Rescatemos la cultura

Actualizado
  • 13/07/2024 00:00
Creado
  • 12/07/2024 17:43
La cultura hace al hombre algo más que un accidente del universo y, además, es estéril y peligroso creer que uno domina el mundo entero gracias a la Internet cuando no se tiene la cultura suficiente que permita filtrar la información excelente, buena, mala, mediocre o pésima

El 28 de mayo del presente año recibí con mucha humildad el premio ‘Graduado Usmeño 2024’ por aportes al arte y cultura de Panamá.

No sólo fue un reconocimiento a mi trabajo pasado sino también un recordatorio de que, ahora más que nunca, debo mantener una responsabilidad para con las presentes y nuevas generaciones para impulsar el amor a hacia la cultura, arte universal y local.

En uno de los tantos desayunos platicados con mis padres le comentaba a mi mamá que, el amor al arte y cultura debe nacer en casa, sin embargo, si en el hogar existe un divorcio absoluto hacia la buena música, literatura, cine o si nadie lleva a los niños a visitar un museo o galería de arte para apreciar obras de grandes artistas, sean pinturas o esculturas y que, peor aún, nadie tan siquiera abre un periódico para leer artículos locales e internacionales o revistas de calidad, todo esfuerzo futuro para que esa semilla crezca será o casi imposible o, completamente un esfuerzo inútil en los centros educativos a los que ese niño o joven asiste.

Tan solo le planteo esto con respecto a la literatura: En una sociedad controlada, quien lee, trata de encontrar en los libros, novelas, cuentos, ensayos o artículos algo que no está, mayoritariamente en la televisión, radio o, incluso, en algunos medios noticiosos, pues la literatura en sí se convierte en un medio para expresar una reflexión sobre el mundo y adquiere una importancia hasta política que no existe en otros sitios.

Luego de leer Moby Dick, El Quijote, Frankenstein, Conversación en la Catedral, La Ciudad de las Bestias, La Casa de los Espíritus, Cien Años de Soledad, El Maestro de Maestros o, La Prueba del Cielo, solo por mencionarle algunos títulos de grandes obras, ver el mundo con los mismos ojos es imposible.

No hay nada más enriquecedor que sentarse a hablar por horas con alguien que sabe de cine, ciencia, literatura, arte, política, música, economía, teatro u otra expresión que inspire, eduque o guíe como modelo de crecimiento personal y profesional.

Para algunas administraciones gubernamentales alrededor del mundo, el atacar salvajemente la educación y crear sistemas indiferentes, abandonados, llenos de desidias o burocracias es prácticamente un punto obligado en sus agendas pues, una mente educada, difícilmente se inclinará ante cualquier promesa mágicamente pendeja, regalos convenientes, corrupción o ideologías absurdas.

En Panamá tenemos grandes artistas de todos los géneros que abiertamente son generosos a la hora de compartir sus obras y cómo las producen o en qué se inspiran.

Estoy muy seguro que si nos sentáramos a dialogar con Olga Sinclair, Eduardo Navarro, Juan David Morgan, Ricardo Gago Salinero o, estudiáramos el trabajo y legado de un Chong Neto, Rolo de Sedas, Fernando Bocanegra, Horacio Valdés, Rubén Blades, la maravillosa versión de Despacito de Erika Ender con Roberto Carlos o, las criticas sociales que plantea Cienfue (por mencionarle algunos de los grandes artistas o historiadores que ha dado esta maravillosa tierra) estoy más que seguro que quedaríamos deslumbrados.

De no tener la oportunidad de disfrutar de sus obras o tenerlos frente a frente, siempre tenemos a mano tecnología como celulares, laptops, tabletas o un artículo que hable de ellos, una galería abierta gratuitamente para admirar su pasión, museos que bien podrían dejar de ser catedrales de soledad para ser centros alternativos para giras educativas no solo para las escuelas sino también para empresas.

¿Qué pasa si un día al mes, las empresas invitaran a sus equipos de trabajo a mudar sus jornadas laborales al Museo del Canal Interoceánico en el Casco para conocer la maravillosa historia del Canal de Panamá desde su origen y estudiar los procesos que usaron para crearlo y mantenerlo? 1). Romperían monotonías, 2). Regalarían cultura e historia, 3). Probablemente estaríamos más orgullosos de poseer en nuestra tierra esta maravilla de la ingeniería.

¿Qué pasa si las empresas que se venden como “disruptivas, creativas, únicas” invitaran los artistas antes mencionados para que les hablen de lo que es la verdadera creatividad y, como ella, puede ayudar a crear procesos laborales alternativos?

Decía Antonio Machado En cuestiones de cultura y de saber, solo se pierde lo que se guarda; solo se gana lo que se da”.

Considere esto amigo lector: La cultura hace al hombre algo más que un accidente del universo y, además, es estéril y peligroso creer que uno domina el mundo entero gracias a la Internet cuando no se tiene la cultura suficiente que permita filtrar la información excelente, buena, mala, mediocre o pésima.

Cuando la cultura y el arte es parte esencial de nuestra educación, mágicamente, algunos sectores sociales descubren que no son los únicos, pues le recuerdo algo, la cultura e historia no es solamente para las clases altas, la clase obrera tiene derecho a reproducir su cultura, su historia y su lucha materializada en sus diversos modos de expresión.

Pongamos más esfuerzo en preservar estos movimientos educativos, pues, entre los fenómenos de la globalización actual, en su afán de unificar los mercados, está poniendo en peligro las variedades culturales, la identidad de naciones y, además, está deteriorando nuestra capacidad creativa, transformadora y hasta rebelde.

La cultura es la buena educación del entendimiento y, créame, la juventud no debe sólo asimilar los frutos de la cultura de sus padres, sino que debe elevar la misma a nuevas cimas, a las que no llegan la gente de las anteriores generaciones que insistieron en machacarla.

Cierro con esta frase para su reflexión: “Solo el que sabe es libre, y más libre, el que más sabe”.

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