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- 30/01/2023 00:00
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Todos los seres humanos cuentan con una gran cantidad de hormonas naturales implicadas en numerosos procesos de comportamiento en nuestro organismo, pero dependiendo de nuestras acciones podemos potenciar su secreción ya sea a nivel cerebral o en otros órganos.
En esta ocasión hablaremos de la oxitocina, considerada la hormona de la felicidad y el amor, debido a su implicación en los sentimientos de empatía, confianza, así como en la actividad sexual y hasta en la construcción de relaciones. Es un neurotransmisor que se secreta a nivel cerebral y está íntimamente relacionada con las mujeres, puesto que influye directamente en el parto y la lactancia, así lo afirmó Marian Rojas Estapé, la reconocida médico psiquiatra española por sus conferencias de superación personal y salud mental.
En una de sus conferencias mencionó que la oxitocina la salvó de un ataque de pánico que vivió cuando un hombre la atacó para robarle. “Al llegar a mi casa toda asustada y sin poder respirar me puse a amamantar al bebé (recién que había tenido a su tercer hijo) y sin darme cuenta a los cinco minutos ya estaba tranquila. Algo había pasado y empecé a pensar que la oxitocina bajaba el cortisol (la hormona del estrés, incertidumbre y miedo).
Pero como ella misma dice, no todos podemos dar lactancia todo el tiempo. Por eso lleva dos años estudiando cómo liberar oxitocina. Afirma que después del susto comenzó a investigar y se dio cuenta que la oxitocina, además de estimular la lactancia, también es la hormona de la empatía, de los abrazos, del contacto piel con piel.
“Cada vez que recibimos un abrazo se libera oxitocina, lo que nos genera bienestar, paz interior, serenidad, felicidad, equilibrio, nos saca de los momentos malos, por eso es importante regalarnos ocho abrazos al día ya sea con los hijos, la pareja o hasta con los compañeros de trabajo para liberarnos del cortisol, el cual se activa ante algo que sucede de forma real o ante los miedos o amenazas imaginarias que pueblan la mente constantemente”, detalló quien aseguró que después de conocer la hormona de la felicidad se ha vuelto una fan.
Para Rojas, quien también es escritora, la persona que más conoce sobre la oxitocina es el neurocientífico y profesor de economía estadounidense, Paul J. Zak, quien en su libro La molécula de la felicidad señala que las personas se deben abrazar por lo menos ocho veces al día, “sobre todo para recuperar nuestro organismo, la mente, el cuerpo y el corazón, ya que en pandemia nos hemos aislado un poco más”.
De acuerdo con Rojas, Zak lleva más de una década investigando sobre la oxitocina, una molécula que se dispara en nuestra sangre cuando otro ser humano nos obsequia con un gesto desinteresado. “Es por ello que en la oxitocina radica la clave de las relaciones humanas”, dijo.
“La oxitocina tiene la capacidad de sofocar la zona del cerebro encargada de regular la ansiedad: la amígdala. Esto significa que en una persona con ansiedad o fobia social que es capaz de activar su circuito de oxitocina aliviará la angustia que siente”, explicó Rojas.
Para llegar a estas conclusiones Rojas admitió que se han realizado muchas investigaciones, en las que ella ha participado y se ha demostrado que las personas segregan niveles más altos de oxitocina cuando los abrazos compensan la ansiedad y el estrés.
El estudio “Rol de la oxitocina en patología psiquiátrica” destaca que esta hormona tiene una importante función en los procesos de regulación social en los humanos, como la respuesta al estrés, ansiedad social, consolidación de la memoria social, afiliación y vinculación, reconocimiento de emociones, procesos de mentalización y empatía.
En este estudio también se menciona que la situación con la pandemia, incluyendo el aislamiento, se sumó a que no solo las hormonas no se secretaran de forma correcta, sino que directamente se desarrollara depresión, ansiedad, ansiedad por separación, incertidumbre o estrés.
Eliécer Pérez Rivera, psicólogo y experto en relaciones de parejas, reconoce que la oxitocina, además de brindar esa conexión afectiva entre madre e hijo, también está presente en los hombres pero principalmente en la parte de las relaciones afectivo sexuales.
“La oxitocina crea un sentimiento de ternura entre las parejas y puede hacer nacer el profundo sentimiento de vinculación que les causará el deseo de unirse sexualmente”, describió Pérez.
De acuerdo con el psicoterapeuta, durante el acto sexual, el cerebro del hombre y sobre todo el de la mujer se inundan literalmente de oxitocina y ese efecto se traduce en una cascada de reacciones hormonales (serotonina, dopamina, endorfina y la oxitocina, el cuarteto de la felicidad) que conllevan un deseo cada vez mayor de acariciar y de ser acariciado, un aumento de la sensibilidad en las zonas erógenas y una excitación que da la sensación de perder la cabeza.
“Pero cuando la mujer experimenta un pico de oxitocina, tendrá múltiples orgasmos. Mientras que en el hombre, su potencia y la intensidad de su deseo y su placer sexual se multiplican”, aseguró. La oxitocina es por tanto la sustancia que nos vuelve sociables, nos lleva hacia los otros y favorece el amor. La oxitocina puede incluso 'transformar' las experiencias potencialmente estresantes en sentimientos de alegría y amor, detalló.
“Lo más importante es que las personas sepan que la neurociencia existe y que tenemos hormonas que nosotros mismos secretamos a nivel cerebral que influyen en nuestra conducta y que como seres humanos nos corresponde conocerlas y ponerlas en práctica para sentirnos bien a nivel mental y sexual porque una cosa lleva a la otra”, explicó.
Pero, por mucho que “aumentemos nuestros niveles de hormonas, si no tienen un receptor al que unirse (una persona) , la información no va a llegar a nuestro sistema y no vamos a alcanzar ese sentimiento de felicidad”.
Lo más importante en estos procesos son los receptores y analizando variantes genéticas asociadas a los receptores de las hormonas del amor “podemos señalar si los niveles hormonales son altos o bajos y si tienen alguna consecuencia a nivel neuronal o que pueda afectar nuestra salud mental”.
Estudios también apuntan a que la actividad sexual también estimula la liberación de la oxitocina, y además, tiene un papel en la erección y en el orgasmo. Aunque no existe una explicación concreta de por qué sucede, se tienen evidencias de que puede ayudar a que los espermatozoides lleguen a su destino, señala un artículo de “Mundo Psicólogos”, la web de expertos en terapias y tratamientos relacionados con la psicología.