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- 02/05/2024 00:00
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Tan solo faltaban unos minutos antes de las nueve de la mañana del pasado sábado 27 de abril cuando la expectación se hacía notable en los rostros de quienes serían los cuatro alumnos de la pianista polaca Anna Miernik, quien ofició una clase maestra de piano en el salón F-111 de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Panamá a la que asistió La Estrella de Panamá.
Miernik –invitada por la Embajada de Polonia en Panamá en ocasión de la Fiesta Nacional de ese país del 3 de mayo, que conmemora la proclamación de la Constitución polaca– ofreció el pasado 26 de abril un recital de piano que se llevó a cabo en el Teatro Balboa en el que interpretó un repertorio que incluyó a artistas como Frédéric Chopin así como otros compositores polacos como Félix Nowowiejski, Wojciech Kilar, Michał Kleofas Ogiński e Ignacy Jan Paderewski, entre otros.
La pianista concedió una entrevista a este diario en la que detalló que esta era la segunda vez que visitaba Panamá después de hacerlo por primera vez en octubre de 2023 y manifestó que cada concierto es un generador de emociones.
“Cada concierto, no importa cuantas veces ya hayas tocado, genera muchas emociones y yo no puedo hacer un concierto sin que la música me influya. Siempre hay emociones y me conmueven mucho. Por ejemplo, hay obras de Frédéric Chopin que me hicieron pensar que su música es tan intensa y tan profunda que su vida fuera del país por la guerra tuvo que ser muy difícil”, expresó.
Miernik se refiere a un momento definitorio en la vida de Chopin, quien tuvo que emigrar de Polonia a Francia tras el fracaso de la revolución polaca de 1830 contra el Imperio ruso.
La artista sintió una afición por el piano desde los cuatro años de edad, si bien no recuerda un momento concreto en el que le tomó el gusto a este instrumento.
“Creo que el momento más importante fue lo que ocurrió después de la secundaria cuando decidí continuar con la música cuando di el paso a la Universidad y estudié piano en la Academia de Música de Cracovia. Estudiar en la universidad requirió de mucha preparación para aprobar el examen de entrada y tenía una gran ventaja porque tenía bastante práctica de las clases de piano que tomaba en el colegio”, agregó.
Una de las pasiones de Miernik es enseñar ya que asegura que siempre aprende algo de sus alumnos. “Me encanta hacerlo y es muy difícil enseñar bien si no se tiene la pasión. A mí siempre me encantaba dar clases no solo de piano a mis compañeros del colegio los ayudaba con otras asignaturas, ya sea relacionadas a la música o las básicas como las matemáticas y los idiomas, y para mí era algo muy natural tener la vocación de explicarle al otro lo que no podría entender y me satisface cuando me manifiestan que gracias a mí entendieron algo que no sabían antes con claridad”, dijo.
Miernik aconseja a los que se quieren dedicar su carrera, ya sea al piano o con cualquier otro instrumento, tener la paciencia necesaria para estudiar a diario.
“Hay que tenerle paciencia a uno mismo en el sentido de que si no puedo hacer algo en el momento, no significa que no lo voy a poder hacer. Eso significa que tengo que darme un poco más de tiempo y buscar otros caminos u otras maneras de hacer algo concreto o estudiar algo. También aconsejo que no copien lo que hace otro o empecinarse en que uno tiene que tomar clase con un profesor determinado para poder seguir adelante. Eso no es así. Cada uno puede tener su propio camino y no hay una receta específica. Como digo, hay que tener paciencia y amor por uno mismo y la actividad que uno esté realizando para llegar a ese objetivo que se quiere llegar”, resaltó la pianista.
Los cuatro estudiantes que pudieron participar de la clase maestra con la pianista Anna Miernik fueron seleccionados en un concurso llevado a cabo por la Embajada de Polonia en Panamá en el que tenían que subir una actuación musical al perfil de Instagram de la oficina diplomática para poder optar a participar en esta clase.
Ellos fueron Solana Ronderos, de 17 años; Moisés Justiniani, de 20 años; Keithy Rico, de 14 años y David Candanedo, de 26 años.
Ronderos expresó que se sentía afortunada por la experiencia y dijo que cuando la oyó tocar en el Teatro Balboa se inspiró bastante del trabajo de Miernik, y aspira a tocar como ella en el futuro. Ella empezó a tocar el piano entre los cinco y seis años. Sus padres vieron el talento que tenía con la música después de tocar el órgano, posteriormente pasa al piano de cola y así da comienzo en su camino en la música.
