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- 12/04/2016 02:00
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Uno de los grandes retos que tenemos en nuestras vidas, particularmente en la salud mental, es que no se puede tomar una pastilla y sentirse mejor.
Así presenta el profesor de Tufts University, Daniel Hannon, un proyecto de robótica que se desarrolla en el Centro Ann Sullivan de Panamá (Caspan) orientado a niños con autismo.
UN ROBOT EN CLASE
El Dr. Albò saca uno de los robots llamado Kibo, diseñado por la Prof. Marina U. Bers (Tufts University) y nos explica cómo funciona.
Lo primero es ponerle las ruedas al robot. Debido a lo amigable del diseño solo toma un par de segundos, el lapso de la intuición. Pero hay que darle órdenes al robot.
‘Normalmente para esto se necesitaría una computadora y un código', explica Albò. ‘Pero aquí se está usando una secuencia'.
Al presionar un botón, el robot escanea con un láser la orden que está escrita en un cubo de madera, en este caso, ‘girar', y el dispositivo realiza la acción no sin antes haber escaneado los cubos de ‘empezar' y ‘finalizar'.
¿Cómo este dispositivo incide en la educación de niños con autismo? Primero, según Albò, crea un contexto en el que los niños necesitan sus habilidades sociales, porque al estar interesados en la actividad le preguntan al profesor: ¿Cuándo es la clase de robótica?
‘Lo preguntan durante el recreo', añade el Prof. Albò, quien visitó el istmo por primera en 2012 para participar de este programa en Caspan. ‘Están usando sus habilidades sociales porque quieren hacer más con el robot, así que le preguntan a un adulto.
Aquello se convierte en una motivación y empiezan a aprender cómo conseguir lo que quieren preguntando. ‘Esto es súper importante porque con demasiada frecuencia los niños con autismo no preguntan, no consiguen lo que quieren, se frustran, actúan de una manera inadecuada y se meten en problemas', añade el Prof. Hannon. ‘Queremos evitar eso y queremos que aprendan que está bien preguntar por lo que quieren'.
CAUSA Y EFECTO
A partir de una interacción robot-humano, brota una interacción humano-humano. En esta oportunidad, en los salones de Caspan, se ha creado una interacción entre un niño con autismo y un adulto.
‘Si lo que tratamos de lograr es la inclusión de estos niños en la sociedad, necesitamos entrenarlos para lidiar con personas, no con robots', sostiene el Prof. Albò. ‘El robot es un facilitador, es el que crea el contexto'.
Pero ahora el Prof. Hannon, quien es director del Engineering Psychology Program en Tufts University (Boston, Estados Unidos) agarra los tres cubos de madera y explica cómo un patrón sencillo para un robot —inicio, girar, final— puede tener un impacto considerable en el desarrollo cognitivo de un niño con trastorno del espectro autista.
‘Pueden desarrollar sus habilidades aprendiendo sobre causa y efecto, aprender lo que es una secuencia, entender problemas, y así podemos entrenarlos para que los resuelvan en la vida cotidiana', apunta el experto.
La primera actividad que hicieron en las aulas de Caspan consistía en que el robot debía tocar la bocina porque había alguien en medio del camino. Los niños escaneaban el cubo de madera con el sonido y luego el de movimiento. ‘La solución es que si hay alguien en medio del camino, no quiero atropellarlo', describe Albò.
‘Es difícil imaginar no ser capaz de pensar de esta forma', establece el Prof. Hannon, ‘pero estas son las habilidades que necesitan ser desarrolladas por los niños'.
Además, hay conceptos adicionales que el dispositivo permite enseñarles como contar, o aprender direcciones, de acuerdo con el profesor de Tufts University.
‘El robot está diseñado para niños de 4 a 7 años, pero creemos que todos los estudiantes de este centro pueden usarlo', complementa Albò, en conversación con La Estrella de Panamá .
Revolución educativa
‘Los profesores no tienen que usarlo como un apoyo todos el día, sino de unos 20 a 30 minutos, no tiene que estar en todos lados, es una intervención corta', esclarece Albò.
En representación de Panamá estuvo presente durante todas las jornadas el profesor Víctor López Cabrera de la Facultad de Ingeniería de Sistemas Computacionales de la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), casa de estudios que ha impulsado este proyecto.
Para sus alumnos de la UTP, dice el Prof. López, ha sido una oportunidad maravillosa el poder darse cuenta que pueden interactuar con personas de diferentes partes del mundo, participar con sus conocimientos junto a estudiantes que vinieron de Boston y Barcelona, y comprender que lo que están aprendiendo ahora en la Universidad realmente tiene un sentido para la sociedad. Eso, precisa, es algo que les ha cambiado la vida.
El profesor explica que en una facultad como en la que él enseña, los estudiantes tienen una idea poco clara de qué es lo que pueden hacer por la sociedad.
‘Pero ahora los estudiantes me preguntan si pueden participar en estos proyectos, que quieren intercambiar conocimientos y colaborar', asevera el maestro. ‘Esto es bien interesante porque en Panamá necesitamos estudiantes abiertos al mundo, y esto es parte del cambio en nuestro sistema educativo'.
Los tres maestros, en compañía del profesor holandés Marcel Heerink (Windesheim Flevoland), destacaron la filosofía de educación de Caspan.
El centro, desde 2012 ha representado un espacio en el que estos investigadores han utilizado robots para tratar de encontrar formas de hacer la vida de los niños con autismo más llevadera, que sean capaces de manejarse mejor, de ser autónomos y puedan tener éxito más adelante.