instrumento, ha tenido la oportunidad de viajar y darse a conocer en muchas ciudades: Nueva York, Los Ángeles y San Francisco en Estados Unidos, mientras que en Europa ha tocado en Irlanda del Norte, París, Hamburgo, Frankfurt, Liverpool, Manchester y Londres.
En Panamá, acompañó a intérpretes de la talla de José José, Raphael, Julio Iglesias y Celia Cruz.
“Han sido muchas cosas, por eso Danilo me dijo “tú mereces que te reconozcan todas esas cosas que has hecho. Acepté y bueno, estoy esperando la hora para hacer lo que tengo que hacer y lo que mejor sé hacer: música”, sostiene.
Hacemos algunas preguntas a Reggie Johnson:
¿ Con cual género musical se identifica más?
He tocado de todo, yo he tocado con el director de la sinfónica, Ledezma Bradley, Con la banda de la policía, tocaba música de concierto, fui primera flauta por varios años. También he tocado salsa, merengue y me gusta el jazz... adoro el jazz, pero su campo no es muy grande aquí en Panamá. Toco de todo y me gusta todo.
¿Cual ha sido la mejor lección que le ha enseñado en el saxofón?
He aprendido que el saxofón es un instrumento bonito, se puede tocar solo, he tocados solo en varias presentaciones, pero mejor es con un piano, un bajo y una batería, con un trío acompañándolo a uno. Lo que me gusta es el sonido que uno puede emitir, las cosas que uno puede tocar y hacer.
¿Es el público igual en todas partes?
No... en Curacao nos apreciaban porque nosotros en el hotel tocábamos en el comedor, tocábamos música suave y después tocábamos el show y después, música bailable. Nosotros quedábamos muy bien porque las otras orquestas, los americanos tocaban los shows bien, pero bailable, hmm..., Los mexicanos tocaban el show regular, no malo, pero nosotros sí hacíamos de todo: comedor, show y poníamos a la gente a bailar. Martin hizo una canción que le regaló a Edgar Supriano, era director de la orquesta Estrella del Caribe, un conjunto de trompetas. Yo vi que Martin se sentó en un piano viejo que había allí, y empezó a manosearlo y dijo yo le voy a regalar esto aSupriano, empezó a escribir y al día siguiente le llevó el arreglo completo, un arreglo que se llama Curacao. Para este festival vamos a tocarle Curacao a la gente.
¿Ha cambiado mucho la vida del músico?
Sí, bastante. Cuando yo estaba chico había clubes nocturnos como el Happy Land, estaban los soldados y los marineros, eso se llenaba de artistas yo crecí en ese ambiente. Luego fui subiendo y en el Hotel Panamá en el Salón Bella Vista, que fue una de mis grandes oportunidades, pude tocar con Clarence Martin, ellos tenían show cada 15 días; había programas de televisión como “El Show de la una” con Silvia De Grasse. ¡Llegué a tocar con Tres Patines!... todos los canales hacían show en vivo, los mediodías. Inauguramos canal 2 con Blanquita Amaro, había bastante trabajo para los músicos. Ahora la música es dizque urbana y aparte todo es con discotecas, casi no contratan músicos.
Pero siguen preparándose nuevos músicos...
Y de esta generación hay bastantes músicos buenos que están saliendo de la fundación de Danilo, que están componiendo, escribiendo música, pero no hay muchos espacios donde tocar, las cosas se ha puesto duras... yo, de vez en cuando toco, me llaman de vez en cuando, pero antes había saraos y cuanta actividad , todo ha cambiado.
Entonces habrá que desarrollar nuevos públicos...
A la juventud le gusta lo que se está oyendo, pero a veces los muchachos cantan y no saben lo q ue están cantando.
Antes usted podía decir “Cómo fue, no sé decirte como fue... , y después las escribías en una cartita... pero las letras de hoy en día, yo no se las mandaría ni a mi enemigo (ríe). Algunas cosas suenan bien, no todo es malo, pero no hay muchas oportunidades para los músicos. Hay bastantes músicos y cuando te digo buenos, son buenos. Pero lamentablemente nada es como antes.
¿Cual considera que es la diferencia?
No es tanto el público, los dueños de los lugares prefieren poner un disco, un dj que haga todo por unos $200 ó $100. A un reguesero le pagan $5,000, y a una orquesta, $1,000. Si lo repartes, ¿cuánto sale para cada uno? Es que la música es importante, un pueblo sin música es un pueblo sin alma, pero muchos no se han dado cuenta de eso...
¿Se ha quedado con ganas de hacer algo en su carrera?
Cuando no estoy ocupado, me siento a escribir y tengo un libro con unas 1,500 canciones. Escribo la parte del piano, del bajo, del saxofón tenor, —la transporto de la melodía de l piano— y hago un unísono con el [saxofón] alto. Tengo esos libros y no sé si algún día podré tocar eso, escucharlo en una convención... pero no sabemos cuando habrá una convención.
Tengo la esperanza de llegar a tocar, que me llamen, así como también tengo la esperanza de enseñar. Yo he enseñado un par de veces con algunos instructores en escuelas, eso es muy necesario; he recogido muchas cosas de Vitín Paz, de Víctor M. Paz, de Edgardo Quintero. Él enseñaba cómo el músico debía comportarse en los 'toques' son cosas que eso hay que inculcarle a los muchachos. Yo quisiera tener esa oportunidad; de repente este año se compone un poco la cosa y podemos dar un par de charlas.