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- 07/11/2024 00:00
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“Por mi querida Panamá que tanto adoro, que llevo adentro. Por esa tierra generosa, de mariposas...”, así comienza la canción que el compositor venezolano Ignacio Salvatierra le dedica al país. Por mi querida Panamá es una fusión de guaguancó que rinde homenaje y expresa su profundo sentimiento de pertenencia hacia esta tierra que lo acogió hace ya más de una década.
La canción celebra la conexión entre la cultura panameña y el legado musical afrocubano, con un toque moderno que invita a bailar y sentir. Inspirada durante las celebraciones de fiestas patrias en noviembre de 2023, Por mi querida Panamá es una oda al sentimiento de identidad dual de Salvatierra, quien honra tanto a su Venezuela natal como a Panamá, su “patria musical”.
La pieza es un guaguancó fusión, estilo que combina la rumba afrocubana con sonidos contemporáneos. La producción se realizó en el estudio de Marco Linares. Las reconocidas congas llamadas ‘Pan con queso’ del legendario lutier venezolano Carlos Emilio Landaeta, aportan un sonido auténtico y especial al tema, interpretado por el percusionista Eric Blanquicet. Junto a él, el maestro Armando Mena añade un toque innovador con su saxo sintetizador.
La producción de Por mi querida Panamá se desarrolló con un equipo multicultural de 15 artistas panameños y venezolanos, bajo la marca musical Inspiraciones Music. Además de Salvatierra, Marco Linares y Carlos Lucero en la producción y arreglos, el equipo de músicos incluyó al experimentado Samuel Barrios en piano, y Rhodes y Marco A. Linares en bajo y guitarra.
Salvatierra compartió en una entrevista con ‘La Decana’ que descubrió su talento para hacer música cuando llegó a Panamá. Su amor por la música lo heredó de su madre, quien tocaba el piano, sin embargo, nunca tuvo la oportunidad de aprender el instrumento cuando era niño. “Quise aprender piano desde pequeño porque mi mamá lo tocaba, pero cuando se lo pedí a mi papá, él me dijo que solo las mujeres de la casa podían tocarlo, así que nunca me permitió hacerlo”, recordó. Con el tiempo, y ya siendo adulto, intentó aprender en varias ocasiones, pero el trabajo y las responsabilidades le impidieron lograrlo.
Fue en 2013, al mudarse a Panamá, cuando finalmente comenzó a estudiar piano, un sueño de toda la vida. “Descubrí algo que ni yo mismo sabía: que podía componer música y escribir letras de canciones. Fue entonces cuando empezó mi historia como compositor”, explicó. Desde ese momento se ha dedicado a crear música, no como una fuente de ingresos, ya que es un banquero retirado, sino como una pasión. “La música es mi refugio”, afirmó.
El compositor ha escrito más de ocho canciones dedicadas a Panamá. En su primer disco incluyó dos temas panameños: Panamá, Panamá, interpretada por Osvaldo Ayala, y un vals venezolano dedicado al país. En su segundo álbum, totalmente de salsa, escribió una canción en honor al Nazareno de Portobelo, reflejando su devoción tanto por el Nazareno de Venezuela como por el de Panamá.
Como músico, ha entablado amistades profundas con cantantes y artistas panameños, quienes le comparten sus propias historias y experiencias en Venezuela, incluyendo anécdotas de colaboraciones con íconos como Rubén Blades. “Siempre les digo a los panameños que nosotros queremos más a Rubén de lo que ustedes lo quieren aquí”, bromeó.
Salvatierra considera que su carrera musical comenzó en Panamá, algo que nunca hubiera podido lograr en su país natal. “Empecé con esto a los 63 años, y siempre digo que nunca es tarde. No soy un músico formado académicamente; soy un músico de corazón, de sentimiento y de musicalidad propia”, concluyó.
Eric Blanquicet, la voz de ‘Por mi querida Panamá’
Marcos Linares, productor, bajista y guitarrista de este tema, le propuso a Eric Blanquicet que cantara el tema e hiciera la percusión. Como era la segunda vez que cantaba como solista, aceptó.
El artista compartió una anécdota sobre su reacción al leer la letra por primera vez en casa: “Puse el texto en grande en mi iPad y empecé a llorar. Me impresionó cómo alguien que no es panameño pudo escribir algo tan hermoso para mi país. Cuando fui al estudio y comenzamos a trabajar en la canción, volví a quebrarme. Esa emoción es la que espero transmitir al público, porque si la canción te llega a ti como artista, se reflejará en los demás”.
El proceso de grabación fue un esfuerzo colectivo. Mientras Blanquicet se encargó de la voz y la percusión, otros músicos, tanto venezolanos como panameños, aportaron su talento. El video musical se grabó de manera orgánica, utilizando un teléfono celular en el estudio y tomas de drones con paisajes de Panamá, que capturan la esencia de la canción.
La respuesta a la canción ha sido “abrumadoramente positiva, especialmente en Colón, donde la música ha corrido como agua. En mi barrio, en El Vaticano, la canción se escucha y la comparan con los trabajos de Rubén Blades. Para mí, ser comparado con un maestro de ese nivel es un honor inmenso”.
Más allá de la canción, Blanquicet y Salvatierra han encontrado en la música un puente que une comunidades y emociones. “Esta colaboración demuestra que la música trasciende fronteras y que, aunque llevemos nuestras raíces con nosotros, siempre podemos encontrar un segundo hogar en nuevas tierras”, puntualizó Blanquicet.