“La música es una pasión muy hermosa que llevo cultivando desde hace muchos años y la música me inspira y me ayuda a seguir conectando con otras personas. Escuchar a otros compositores como Chopin y Beethoven, que son mis favoritos, me inspira y me gusta reinterpretar las piezas que ellos tocaban. Eso es lo que más me apasiona. Cuando me enteré que fui seleccionada para esta clase magistral, me sentí muy feliz porque yo tengo una maestra japonesa de piano con quien llevo ya entre cinco y seis años. Ella me mandó la publicación del concurso y desde ese momento lo vi como una gran oportunidad. Lo que más quería es conseguir nuevos consejos y pulir mis habilidades de la mano de una gran pianista”, destacó.
Justiniani, en cambio, resaltó que lo que más le gusta de Miernik como artista es que toca la música de Chopin, uno de sus músicos favoritos al igual que Beethoven y Mozart, a los que escuchó desde muy joven, y consideró que la clase maestra es una gran experiencia para poder aprender técnicas nuevas.
“Primero empecé a practicar con un teclado regular, después pasé a tocar un teclado electrónico de 88 teclas y luego fui aprendiendo más con la profesora Margarita Troetsch. Ella ha sido mi profesora desde que empecé formalmente en la música. Luego pasé a tocar el piano acústico, y desde ese momento el piano se convirtió en mi instrumento preferido para reflejar la música que me gusta que es la clásica así como otros géneros como la moderna. Yo entiendo que sin la música no tenemos vida. La música es una de las cosas que me da mayor felicidad”, reflexionó.
Rico contó por su parte que el arte y la música han sido sus más grandes pasiones. Desde hace tres años, empezó a insistir a sus padres que quería tomar lecciones de piano. Finalmente cedieron y le compraron un teclado y empezó a practicar piano viendo lecciones en YouTube. Como sus papás vieron que le interesaba bastante, la inscribieron en unas clases.
“Mi mamá insistió en que yo me inscribiera para hacer el intento, finalmente lo logré. Si realmente aman la música y el piano, persistan en ello porque van a haber situaciones que los pueden hacer dudar pero si realmente te gusta, tú tienes que seguir en ese camino”, expresó.
Candanedo -quien viajó desde la provincia de Chiriquí para disfrutar de esta clase maestra– siempre ha sentido una gran afición a las artes y desde sus inicios ha sido autodidacta. A los 18 años de edad, empezó a estudiar formalmente piano en David y en el año 2017 se vino a estudiar una Licenciatura en Música en la Ciudad de Panamá y, en la actualidad, es profesor de piano en el Centro José Cáceres, en la capital chiricana.
“Decidí concursar para entrar en esta clase maestra porque quiero pulir una pieza que llevo tiempo tocando que es El Tercer Sueño de Franz Liszt. No solo siento pasión por esto porque sea mi profesión sino porque quiero aportar en un futuro a mi provincia y poner un granito de arena para llevar el arte a Chiriquí. Animo a los demás. No se desanimen y atrévanse a soñar y dense la oportunidad de seguir adelante y dejen atrás aquellas cosas que no les permitan avanzar”, dijo.
Juan Ronderos, padre de Solana Ronderos, explicó que se enteró una semana antes de que su hija estaba participando del concurso y manifestó su satisfacción por el hecho de que se hubiera logrado.
“Me siento súper orgulloso de que mi hija haya tomado la iniciativa. Estoy feliz en pocas palabras. Ella ha tenido una larga trayectoria en la que tuvo un entrenamiento rígido en Totori, Japón con maestros de la Yamaha en un esquema muy estructurado y con una disciplina muy arraigada. Ella concursó desde los seis años y hemos invertido mucho en su educación musical que continuó en Panamá, un país en el que hay mucho potencial para desarrollar la cultura”, comentó.
El padre de Keithy Rico, Johan Rico, dijo sentirse complacido por las enseñanzas de Miernik a su hija en la clase maestra y valoró el trato personalizado que le dio la pianista a sus estudiantes.
“La clase fue muy acertada y estoy muy agradecido. Fue una atención específica en el punto de quiebre y en el punto de flexión de cada uno de los estudiantes. Todos son unos artistas independientemente de la edad y el nivel pero cada uno tenía un punto que debe mejorar y Miernik tuvo el ojo crítico para reforzar esas habilidades y eso me parece muy bueno. Considero que mi hija tendrá un futuro muy grande en la música”, dijo.
Margarita Troetsch, secretaria de la Asociación de Pianistas de Panamá – responsable de la organización de la clase- , destacó que la asesoría personalizada que brindó Miernik a sus alumnos es fundamental para la enseñanza de un estudiante de música y que estas iniciativas son fundamentales para reforzar la educación musical en Panamá.