Médicos al rescate de pacientes que no pueden pagar sus medicinas

Recién jubilada, Antonia Romero calcula cómo puede pagar las medicinas de su marido, diabético y con quemaduras por un accidente, con u...

Recién jubilada, Antonia Romero calcula cómo puede pagar las medicinas de su marido, diabético y con quemaduras por un accidente, con una pensión de poco más de 500 euros mensuales, mientras firma en apoyo de la huelga de la Sanidad en Madrid.

Romero considera que los políticos "están abusando de la gente" con los ajustes. Vestida de forma humilde pero colorida, simpática pero reivindicativa, esta mujer madrileña de 65 años se queja por los recortes del Gobierno regional y el copago de recetas.

"Ahora tengo que pagar siempre las medicinas".

En el centro de Salud de Lucero, lejos del Madrid turístico, los médicos informan de la huelga a los pacientes como Antonia, que acudía a una consulta pero se encuentra los pasillos vacíos.

Hay inmigrantes, jóvenes, personas de mediana edad y ancianos que saludan con familiaridad a los médicos. Las luces blancas del centro iluminan salas de espera donde no espera nadie.

El doctor Emilio Sanz alaba al usuario. "La gente es muy razonable", señala, mientras compañeras suyas llegan con pasteles y bombones que les han dado unos pacientes para ayudarles a pasar el encierro nocturno con el que completan la huelga de cuatro días, entre esta semana y la próxima.

El ambiente en el centro es relajado, pero su causa no. Los médicos alertan del daño directo que suponen los recortes para el ciudadano.Un paciente del doctor Sanz, al que recientemente extirparon un "tumor grave" y que sufre hipertensión y diabetes, no se tomaba las medicinas "por no poder pagarlas".

A consecuencia de ello el hombre, camarero de profesión, "vino el viernes con un infarto", cuenta en la sala de descanso del centro.

No es el único caso que comentan. Una mujer de 90 años que vive en el barrio se fue de vacaciones con su hija y cuando volvió se encontró "sin derecho" a la teleasistencia que tenía, porque le habían llamado a casa y no estaba, recuerda la doctora Carmen Duarte.

El director del centro, Miguel Sirur, de 38 años, insiste en el "error" que supone que un médico "caiga en manos privadas, porque lo primero que va a buscar una empresa es hacer beneficio".

Los médicos paran cuando los políticos se mueven. Mientras tiene lugar la huelga, la Comunidad de Madrid debate y la próxima semana aprobará la reestructuración sanitaria.

Las regiones españolas se ven obligadas a recortar sus presupuestos por el ahorro de 7.000 millones de euros que el gobierno del conservador Mariano Rajoy pide por año en sanidad.

Eso significará "menos pruebas", resume Sanz desde este centro, uno de los 27 de la Comunidad de Madrid que serán externalizados, de los 270 que hay. También externalizarán seis hospitales, se cobrará un euro por receta y centralizará los laboratorios a cuatro hospitales de los 16 actuales.

Este centro de barrio ha pasado a la acción y, además de su encierro, se suma a manifestaciones como la de este martes en Madrid.Decenas de miles de profesionales protestaron en las calles en la fría tarde madrileña para intentar frenar el plan, subrayando que el colectivo médico hasta ahora no había salido a la calle.

"Hemos sufrido recortes y eso nunca nos ha sacado a la calle", cuenta Fátima Brañas, médico de geriatría del Hospital Infanta Leonor y portavoz de la AFEM, asociación de facultativos especialistas.

"Nosotros los médicos somos gente que nos basamos en evidencias y tenemos evidencias de que la privatización de la sanidad pública no solo no es más barata sino que además supone un recorte en la atención al paciente", señala.

¿Qué hay detrás del plan regional? Los médicos manifestantes aseguran que no está todo dicho. Un médico del hospital de Getafe, José Melero, lo ve claro: "La solución fácil de la gestión privada nos pone en alerta porque pensamos que detrás se esconden otros intereses".

Las batas blancas hacían juego con los silbatos, los gritos y los saltos en Madrid, con el centro paralizado por la protesta.

En la calma del centro de salud de Lucero, cuando los últimos habitantes del barrio se marchaban, les despedían velas colocadas a modo de réquiem por la sanidad pública."No estamos desmotivados", defendía Duarte, que lo tiene claro: "Yo quiero ser médico de la sanidad pública, no de la privada".

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