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- 11/05/2024 00:00
- 10/05/2024 18:36
El sol estuvo en su pleno apogeo cuando al filo de las ocho en punto de la mañana del pasado 7 de mayo el buque escuela Juan Sebastián Elcano arribó a territorio panameño con una celebración protocolar solemne que abrazó su llegada al primer muelle de la Terminal de Cruceros de la Calzada de Amador.
De manera puntual y sobria, tanto la tripulación del buque escuela – que venía de la ciudad estadounidense de San Diego como parte de su ruta – como miembros de la banda musical del Servicio Nacional Aeronaval y los asistentes del evento presenciaron juntos el inicio de lo que sería la vigésimo cuarta llegada del buque a tierras panameñas en sus casi cien años de historia surcando los mares.
La Estrella de Panamá tuvo la oportunidad de acceder al interior de este buque escuela y pudo comprobar de primera mano cómo este barco aúna tradición y modernidad en una estructura que combina elementos históricos como la madera que cubre gran parte de su estructura así como otros elementos de vanguardia como los radares que ubican a la tripulación en tiempo y espacio y previenen de futuros peligros para mantener una navegación segura.
El recorrido – que comenzó con la sensación de vértigo experimentada por este periodista al subir en el barco - inició con la visita al área central del buque escuela conocida como el Control de Mando. Tal como su nombre lo dice, esta es un área fundamental para el control del barco en la que 250 personas se coordinan para ver estos aspectos imprescindibles para la navegación. El timón, el régimen de máquinas y novedosos radares y equipos de navegación electrónica que detectan la actividad marítima son algunos de sus componentes. La vigilancia al navegar es máxima ya que se quiere evitar cualquier situación adversa como lo podría ser el choque con alguna otra nave. Entre cinco y seis personas de la tripulación se encargan de la vigilancia permanente y continua.
Es así que las velas con las que el barco está navegando se convierten en fundamentales para determinar en qué condiciones se puede llevar a cabo el trayecto marítimo en frente de otra inclemencia: la posible presencia de vientos huracanados en el mar.
A medida que íbamos avanzando hacia la parte de adelante del barco, los periodistas presentes debían tener un extremo cuidado al dirigirse hacia las otras secciones del buque escuela. En síntesis, cada una de las escaleras exteriores del barco había que subirlas con cuidado y de espaldas para evitar un accidente.
Cuando llegamos a la parte alta del barco – que tiene como distintivo la famosa bandera de proa conocida como ‘Torrotito’ – es seguro transitar debido a que se encuentra estático por su amarre al muelle con las estachas, unas cuerdas de grandes dimensiones caracterizadas por su grosor.
Además de los radares, otro elemento llamativo que se puede encontrar son los conocidos como ‘cañoncitos’ con los que se disparan salvas de fogueo que marcan definitivamente la llegada a un nuevo punto del recorrido.
Este XCVI Crucero de Instrucción del buque escuela Juan Sebastián Elcano lleva a bordo más de 83 guardamarinas – el nombre con el que se conoce a los alumnos – pertenecientes a las 426° promoción del Cuerpo General y 156° de Infantería de Marina. El plan de estudios de los guardiamarinas correspondiente al tercer año del curso en el que están inmersos consiste en diversas materias correspondientes al tercer curso de la carrera tales como Navegación, Astronomía, Meteorología, Operaciones Anfibias y Apoyos y Servicios de Combate y Maniobra.
La población total del buque es de 253 personas a bordo entre los que están también una dotación profesional de miembros de la Armada así como oficiales, suboficiales, cabos primeros y marinería.
El comandante del buque escuela, el Capitán de Navío Luis Carreras-Presas do Campo, expresó a La Estrella de Panamá que cada vez que el buque pisa tierras panameñas tiene un recibimiento y una acogida calurosa y agradable.
La ruta del nonagésimo sexto crucero de instrucción seguirá después por la ciudad norteamericana de Nueva Orléans y finalizará de regreso a Cádiz el próximo 21 de julio. Todo ello en un recorrido que comenzó el pasado 13 de enero y que contempló la visita de varias localidades como Las Palmas de Gran Canaria, Fortaleza (Brasil), Santo Domingo (República Dominicana), Manzanillo (México), Boston (Estados Unidos), Londres (Reino Unido) y Marín (España), entre otros.
