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- 25/01/2024 00:00
- 24/01/2024 17:34
Yorgos Lanthimos nos envuelve en una historia contada a través de lo bizarro, lo incómodo y lo visualmente cautivador de la realidad —y la fantasía— de ser humano. En su nueva cinta, Pobres Criaturas (’Poor Things’, en su idioma original), hace un manifiesto de lo que le llama la atención de la evolución emocional del ser humano y cómo somos conscientes e inconscientes de los cambios que atravesamos al madurar, crecer y entender nuestras emociones.
La película, que estrena hoy en cines panameños, es considerada una de las mejores del año y obtuvo una nominación a los Premios Óscar. Su trama, ridícula y en ocasiones sensible, nos lleva a conocer a Bella Baxter (Emma Stone), una mujer adulta que presenta comportamientos de infante, aprendiendo palabras lentamente y dando vueltas entretenida consigo misma, cargada con una curiosidad imborrable.
La trama teje una conexión de eventos con elementos de comedia negra, drama y fantasía de una manera que solo Lanthimos podría concebir.
Junto a ella, el Dr. Godwin Baxter (Willem Dafoe) es una presencia calmante pese a su desfiguraciones y su visión insegura de la vida. Su forma de relacionarse con Bella es parte central de la trama; descubrimos las enredaderas entre los recuerdos de Bella y las acciones del Dr. Baxter, lo que como audiencia vemos desde afuera, y nos lleva a unir las piezas a medida que la cinta se vuelve más extraña y surreal.
Bella comienza a descubrir las emociones, sensaciones y placeres que competen a una vida de una mujer de su edad física, pese a los impedimentos de su crianza bajo el mando de Baxter, y así, a luz de protegerla, llega el amable e ingenuo Max McCandles (Ramy Youssef), capaz de amar a Bella y empatizar con ella hasta llegar al matrimonio.
La trama dentro del guión de Tony McNamara —adaptando el libro homónimo de Alasdair Gray— se complica y adquiere un tomo más cómico ante la llegada del playboy Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), quien engatusa a Bella con sueños de libertad, conocer el mundo y descubrir su propósito en la vida (junto con los placeres sexuales).
Ruffalo y Stone destacan frente al lente de Lanthimos de forma rítmica, sabiendo llevar la locura del otro hasta el mayor extremo y la claridad de que no es amor, ni siquiera es atracción —de ambas partes al menos—, sino que son herramientas para alcanzar nuevos conocimientos y sueños para ambos; mientras que McCandles aguarda pacientemente por su amada, en el Londres victoriano que dejó atrás.
El sentido nostálgico que arropa a la cinta en todo momento, más allá del caos constante a través del ritmo del guión y la cinematografía de Robbie Ryan — quien logra encapsular lo bizarro de las diferentes escenografías y fondos de forma cautivante— da una similaridad a un Frankenstein moderno, pero visto a través de los ojos de un caleidoscopio de colores, formas y motivos. Si Mary Shelley vio en Frankenstein una visión de humanidad incromprendida, Lanthimos crea a su propio Frankenstein basado en la introspección y el aprendizaje sobre como ser humano.
Esta premisa extraña sirve como punto de partida para una exploración profunda de la identidad, la moralidad y la autodeterminación. Stone ofrece una actuación memorable, capturando la complejidad de su personaje con una mezcla de inocencia y astucia. La química entre los actores agrega capas a la narrativa, haciendo que las relaciones entre los personajes sean tan fascinantes como el concepto central de la película.
La dirección de arte junto con el diseño de producción realizado por Shona Heath y James Price comienza en blanco y negro granulado cuando Bella es más aniñada, con muchos lentes de ojo de pez y encuadres cerrados para mantenernos desequilibrados e instarnos a acercarnos más. Pero poco a poco se va abriendo a un color exuberante y maravilloso a medida que Bella cobra vida; Los cielos nocturnos durante la parte de su viaje por el océano son particularmente impresionantes. Esta evolución puede parecer obvia, pero se siente como un truco de magia que se realiza continuamente frente a nuestros ojos.
Asimismo, el diseño de vestuario liderado por Holly Waddington es igualmente impresionante, transportando al espectador a un mundo alternativo donde lo inverosímil se convierte en realidad, contando su desarollo emocional a través de sus vestidos que comienzan sencillos y unicolor, pero pasan a ser de colores vibrantes y con hombreras marcadas y telas que se mueven con cada paso de Bella.
La banda sonora, a cargo del compositor Alexandre Desplat, complementa perfectamente la atmósfera única de la película, armonizando con las distintas escenas y cambios de actitud en Bella, Duncan y el mismo Dr. Baxter. En los viajes de Bella, la música nos transporta a sus emociones al ver la desesperanza, lo bondad, la desesperación y la aventura.
Poor Things se presenta como un viaje por los límites de lo convencional, desafiando las expectativas y explorando la naturaleza misma de la existencia. Lanthimos logra mantenernos cautivos en su juego de colores y luces, de dudas y jugar a ser Dios en un mundo donde lo más extravagante se convierte en lo habitual.