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Salud materna en Latinoamérica, desigualdades que matan
- 25/10/2024 00:00
- 24/10/2024 18:31
La mortalidad materna es siete veces más probable entre las mujeres más pobres de América Latina en comparación a las mujeres con más poder adquisitivo de esta región, determinó un nuevo estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal): La urgencia de invertir en los sistemas de salud en América Latina y el Caribe para reducir la desigualdad y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Este se enfoca en las diferencias que enfrentan las personas dependiendo de su nivel socioeconómico en los sistemas de salud.
Además, se determina que Latinoamérica requiere un aumento del gasto público en el sector sanitario para enfrentar las desigualdades en el acceso a la salud, las brechas en la calidad de la atención recibida y los elevados gastos de bolsillo en que incurre la población.
La mortalidad materna es solo uno de los temas que toca la publicación. Otros de los temas que abarcan este informe incluyen situaciones como que la mortalidad entre niños menores de cinco años es 4,5 veces más común en comparación con infantes nacidos en familias aventajadas económicamente, y que las personas más pobres con enfermedades crónicas tienen un riesgo 46 % mayor de morir entre los 30 y 69 años.
Demás factores como el agua insalubre, el saneamiento deficiente y la falta de higiene son culpables de una tasa de mortalidad que es casi seis veces mayor en la población de menores ingresos.
Además, datos de 2019 indican que la tasa de mortalidad atribuida al agua insalubre, el saneamiento deficiente y la falta de higiene es casi seis veces mayor en el quintil de menores ingresos.
Sin embargo, la mortalidad materna es considerada ‘inaceptable’ por entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este mismo ente destaca que este mismo problema presenta una tasa increíblemente alta, solo en 2020 unas 287.000 mujeres murieron en alguna de las etapas del embarazo o el parto, cuando gran parte de sus muertes pudieron haberse prevenido.
El 95 % de las muertes se produjeron en países de ingresos bajos o medianos bajos, lo que solo demuestra las brechas entre los diferentes niveles socioeconómicos cuando se trata de servicios de salud de calidad.
Otro dato de la OMS destaca que el riesgo de morir a causa de una deficiente salud materna a lo largo de la vida es mayor cuando las mujeres se encuentran en situaciones de pobreza. En los países de ingresos altos, este valor es de 1 en 5.300, frente a 1 en 49 en los países de ingresos bajos.
Las mujeres en zonas remotas son las que menos oportunidades tienen de recibir una atención de salud adecuada durante el embarazo o el parto.
Los datos más recientes de que se disponen desde la OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) parecen indicar que, en la mayoría de los países de ingresos altos y medianos altos, en aproximadamente el 99 % de todos los nacimientos interviene personal médico, de partería o de enfermería capacitado.
Pero solo en el 68 % de todos los nacimientos en los países de ingresos bajos, y en el 78 % en el caso de los países de ingresos medianos bajos, participa personal de salud calificado.
Más factores que pueden afectar la atención en estos países es el número insuficiente de trabajadores de la salud, la escasez de suministros médicos esenciales y la poca rendición de cuentas de los sistemas de salud.
Además, determinantes sociales como los ingresos, el acceso a la educación, la raza e incluso el origen étnico pueden determinar la atención que recibirán las mujeres durante el embarazo y parto.
Para abordar esta problemática, así como las demás señaladas en el informe de la OPS y la Cepal, se requiere una inversión sustancial en los sistemas de salud, enfocada no solo en aumentar la cobertura y mejorar la infraestructura, sino también en garantizar un acceso equitativo a cuidados de calidad, independientemente del nivel socioeconómico o ubicación geográfica.
Esto debe ir acompañado de políticas públicas que aborden las determinantes sociales, como la pobreza, el acceso a la educación y la discriminación por raza o etnia, factores que amplían las desigualdades en la atención.
Para reducir la mortalidad materna y cerrar estas brechas, se necesita una acción coordinada entre los gobiernos, la sociedad civil y los organismos internacionales, priorizando la equidad y la justicia en los sistemas de salud.