Según Carreras-Presas do Campo, las rutas de los cruceros – que suelen durar alrededor de los seis meses - se realizan cada año tomando en cuenta las rutas veleras que sean las más apropiadas en las que haya preferiblemente vientos propicios y condiciones favorables pensando en hacer la navegación lo más tradicional posible.
“Buscamos casi todo el tiempo la navegación a vela así como la navegación y el posicionamiento astronómico. Sobre todo necesitamos, vientos favorables, siendo este criterio el más fundamental”, señaló.
La historia de este buque escuela – construido en los astilleros ‘Echevarrieta y Larrinaga’ de Cádiz, España - se remonta al 5 de marzo de 1927, cuando fue botado por primera vez y entregado a la Armada española el 17 de agosto de 1928. Es así cuando inicia una travesía que en la actualidad se acerca a cien años de trayectoria en los mares con más de un millón ochocientas mil millas naúticas navegadas por todos los mares del mundo y con recaladas en más de 70 países diferentes.
La embarcación lleva el nombre de Juan Sebastián Elcano, el marino español que le dio la vuelta al mundo por primera vez en el año 1522, completando así un viaje que había comenzado bajo el mando del marino portugués Fernando de Magallanes, quien falleció en la mitad de la travesía. Tras cumplir su hazaña de circunnavegar el mundo, el rey Carlos V de España decidió otorgarle un escudo de armas a Elcano que rezaba ‘Primus circumdedisti me’ (El primero en circunnavegarme, en latín)
Por otro lado, la misión del buque escuela Juan Sebastián Elcano es la formación de la mar de quienes serán en un futuro los oficiales de la Armada española quienes reciben una formación integral que consta de clases presenciales y virtuales que se efectúan a través de videoconferencias vía satélite.
Además de ser una escuela flotante, el buque escuela también es una embajada, ya que su presencia en países y puertos extranjeros está destinada a contribuir a la acción exterior del Reino de España, difundiendo en las casi cien visitas la imagen del país a los visitantes y españoles residentes en el Extranjero que pueden considerar a la embarcación como un “trocito de España que navega”.
En este sentido, el embajador de España en Panamá Guzmán Palacios indicó que la llegada del buque escuela Juan Sebastián Elcano está dirigida al reforzamiento de las relaciones bilaterales entre Panamá y España.
“Nosotros buscamos poner en valor las relaciones bilaterales entre países hermanos. Compartimos valores y principios así como un mismo idioma y una misma cultura. Llevamos muchos siglos de convivencia y, sobre todo, tenemos ese anhelo de fortalecer las relaciones bilaterales y la comunidad iberoamericana”, expresó.
Los guardamarinas que pasan sus seis meses de aprendizaje a bordo del Juan Sebastián Elcano no solo reciben una formación profesional sino también personal. Tal es el caso de la guardiamarina Raquel Calvo López quien afirma que a cuatro meses de haber zarpado de Cádiz, la experiencia está sobrepasando con creces cualquier expectativa que tuvo en un principio.
“Quizá el mayor aprendizaje que saque de estos meses sea la madurez profesional, puesto que estoy viviendo un punto de inflexión, si no en mi corta carrera militar, al menos en mi periodo de formación. Me está sirviendo para aprender a ser consciente de mis capacidades y mejorar mis flaquezas; para darme cuenta del militar que quiero ser una vez salga de la Escuela y las decisiones que debo tomar para conseguirlo”, expresó a La Estrella de Panamá.
Por su lado, el guardamarina Pablo Gallardo Delgado coincidió con Calvo López en esta óptica. “Después de tantos días alejado de casa, diría que me llevo la importancia de la conciencia del deber. Ser Marino de España supone adquirir un compromiso con la Patria que excede cualquier latitud y horario. Es un motivo de orgullo saber que, allá donde me encuentre sobre la cubierta de un buque de la Armada, contribuiré con la acción exterior del Estado y, sobre todo, con la defensa de los españoles”, comentó.